El proceso que desembocó en el Grito de Alcorta fue muy complejo, la mayoría de los arrendatarios y medieros eran extranjeros (en algunas zonas llegaban al 80%), y en el campo primaba el individualismo y la desconfianza, lo que dificultaba la organización gremial. A su vez la Ley de Residencia, que permitía la deportación de extranjeros, causaba mucho temor. A pesar de esto, a principios de 1912 los chacareros organizaron sus primeras reuniones, ayudados por los sindicatos de estibadores y oficios varios, los Centros de Estudios Sociales dirigidos por los anarquistas y los braceros (“linyeras”), que tenían una gran tradición de lucha.
El detonante del Grito de Alcorta fue la formidable cosecha de 1912, al comprobar los chacareros que luego de pagar las deudas nada quedaba para ellos.
El 25, el día clave
El 25 de junio de 1912 se realizó una asamblea en la Sociedad Italiana de Alcorta, de la que participaron alrededor de 300 agricultores y entre manifestaciones combativas se declaró la huelga por tiempo indeterminado, hasta conseguir, entre otras reivindicaciones, “1) rebaja general de los arrendamientos y aparcerías; 2) entregar en las aparcerías el producto en parva o troje, como salga; 3) contratos por un plazo mínimo de 4 años”.
La convocatoria había surgido de los campesinos de Alcorta, encabezados por Francisco Bulzani, quienes contaban con el aval de los parrocos de esa localidad y de la localidad vecina de Máximo Paz, los hermanos José y Pascual Netri y de los comerciantes de la zona. El abogado Francisco Netri, hermano de los párrocos y uno de los protagonistas, tuvo un papel destacado en la asamblea y fue quien enfatizó que los chacareros debían “constituir su organización gremial autónoma”.
A medida que se avanzó en la huelga, se fue avanzando también en su organización, y tomó fuerza la idea de constituir una organización central de chacareros. Fue así como el 15 de agosto de 1912, en la Sociedad Italiana de Rosario, se fundó la Federación Agraria Argentina.
La respuesta de los terratenientes y las fuerzas represivas no se hizo esperar, motivo por el cual los huelguistas tuvieron sus primeras víctimas. En un acto realizado en la localidad de Firmat fueron asesinados los dirigentes agrarios anarquistas Francisco Mena y Eduardo Barros, mientras en la ciudad de Rosario era fusilado Francisco Netri.
A pesar del violento accionar de los terratenientes, los huelguistas fueron logrando cada vez más adhesiones. Al apoyo inicial de los anarquistas y socialistas, de los curas y los pequeños comerciantes, fueron sumándose los profesionales y amplios sectores populares. Ante el temor de tener que afrontar grandes pérdidas económicas, los terratenientes fueron cediendo lentamente y hacia mediados de 1913 la inmensa mayoría de los arrendatarios habían logrado una importante rebaja de los arrendamientos. De todos modos, la oligarquía logró mantener cláusulas leoninas en los contratos, que imponían restricciones a la libertad de comprar y vender.
El Grito de Alcorta, si bien no modificó sustancialmente la estructura agraria, favoreció el surgimiento de organizaciones campesinas en otros lugares del país, como la Liga agraria de Bahía Blanca y la Liga Agraria de La Pampa, las que participaron junto a la FAA de un congreso nacional campesino donde, además de los reclamos puntuales a los terratenientes y comerciantes, se reivindicaron los postulados de la Revolución Mexicana encabezada por Emiliano Zapata. Por primera vez en Argentina se enarboló el principio de que “...la tierra debe pertenecer en propiedad del que la trabaja...”.