miércoles, 6 de febrero de 2008

EL COMPAÑERO PABLO CARUSO APORTA UN DOCUMENTO DE SU AUTORÍA PARA DISCUTIR SOBRE LA PROBLEMÁTICA SOCIAL EN ARGENTINA


"SOBRE LA CUESTION SOCIAL EN ARGENTINA.
POBREZA, VULNERABILIDAD SOCIAL Y EXCLUSION."
*

Por Pablo Ignacio Caruso
pcaruso@speedy.com.ar

1. A modo de Introducción: el problema

La fuerte recuperación que experimenta la economía argentina desde el segundo semestre del 2002, con tasas de crecimiento del producto, en promedio, del 9 por ciento anual, luego de la peor recesión de toda su historia, ha permitido un significativo descenso del nivel de pobreza vía expansión del empleo. En efecto, y según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), mientras que el porcentaje de personas viviendo bajo la línea de pobreza para el total de la población de los 28 aglomerados urbanos relevados por dicho organismo se ubicó, en el primer semestre del 2003, en un 54 por ciento, el mismo dato correspondiente al segundo semestre del 2005 arrojó un 33,8 por ciento . No obstante, este último dato (33,8 por ciento de pobreza) deja a las claras que el contexto socioeconómico argentino es un contexto que presenta aún como uno de sus rasgos sobresalientes una alta incidencia de la pobreza, en gran medida herencia de la “gran transformación” regresiva del capitalismo argentino iniciada a mediados de los años setenta y profundizada en los noventa del siglo pasado.

Esta situación, de elevada pobreza aunque en declive –declive de por sí auspicioso- a partir del proceso actual de expansión del producto y del empleo, está reeditando en Argentina, tanto dentro como fuera del actual gobierno, el predominio de un modo de entendimiento de la cuestión social –propio de los noventa- que la reduce al problema de la pobreza. Y este es, a mi juicio, el problema; y no sólo por lo que dicho reduccionismo representa (como todo reduccionismo) para el análisis de la cuestión social, esto es, una vía segura hacia una deficiente comprensión de la misma, sino también, y de modo crucial, por las consecuencias que esto tiene en el campo de las definiciones de tales o cuales políticas públicas dirigidas a la cuestión social, políticas públicas que pueden representar estrategias que “mantienen” los problemas sociales que hacen a la cuestión social en un punto de no varianza, estrategias que los profundizan, o bien, estrategias que permiten la reversión de las tendencias regresivas imperantes a los fines de avanzar hacia mayores niveles de igualdad, bienestar y cohesión social.

Por lo tanto, en este trabajo me ocuparé de responder la siguiente pregunta: ¿cómo pensar la cuestión social en Argentina hoy? Entiendo que responder de manera adecuada esta pregunta es fundamental, pues del tipo de comprensión que se construye sobre los problemas sociales depende en gran medida la resolución o no de los mismos.

2. Pobreza, vulnerabilidad social y exclusión: emergentes de la cuestión social en Argentina.

Hablar de cuestión social es hablar de las dificultades presentes en las sociedades modernas que inhiben la producción y/o el mantenimiento de la inserción social de toda la ciudadanía dañando, así, la cohesión del conjunto de la sociedad. En este sentido, esas “dificultades” constituyen expresiones emergentes de la cuestión social, o, lo que es lo mismo, problemas sociales.

En Argentina, como en el resto de América Latina, la pobreza, la vulnerabilidad social y la exclusión constituyen los principales emergentes de la cuestión social, en tanto alimentan la crisis de cohesión social que padecen las sociedades de la región. Pero antes de entrar en los argumentos que den cuenta de esta idea, voy a ocuparme de aclarar el significado de los términos en cuestión.

El concepto de pobreza remite a las condiciones sociales de reproducción de los individuos y “puede entenderse como una forma de vida caracterizada por el acceso insuficiente a ciertos elementos imprescindibles para el bienestar humanos” (LO VUOLO, R., BARBEITO, A., PAUTASSI, L., RODRIGUEZ, C., 1999: 289). Entre esos elementos se encuentran la salud, la educación, el hábitat y, de modo crucial, el empleo y los ingresos. Los accesos insuficientes o carencias que definen la situación de pobreza son independientes tanto de la percepción subjetiva como de las características personales de los afectados, pues son el resultado del modo de organización social en el cual los individuos desarrollan sus vidas. Concretamente, entiendo que son las relaciones económicas y el lugar ocupado en el espacio social de las relaciones laborales lo central para comprender tanto las causas como las vías de resolución del problema de la pobreza .

Por su parte, los conceptos de vulnerabilidad social y exclusión se refieren a estados de situación de las personas que se constituyen a partir de una determinada relación con el trabajo. En términos de Castel (1997), quién se refiere al trabajo en tanto “soporte privilegiado de inscripción en la estructura social”, existe “una fuerte correlación entre el lugar que se ocupa en la división social del trabajo y la participación en las redes sociabilidad y en los sistemas de protección que ‘cubren’ a un individuo ante los riesgos de la existencia. De allí la posibilidad de construir lo que yo llamaría ‘zonas’ de cohesión social. Entonces, la asociación ‘trabajo estable / inserción relacional sólida’ caracteriza una zona de integración. A la inversa, la ausencia de participación en alguna actividad productiva y el aislamiento relacional conjugan sus efectos negativos para producir la exclusión, o más bien, como trataré de demostrarlo, la desafiliación. La vulnerabilidad social es una zona intermedia, inestable, que conjuga la precariedad del trabajo y la fragilidad de los soportes de proximidad” (CASTEL, R., 1997: 15).

Si bien este esquema de interpretación de Castel es enteramente aplicable al caso argentino y, en general, al latinoamericano, encuentro necesario precisar algunas cuestiones a partir de dicho esquema. En primer lugar, para el autor, aquellas asociaciones entre trabajo/inserción (o, polarmente, ausencia de trabajo/exclusión) que definen las tres “zonas” de cohesión social, no operan de manera mecánica, y tampoco están congeladas en el tiempo, no se dan de una vez y para siempre. Así, la composición cambiante entre estas tres zonas sería, entonces, el indicador priveligiado para evaluar el grado de cohesión de una sociedad en un momento histórico determinado (CASTEL, R., 1997: 15). En segundo lugar, la asociación precariedad laboral/fragilidad de inserción que caracteriza la zona de vulnerabilidad social, hace de esta una condición social de riesgo, de dificultad, que pone en crisis, invalidando e inhabilitando, la capacidad de satisfacción del bienestar de los que la padecen. En tercer lugar, Castel cuestiona la utilidad del concepto de exclusión y propone, en su lugar, hablar de desafiliación. Este punto tiene su importancia, dado el uso extendido que posee el concepto de exclusión en el contexto latinoamericano. En efecto, y dado que en su esquema lo central no es ubicar a los individuos en las diferentes zonas sino plantear los procesos que los llevan de una zona a otra, “a pasar de la integración a la vulnerabilidad, o caer desde la vulnerabilidad en la inexistencia social” (CASTEL, R., 1997: 16), el autor justifica su preferencia por el concepto de desafiliación en virtud de que el mismo refiere a la idea de “recorrido”, de una “trayectoria”, y, en ese sentido, constituye un concepto dinámico, de mayor aptitud para “trazar” aquellos procesos que llevan a los individuos entre las diferentes zonas de cohesión que el concepto de exclusión, el cual representa un concepto estático, inmóvil, que designa estados de privación y confirma una “ruptura” (CASTEL, R., 1997: 16-17). Además, en general se entiende el concepto de exclusión en el sentido de exclusión “de” la sociedad (este es el uso más difundido, precisamente, en Argentina), cuando, en todo caso, se trata siempre de exclusión “en” la sociedad, dado que, como bien señala Castel en otro trabajo, “nunca hay en una sociedad situaciones fuera de lo social”, y que “es importante reconstruir el continuum de posiciones que vinculan los ‘in’ con los ‘out’ y volver a aprehender la lógica a partir de la que los ‘in’ producen los ‘out’” (CASTEL, R., 2000: 250; subrayado en el original).

En este sentido, y como bien señalara Lo Vuolo (1995), la noción de exclusión “en la sociedad” (exclusión social) es un fenómeno de carácter dicotómico, en el sentido que sólo puede ser entendido en relación con su opuesto: la idea de inclusión “en la sociedad” (inclusión social). Así, “la inclusión social significa englobar al conjunto de la población en el sistema de instituciones sociales, concierne tanto al acceso a sus beneficios, como a la dependencia del modo de vida individual con respecto a los mismos. De aquí, exclusión social refiere a todas aquellas condiciones que permiten, facilitan o promueven que ciertos miembros de la sociedad sean apartados, rechazados o simplemente se les niegue la posibilidad de acceder a los beneficios institucionales. Como ambos fenómenos son producto de una misma dinámica, los miembros excluidos se ven afectados por la inclusión de otros (por ejemplo, porque los recursos sociales disponibles se usan preferentemente para satisfacer a los incluidos)” (LO VUOLO, R. 1995: 15; subrayado en el original). Regresando al esquema de Castel, son las formas que asume el trabajo, junto con las redes de sociabilidad y los sistemas de protección social a aquel relacionadas, las “instituciones sociales” que definen los procesos de inclusión/exclusión social.

Luego de estas elucidaciones conceptuales, retomo ahora la idea central de este trabajo. La pobreza, la vulnerabilidad social y la exclusión constituyen emergentes de la cuestión social en Argentina. El dato central para comprender esto es la crisis de la sociedad salarial , producto de las transformaciones económicas y de la retracción del Estado de bienestar ocurrido en la pasada década de los noventa. En efecto, los cambios regresivos en el espacio social del trabajo (con rigor conceptual, debería decirse “espacio social del empleo remunerado” ) cruzan y relacionan los emergentes de la cuestión social. Una relación de empleo precario, un empleo inadecuadamente remunerado, presuponen una situación de pobreza. Y lo inverso también es cierto: a los pobres, su pobreza les impide elegir su relación de trabajo, ya que la presión de las carencias los obliga a tener que aceptar un empleo que los degrada, un programa social (frecuentemente con eje en el propio empleo) que los estigmatiza o modos ilegales de vida que los degrada, los estigmatiza y casi siempre también los mata. En el mismo sentido, pobreza y vulnerabilidad social ampliamente extendidas por el cuerpo social presuponen la presencia de una dinámica macrosocial de carácter excluyente, pero no la definen, pues las personas viven en situación de pobreza y de vulnerabilidad social por participar precisamente de esa dinámica que las excluye (o desafilia), y no al revés.

Hablar de crisis de la sociedad salarial es plantear la pérdida de consistencia del trabajo en tanto vector de integración social. En Argentina, el proceso de transformación realizado en los últimos años produjo una mayor dependencia de las personas con respecto a su situación en el mercado laboral. Esto se explica a partir tanto de los cambios ocurridos en la relación de empleo como por aquellos vinculados al sistema de protección social. En el primer caso, se desmantelaron los componentes de la red de seguridad laboral, favoreciendo la división y fragmentación de las relaciones labores. En el segundo caso, se acentuaron los componentes meritocráticos del sistema de protección social, se removieron o degradaron las bases de los componentes universales (salud, educación) a la par que se avanzó en la línea (promovida fuertemente por las agencias internacionales de asistencia crediticia - en particular, el Banco Mundial-) del asistencialismo focalizado. Aquí aparece una de las grandes paradójas del proceso de transformación en Argentina: se promovió una mayor dependencia de las personas con respecto a su situación en el mercado laboral al tiempo que se degradaba aceleradamente la condición del trabajo como garante de integración social.

En este sentido, no hay dato más contundente para marcar el nivel de degradación del trabajo-empleo como vector de integración social que el elevadísimo nivel de informalidad (trabajo no registrado) que presenta la estructura ocupacional argentina: el 45,5 por ciento del total de asalariodos/as . Esto implica que, alrededor de 5 millones de trabajadores/as, están fuera del sistema de Obras Sociales, no poseen aportes previsionales, ni gozan de los beneficios de una relación laboral formal (registrada), como ser el pago de horas extras, vacaciones, protección frente al despido arbitrario, etc.. De aquí se desprende que el mercado de trabajo-empleo en Argentina no presenta sólo un problema de cantidad de empleo que no se tiene (desocupación-subocupación) sino que, de modo menos visible pero más trascendente, presenta también el problema de la pésima calidad del empleo que se tiene (informalidad-precariedad).

Por todo esto, puede asumirse que en Argentina la precariedad laboral, el rasgo central de los cambios sufridos en el mercado de trabajo en los últimos años, supone fragilidad de inserción social. Es decir, debe atenderse fundamentalmente la llamada zona de vulnerabilidad social si se quiere buscar una solución efectiva a los problemas de la pobreza y la exclusión.


3. Conclusión

Encerrar la cuestión social en la problemática de la pobreza, tal como lo hace el modo de entendimiento de aquella predominante en Argentina y aquí criticado, entraña un serio riesgo tanto para la reflexión como para la acción. El riesgo para la reflexión consiste en que se deja de lado el cuestionamiento a las dinámicas macrosociales productoras de las desestabilizaciones actuales; en el mejor de los casos, se describen estados de carencias, se reflejan las diferentes formas asumidas por la pobreza, se diferencian “nuevas” de “viejas” pobrezas, se cuentan la cantidad de pobres, se estudia cómo se perciben a sí mismos y a las políticas que los tienen por objeto, etc., etc., evitando así profundizar en los procesos que explican cada una de esas cuestiones.

Por su parte, para la acción, en términos de intervención desde las políticas públicas tendiente al manejo de los factores de desestabilización social, el riesgo consiste en mantener, frente a la pobreza y la exclusión, sólo una estrategia asistencialista focalizada, con carácter reparadora centrada en situaciones ya degradas, renunciando a intervenir de modo preventivo apuntando a revertir las tendencias al aumento de la vulnerabilidad de masas y a la pérdida de cohesión social, al tiempo que se abriga la vana esperanza de revertir dichas tendencias de la mano sólo de la recuperación del empleo vía crecimiento económico sostenido.

A mi juicio, y para terminar, la pobreza debe considerarse como un emergente de la cuestión social, y sólo podrá resolverse como parte de la resolución de la cuestión social. Pensar en una estrategia efectiva de lucha contra la pobreza y la exclusión implica avanzar hacia una intervención desde la política pública que prevenga los factores de desestabilización de la sociedad salarial, en el centro mismo de los procesos de producción y, sobre todo, de distribución del ingreso y la riqueza social.


Bibliografía

CARUSO, PABLO IGNACIO: Un remedio peor que la enfermedad: la vía neoliberal de lucha contra la pobreza en América Latina. Con énfasis en el caso argentino, Documento de trabajo nro. 38, Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (Ciepp), Buenos Aires, 2003 (disponible en www.ciepp.org.ar).

CASTEL, R.: Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1997.

CASTEL, R.: “Las trampas de la exclusión”, en Vasilachis de Gialdino, I. y otros, Pobres, pobreza y exclusión social, Buenos Aires, Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (Ceil)-Conicet, 2000.

CASTEL, R.: La inseguridad social. ¿Qué es estar protegido?, Buenos Aires, Manantial, 2004.

INDEC: Información de prensa: Incidencia de la pobreza y de la indigencia en 28 aglomerados urbanos. Resultados del segundo semestre del 2005, Buenos Aires, Indec, 2006.

INDEC: Encuesta Permanente de Hogares. Indicadores socioeconómicos – 28 aglomerados urbanos. Resultados del 4º trimestre del 2005, Buenos Aires, Indec, 2006.

LO VUOLO, R.: “A modo de presentación: la propuesta del ingreso ciudadano”, en Lo Vuolo, R. (comp.), Contra la exclusión. La propuesta del Ingreso Ciudadano, Buenos Aires, Ciepp-Miño y Dávila editores, 1995.

LO VUOLO, R., BARBEITO, A., PAUTASSI, L., RODRIGUEZ, C.: La pobreza... de la política contra la pobreza, Madrid, España, Ciepp-Miño y Dávila editores, 1999.

* Trabajo publicado en Realidad Económica, número 222, Agosto - Septiembre 2006, Revista de Economía editada por el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE). Se publica en este blog con autorización de la revista.

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