La misión del socialismo
Por Oscar González / El Argentino, 13 de enero de 2011
El patético itinerario que va recorriendo la interna del socialismo santafesino hace visible una confrontación de larga data que por tener lugar en el seno de una organización de matriz sectaria, donde la discusión interna está obturada y la democracia ausente, permaneció oculta a la mirada pública durante largos años.
La disputa por la candidatura a gobernador de esa provincia entre el gobernador Hermes Binner y el senador Rubén Giustiniani –el primero por imponer a un sucesor propio, el actual ministro Antonio Bonfatti, y el legislador nacional por ocupar él mismo ese espacio– revela hasta qué punto las pujas personales corroen la cúpula que integran quienes se han apoderado de la histórica sigla.
La visibilidad de esta sangrienta lucha de intereses por cargos revela asimismo por qué era necesario –como sucedió en 2008– expulsar a aquellos dirigentes que, provenientes del socialismo tradicional, intentaban preservar la naturaleza democrática y deliberativa del viejo Partido Socialista.
Como víctima de la dupla Giustiniani-Binner, ya que ese acuerdo permitió mi expulsión de esa organización, acusado del tenebroso delito de colaborar con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, estoy en condiciones de decir que la antes sorda y ahora estentórea disputa entre esos dos dirigentes demuestra que no queda lugar en esa estructura para la militancia honesta y comprometida con el ideal que formaron Juan B. Justo, Alfredo Palacios, Alicia Moreau y Alfredo Bravo, entre otros ilustres socialistas.
Por eso el deber de la hora es considerar la construcción de una nueva organización socialista, que recupere los valores de una tradición política y cultural trascendente y que permita forjar, junto a las demás fuerzas y sectores del campo nacional y popular y de izquierda democrática, el frente amplio que fortalezca y profundice las reformas progresistas que encarna la gestión de la Presidenta. Ése es el destino y la misión del socialismo argentino.
Por Oscar González / El Argentino, 13 de enero de 2011
El patético itinerario que va recorriendo la interna del socialismo santafesino hace visible una confrontación de larga data que por tener lugar en el seno de una organización de matriz sectaria, donde la discusión interna está obturada y la democracia ausente, permaneció oculta a la mirada pública durante largos años.
La disputa por la candidatura a gobernador de esa provincia entre el gobernador Hermes Binner y el senador Rubén Giustiniani –el primero por imponer a un sucesor propio, el actual ministro Antonio Bonfatti, y el legislador nacional por ocupar él mismo ese espacio– revela hasta qué punto las pujas personales corroen la cúpula que integran quienes se han apoderado de la histórica sigla.
La visibilidad de esta sangrienta lucha de intereses por cargos revela asimismo por qué era necesario –como sucedió en 2008– expulsar a aquellos dirigentes que, provenientes del socialismo tradicional, intentaban preservar la naturaleza democrática y deliberativa del viejo Partido Socialista.
Como víctima de la dupla Giustiniani-Binner, ya que ese acuerdo permitió mi expulsión de esa organización, acusado del tenebroso delito de colaborar con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, estoy en condiciones de decir que la antes sorda y ahora estentórea disputa entre esos dos dirigentes demuestra que no queda lugar en esa estructura para la militancia honesta y comprometida con el ideal que formaron Juan B. Justo, Alfredo Palacios, Alicia Moreau y Alfredo Bravo, entre otros ilustres socialistas.
Por eso el deber de la hora es considerar la construcción de una nueva organización socialista, que recupere los valores de una tradición política y cultural trascendente y que permita forjar, junto a las demás fuerzas y sectores del campo nacional y popular y de izquierda democrática, el frente amplio que fortalezca y profundice las reformas progresistas que encarna la gestión de la Presidenta. Ése es el destino y la misión del socialismo argentino.