Oscar González
Dirigente del Socialismo para la Victoria.
La victoria socialista en Francia es una noticia alentadora en más de un sentido.
La derrota de Nicolas Sarkozy, pese a la moderación del presidente electo, erosiona uno de los pilares en que venía apoyándose la hegemonía de la derecha europea.
Porque desmiente que la imposición del ajuste perpetuo sea un destino inexorable. Y porque contribuye a la posibilidad de replantear las relaciones entre sistema político y capital financiero concentrado, como parte de una batalla en la que la reciente historia argentina puede aportar valiosas experiencias.
Aunque el programa de François Hollande no es radical y sólo avanza contra algunas de las regresiones consagradas por Sarkozy, la repercusión del éxito socialista se explica básicamente por su propuesta de revisar los acuerdos vigentes. Como el pacto fiscal comunitario, para privilegiar el empleo y el crecimiento, lo que supone necesariamente modificar el rol del Banco Central Europeo, hoy vocero del ajuste.
Más de la mitad de los votantes franceses no sólo han rechazado al candidato conservador, sino también un diagnóstico que atribuye la crisis al gasto estatal y los costos laborales.
Maniatados por el Tratado de Maastricht, contemporáneo del Consenso de Washington, los partidos europeos terminaron sacrificando su rica historia democrática y su mayor conquista, el Estado de Bienestar, en el altar de la disciplina monetaria y el equilibrio fiscal. Hoy, persiguen la cuadratura del círculo: convencer a los electores de que la única salida para recuperar la antigua bonanza es adoptar planes de austeridad que destruyen la producción, el empleo y los propios ingresos fiscales.
Para nosotros es un derrotero conocido, porque la imposición del programa del capital concentrado terminó llevándose puesto al sistema político argentino, jaqueado por los golpes de mercado y atrapado en la ciénaga de la Convertibilidad y la deuda externa. A partir de 2003, patear el tablero neoliberal permitió ir recuperando el empleo, la producción y la autonomía del Estado frente a los poderes fácticos.
Publicado por Tiempo Argentino, Mundo, pág. 20, el 8 de mayo de 2012.
