miércoles, 30 de noviembre de 2011

DEBATES Y COMBATES

Una revista cultural dirigida por Ernesto Laclau y Paula Biglieri

Uno de los formatos que se ha visto favorecido por el actual contexto es el de las revistas culturales especializadas: Debates y Combates es una de esas publicaciones.
Esta revista, de f recuencia cuatrimestral, di r igida por Ernesto Laclau y codirigida por Paula Biglieri, se propone como foro de discusión teórica y al mismo t iempo busca er igi rse como espacio para intervenir y echar luz sobre los cambios que experimenta América Latina con el advenimiento de las nuevas configuraciones nacionalpopulares. Los propios Laclau y Biglieri afirman en el texto de presentación que abre el primer número de Debates y Combates que la región nunca ha estado más cerca “de realizar el ideal de una auténtica democracia participativa”, merced de la ruptura de “los lazos que la unían con organismos financieros internacionales”.
Y relacionan de manera directa este cambio con la entrada de nuestros pueblos en “la ruta del progreso social.” La revista, presentada en la Biblioteca Nacional, con diseño de Natalia Laclau y distribuida por Fondo de Cultura Económica, está integrada por un conjunto de textos de ref lexión teórica, que van de la economía a la crítica cultural, la retórica, el psicoanálisis y la filosofía política. Contiene asimismo reseñas de libros y entrevistas.
El comité editorial está integrado por personalidades de los ámbitos más diversos, como la presidenta del Banco Central Mercedes Marcó del Pont, Jorge Alemán, Chantal Mouffe, Oscar González, Gloria Perelló, Osvaldo Delgado, Leticia Sabsay, Eduardo Rojas, Jelica ŠumiRiha, Nelly Richard, entre otros. Entre los contenidos de su primer número, Debates y Combates cuenta con una entrevista compartida al filósofo y docente universitario Etienne Balibar y al propio Ernesto Laclau; un artículo de Chantal Mouffe sobre dos concepciones de la crítica social y la política radical como emergentes de la postpolítica; otro de Marcó del Pont sobre uno de los temas del momento: la crisis internacional y el abanico de políticas y los desafíos de las economías emergentes.
Este número cierra con una nota donde Eduardo Rinesi hace una caracterización del kirchnerismo en tanto corriente con varios linajes e influencias Una revista que echa luz sobre los cambios que experimenta en este momento América Latina. Ernesto Laclau La frecuencia de Debates y Combates será cuatrimestral

Publicado por Tiempo Argentino, Cultura, pág. 35, el 30 de noviembre de 2011

sábado, 26 de noviembre de 2011

PÁGINA 12

Cuatro años clave

Por Oscar González *

Cuando concluye un período presidencial, suelen intentarse balances sobre el curso del gobierno que termina así como preverse el rumbo del que llega. La continuidad del Ejecutivo en manos de Cristina Fernández de Kirchner no impide ese ejercicio de repasar el pasado inmediato y asomarse a lo que viene.

Para la misión revisionista conviene recordar que el período presidencial de CFK coincide con la etapa de cautiverio de la economía mundial a manos de la especulación financiera que desemboca en la crisis de 2008 y que perdura generalizada hasta el presente. De tal modo lo primero es reconocer ese contexto global y analizar la manera en que fue encarado ese hecho que condiciona a todos los países.

Tras ignorar los pronósticos optimistas de los gurúes de Wall Street, que auguraban una rápida recuperación de los mercados por la inyección fabulosa de dinero en los desplomados bancos de inversión y proponían recortar el gasto social, el gobierno argentino apostó a la producción y al empleo como vigas maestras de su gestión, diferenciándose así de los países centrales, cualquiera fuere su dimensión y color político, que sacrificaron en el altar del mercado los derechos incorporados por el Estado de Bienestar.

Así comenzó aquí la aplicación de esa novedosa perspectiva que plantean muchas agencias internacionales -como la OMS- consistente en desplegar las políticas públicas según el "enfoque de derechos", renegando de la despiadada doctrina libremercadista fundada en la privatización de los sistemas sanitarios y educativos para trasladar la renta social al circuito financiero privado.

Expresión de aquellas políticas, los cuatro últimos años fueron pródigos en medidas de sesgo inclusivo y ampliación de derechos: la Asignación Universal por Hijo, la extensión y movilidad de la cobertura previsional y la reestatización de los fondos privados de pensión son sólo algunos hitos. Todo ello pudo hacerse a través del impulso de políticas activas, alentando la demanda y resistiendo las presiones para enfriar la economía, achicar el mercado interno y devaluar la moneda.

Esos avances se expresaron nítidamente en el resultado de las últimas elecciones, que exteriorizaron una extendida toma de conciencia de que el país que estamos construyendo está fundado en una remoción hasta los cimientos del paradigma político, económico, social y cultural que inauguró la dictadura militar y perfeccionaron los gobiernos noventistas.

Como semejante empresa no podía llevarse a cabo sin conflictos, puesto que la recuperación de derechos tensiona las relaciones de poder y abarca todos los campos, la voluntad política para llevar adelante los cambios activó un conjunto de sectores sociales -trabajadores y productores, estudiantes, profesionales e intelectuales, organizaciones de base y de derechos humanos- que lo hicieron suyo confrontando con los conglomerados económicos y su enorme dispositivo mediático en lo que fue, y sigue siendo, una batalla política pero también cultural.

Esas contradicciones, las que se dirimieron en la pugna por los derechos de exportación, pero que también se expresaron en otros terrenos, como en el rol del Banco Central, la no represión de la protesta social y varios más, fueron asumidas por el Gobierno con la convicción de que -como dijo Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia- hay que aprender a vivir en la contradicción. Hacerlo, en el caso argentino, es fortalecer el polo de acumulación de poder que expresa el interés de la Nación y el pueblo y continuar con el diseño de un modelo propio que sustituya la vieja matriz neoliberal.

Como no hay derechos si la renta social y el ahorro colectivo son el botín de unos pocos, sólo modificar las condiciones de distribución de la riqueza y poner la economía al servicio de los objetivos colectivos de la sociedad, como se viene haciendo progresivamente, garantiza la prosperidad general, una nación autónoma y una región integrada. Ese es el desafío de la etapa actual.

* Secretario de Relaciones Parlamentarias. Dirigente del Socialismo para la Victoria.

Publicado por Página 12, El País, pág. 8, el 26 de noviembre de 2011.

jueves, 24 de noviembre de 2011

TIEMPO ARGENTINO | PROFUNDIZAR EL MODELO

La continuidad del cambio

Oscar González
Secretario de Relaciones Parlamentarias del gobierno nacional.

Al concluir la segunda etapa de gobierno kirchnerista e iniciarse una nueva gestión del mismo signo, quizás resulte oportuno recorrer el itinerario inaugurado aquel 10 de diciembre de 2007 y marcado singularmente por el intento de quebrar la gobernabilidad desplegado por las corporaciones financieras y mediáticas desde mediados de 2008.

El recuento puede servir para explicar cómo se logró desbaratar, a pura iniciativa política, ese acoso corporativo sobre la autoridad soberana y, también, para verificar el curso de un proceso ascendente de protagonismo popular que, en las últimas elecciones, respaldará ampliamente la administración que encabeza Cristina Fernández de Kirchner.

La gestión que viene tendrá probablemente continuidades y cambios ya que cuanto más se avanza mayores son los desafíos.

Máxime cuando el escenario mundial está convulsionado por una crisis que no cesa y que, aunque su epicentro aparece lejano, repercute en una economía mundializada y en una sociedad global víctima de la depredación del capitalismo financiero.

Los analistas de derecha se empeñan en invocar como fuente excluyente del vasto consenso alcanzado por el gobierno el pasado 23 de octubre al consumismo y a una supuesta vocación conservadora de la ciudadanía.

Una interpretación tan absurda como la que propalan en estos días al decir que la compra de dólares es un gesto de decepción política.

Semejante metodología de análisis no permite explicar el tránsito desde aquel escenario de crisis desatada por la ofensiva de las corporaciones agrofinancieras y los grandes medios de comunicación, que además manejaron la oposición parlamentaria, hasta este presente de aprobación masiva del rumbo general del gobierno.

No es la economía sino la iniciativa política, es decir la política conduciendo la economía y emancipada de los mercados, lo que explica la realidad actual. Del mismo modo que lo exactamente contrario devela lo que está ocurriendo en una Europa donde gobernantes, parlamentos y partidos se someten a las grandes finanzas, hasta cederles incluso el privilegio de imponer gabinetes.

Por caminos totalmente distintos, la Argentina y la Unión Europea han desnudado la falacia de la llamada libre competencia, un paradigma que la derecha ha predicado desde siempre como hecho dado y perpetuo pero que encubre, en todo caso, la relación de fuerzas existente entre el mercado, la sociedad y el Estado.

La experiencia argentina demuestra que no hay forma de legitimar la política si esta carece de la voluntad para intervenir enérgicamente sobre la contradicción permanente entre intereses sociales discordantes, resolviéndola a favor de la mayoría de la sociedad. Así, hemos tenido gobiernos que renunciaron a ejercer el poder, es decir, a cumplir el mandato de sus electores, y hemos tenido otros que traicionaron ese compromiso para ejercer el poder a favor de los mercados. Tuvimos gobiernos que prefirieron reprimir antes que afrontar los conflictos y los que reprimieron y mataron en nombre del orden neoliberal.

Fue una etapa de asedio de una dirigencia opositora que hostigaba sistemáticamente mientras invocaba supuestos diálogos y que empequeñeció del todo cuando se le escurrieron los votos que alguna vez supo obtener. Una oposición que vive ahora traumáticamente la nueva composición de las Cámaras, sin entender que mientras perdía su tiempo manoteando comisiones, durante el fugaz imperio del Grupo A, el gobierno avanzaba y profundizaba las reformas progresistas, a despecho de su inferioridad parlamentaria. Es que, como decía Juan B. Justo, “sólo encuentra el camino el que quiere andar”.

Desmintiendo el sentido común impuesto por los medios monopólicos, un gobierno anatematizado por su supuesta vocación confrontativa, labró acuerdos que disolvieron la pertinencia de aquella conjunción oportunista que se diluyó aun antes del porrazo electoral porque una coalición no puede sostenerse sobre el único término del odio. Un resentimiento de sesgo clasista que negó el país real, con sus índices de crecimiento de la producción, el empleo y el salario y que logró sortear las crisis, ampliar derechos sociales y laborales y obtener logros inéditos en muchos campos.

Ahora que la realidad irrumpe con toda su fuerza, llega el momento de que quienes enfrentan al gobierno en el Congreso admitan que es la hora de restituirle a la política su rol fundamental, librándose del cautiverio impuesto por los grandes grupos de poder que con frecuencia le han dictado su propia agenda. Sería un modo de reivindicar el valor de la misma acción parlamentaria, que podría acompañarse desterrando de la práctica política la impugnación judicial de las normas aprobadas por las Cámaras cuando se ha fracasado en la batalla legislativa.

Para el gobierno, todo lo que se ha logrado conduce al desafío apasionante de consolidar los cambios y avanzar hacia nuevas reformas que amplíen la democracia social.

Una administración que hizo todo lo que hizo no tiene derecho, ni lo ha invocado, a detener su marcha, ya que su potencia y su renovada legitimidad descansan en la confianza social ganada a fuerza de iniciativa política y compromiso con la ciudadanía.

Si algo ha quedado demostrado en estos últimos cuatro años es que avanzar es profundizar y generar nuevas transformaciones, y que las fuerzas sociales y políticas que las sustentan no están preconcebidas sino que se construyen durante ese mismo proceso, en la resolución cotidiana de las tensiones y conflictos que desatan los cambios. Enfrentar esas contradicciones y superarlas en favor del pueblo es la tarea histórica emprendida por Néstor Kirchner, que ahora continúa Cristina Fernández Para el gobierno, todo lo que se ha logrado conduce al desafío de consolidar los cambios y avanzar hacia nuevas reformas que amplíen la democracia social

Publicado por Tiempo Argentino, Editorial, pág. 20, el 24 de noviembre de 2011




martes, 22 de noviembre de 2011

OSCAR GONZÁLEZ EN BAJADA DE LÍNEA VÍA TWITTER

Parte 1




Parte 2



Programa emitido por Canal 9, conducido por Víctor Hugo Morales, el 20 de noviembre de 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

TIEMPO ARGENTINO

Carta a los socialistas europeos

El capitalismo especulativo y depredador logra lo que otrora se conseguía con ejércitos o dictaduras: que países deudores como Grecia se asuman como naciones derrotadas y conquistadas

Oscar González Dirigente del Socialismo para la Victoria. Secretario de Relaciones Parlamentarias

Se cumple una década del derrumbe económico y social que sufrió la Argentina tras diez años de neoliberalismo y que suscitó entonces la mirada compasiva de la socialdemocracia europea, una actitud menos hostil que la condena unánime de los mercados financieros frente a un país que, víctima de las políticas que ellos mismos le impusieron, no pudo afrontar su enorme deuda externa e ingresó en el default, esa zona oscura que hasta entonces nadie había habitado en estas latitudes.
Modales aparte, había algo que compartían tanto el establishment financiero como los socialistas europeos y era ese sentido común de época que se expresaba en los congresos internacionales y seminarios donde coincidían socialistas de ambos mundos: la alarma porque un país confiable y ejemplar por su devoción por el credo neoliberal se convertía repentinamente en un arrabal irresponsable que dilapidaba sus recursos y, encima, se negaba a aplicar el ajuste que exigían los centros financieros internacionales. Se hacían rutinarios los reproches frente a la inevitable pulverización de los fondos de pensión que los jubilados europeos habían confiado a ciertos bancos de vocación especuladora dedicados a maniobrar con los bonos argentinos.
Años después, esa Europa próspera y de moneda fuerte que rivalizaba con el dólar, donde hasta los países menos desarrollados del área sentían la seguridad de su amarre al carro consumista, se topaba con la misma crisis que había azotado a ese lejano país emergente que luchaba por recuperarse de la devastación económica y social a comienzos del siglo. Aquel paraíso del bienestar signado por la impronta social, económica, ecológica y ética de la izquierda democrática ve entonces peligrar su futuro por obra del modelo basado en la especulación financiera y de ese modo la vieja Europa, cuna del Estado social, comienza a aplicar el mismo programa de privatizaciones y de abolición de derechos sociales y laborales que sufrimos los argentinos en los ’90.
Lejos de resistir estos embates, los partidos socialdemócratas desisten de sus ideales emancipadores y adaptan sus programas a la ola neoliberal con la “tercera vía” británica, la “neo-socialdemocracia” nórdica y el “social-liberalismo” en España, olvidando historias, identidades y una tradición que hunde sus raíces en las luchas sociales, a menudo sangrientas, de más de un siglo. Se reniega, en síntesis, de los principios fundacionales de 1957, cuando nace la Comunidad Económica Europea con la contribución de socialistas y socialdemócratas dispuestos a salvar a sus países del horror de otra guerra.
A partir de los ’80, con la economía mundial cautiva de la hegemonía del capital financiero, el Viejo Continente se desplaza a la derecha: la unión monetaria y fiscal queda bajo la supervisión del capital especulativo; la planificación y dirección de la economía dejan de ser responsabilidad de los estados nacionales y pasan a depender de los banqueros, incluido el Banco Central Europeo, constituido en instrumento del capital financiero y no en palanca de políticas públicas. De este modo, la democracia política, al igual que la capacidad gubernamental de decisión sobre cuestiones cruciales como el empleo y la producción queda subordinada al gran capital.
Tal como en nuestro caso con la virtual privatización del Banco Central en los ’90, los tratados de Maastricht y Lisboa establecen la “independencia” del Banco Central Europeo, lo que en la práctica lo pone bajo la tutela de las finanzas privadas que le impide conceder créditos para la producción –considerados “inflacionarios”–, comprar deuda del Estado ni realizar ninguna otra operación pública, aunque sí lo autoriza a emitir dinero para rescatar bancos en dificultades.
Los tratados también restringen la autonomía financiera estatal imponiendo topes como el que limita el déficit al 3% del PBI, impidiendo cualquier gasto “keynesiano” de carácter contracíclico destinado a combatir la depresión de las economías nacionales.
De esta manera, los países deudores quedan maniatados por los bancos, acusados, como dice Angela Merkel, de no ser capaces de “crecer por sí mismos para salir por sí mismos del endeudamiento”.
De este modo, el capitalismo especulativo y depredador logra lo que otrora se conseguía con ejércitos o dictaduras: que países deudores como Grecia se asuman como naciones derrotadas y conquistadas, que entreguen su agua, su tierra, sus bienes públicos, su futuro como pueblos libres y naciones soberanas. Hasta se les plantea vender el Partenón y otros enclaves turísticos para que los privatizadores puedan comprarlos con los mismos bonos devaluados de la deuda griega, que el gobierno deberá tomar a precio nominal para abonar los siderales intereses que imponen sus acreedores.
Cuando el “sueño europeo” se ha vuelto una pesadilla y el proceso reformista se ha tronchado brutalmente, con una oligarquía financiera dominante que aniquila el patrimonio de los deudores, la renuncia del primer ministro Georgios Papandreu y la resignación de los socialistas españoles, que reforman la ley para priorizar el pago de la deuda “porque los mercados no pueden esperar”, son ejemplos cabales de rendición incondicional frente a una banca acreedora que extorsiona a los gobiernos de todos los signos con el colapso del euro y de las economías nacionales si no los rescatan de sus pérdidas millonarias.
Constreñida la democracia política a consentir que la deuda se pague con recortes salariales y del gasto social, el poder financiero busca así coronar su victoria, reduciendo el mundo del trabajo y de la industria a la servidumbre por deuda, sin que los gobiernos atinen a buscar otras salidas, a gravar la riqueza y a resistir un embate que diezma a la izquierda y le abre la puerta a la extrema derecha.
Contrariamente, del otro lado del Atlántico, varios gobiernos buscan nuevas vías que desde sus particularidades reivindican los valores de la izquierda en sus múltiples versiones, ya se los describa como populistas, nacionalistas, socialistas, progresistas, desarrollistas o una combinación de algunos de esos términos. Son procesos que admiten la sentencia de Bernardo Kliksberg cuando señala que “la desigualdad es el peor enemigo que tiene el crecimiento económico” y que con estilos y matices, superan el fundamentalismo de mercado que primó en los noventa.
Son experiencias donde se reaprende la vieja lección de que trabajo, consumo y producción son las bases económicas fundamentales del bienestar social, porque si no hay consumo los mercados se contraen, las empresas no invierten, los comercios cierran y los ingresos fiscales se desploman. Y entonces las empresas despiden a sus trabajadores, aumenta el sufrimiento social y la economía se achica todavía más.
En esa centralidad del trabajo –que Cristina Fernández explica al decir que “el ciclo de crecimiento económico que estamos viviendo, el más importante de los últimos 200 años, no es un crecimiento como el de los ’90, con una destrucción masiva del empleo, ni como el de principios del siglo XX, cuando el país sólo exportaba y la riqueza llegaba a una pequeña parte de la población, sino que el nuevo patrón económico es el del crecimiento basado en la producción y el trabajo”– esté quizás la clave. Una constatación que puede ser útil para que los socialistas europeos repiensen cómo enfrentar hoy nuestras penurias de ayer.

Publicado por Tiempo Argentino, Editorial, pág. 19, el 11 de noviembre de 2011.






viernes, 4 de noviembre de 2011

ELECCIONES GENERALES DE ESPAÑA 2011

Debate Rubalcaba - Rajoy en el PSOE Buenos Aires en vivo

El PSOE Bs. As. invita a presenciar en vivo el debate de propuestas electorales entre su candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba y el candidato del PP, que se llevará a cabo en Madrid el próximo lunes 7 de noviembre.

El debate se transmitirá en pantalla gigante en la sede del PSOE Bs. As., Perón 940, entre las 16 y 17 hora de Argentina.

Página web de Rubalcaba


Gustavo López Pardo - Secretario de Organización
Lorena Suárez - Departamento de Prensa y Comunicación 15

HOMENAJE A NÉSTOR KIRCHNER

Jorge Rivas, entrevistado por Ernesto Tenembaum

ELLOS TIENEN UN PLAN, ¡Y QUÉ PLAN!

La Marcha de la Oposición - Ignacio Copani

TN - Asunción de Jorge Rivas como diputado

AMÉRICA 24 - Rivas jura como diputado

C5N - Rivas jura como diputado

TELENOCHE - Informe sobre la recuperción de Jorge Rivas

Jorge Rivas - Documental sobre su rehabilitación - Gentileza de HadaSoft

OSCAR GONZÁLEZ EN LA CUMBRE DE LÍDERES PROGRESISTAS JUNTO A CFK- Canal 7

OSCAR GONZÁLEZ OPINA SOBRE LA CRISIS ECONÓMICA INTERNACIONAL - Telesur 12/08

EL SOCIALISTA OSCAR GONZÁLEZ OPINA SOBRE LA REESTATIZACIÓN DE LAS JUBILACIONES

Canal 13 - Gustavo Silvestre califica de "vergüenza" el intervencionismo de Giustiniani