Por Oscar González
El envío al Congreso de la iniciativa de reforma, actualización y unificación de los códigos Civil y de Comercio, anunciado por la presidenta, constituye un nuevo paso hacia la modernización de la arquitectura legal vigente en la Argentina y forma parte del proceso de ampliación de derechos iniciado en 2003. Es, al mismo tiempo, otro signo de que estamos viviendo una nueva época.
Ahora llega el turno de extender derechos personalísimos y resguardar su ejercicio libre de tutelas. Ello supone desterrar fórmulas arcaicas y tradiciones odiosas según las cuales la vida cotidiana y las elecciones vitales de las personas quedaban sometidas a imposiciones y mandatos ajenos, sean de la Iglesia, del Estado o de ambos actuando en consonancia.
Aunque avaladas por el trabajo de una comisión calificada, no sería imposible que las reformas anunciadas por la presidenta susciten objeciones o controversias. Así ocurrió, por caso, con el matrimonio civil, a fines del siglo XIX; con el divorcio y la unión civil, un siglo después y, más recientemente, con el matrimonio igualitario. Toda vez que la sociedad argentina avanzó para liberarse de tutores, algunas voces vetustas anunciaron el apocalipsis.
Por eso, no tiene sentido alarmarse. Galileo debió esperar cuatro siglos desde su condena por sostener que la Tierra gira alrededor del Sol, para que una comisión estudie rehabilitarlo. Mientras tanto, los argentinos y las argentinas nos animamos a vivir plenamente libres nuestras propias vidas. Es que ya no hay inquisiciones, a lo sumo algunas disquisiciones.
Publicado por Tiempo Argentino, Argentina, pág. 2, el 28 de marzo de 2012.