Caranchos y marionetas
Por Oscar González* / El Argentino
Las emocionadas presencias de los mandatarios sudamericanos acompañando a la presidenta Cristina Fernández durante el velatorio de Néstor Kirchner, dan cuenta del reconocimientointernacional logrado por quien sobresalió a los ojos del mundo por el coraje y la determinación para librar a la Argentina del peso aplastante de la deuda pública, por el enérgico rechazo al Alca en la ya famosa cumbre de Mar del Plata y por su papel, durante y después de su mandato, en la preservación de la democracia y la soberanía en los países de América del Sur. Esa realidad demostró la ridiculez del discurso de la derecha local, empeñada en imaginar un gobierno segregado del mundo. Tampoco pueden ocultar ahora que Néstor Kirchner fue, además, profeta en su tierra: las multitudinarias manifestaciones de dolor por su muerte y de apoyo a la Presidenta permiten visibilizar hasta dónde han calado en el sentimiento popular las reformas progresistas de ambos gobiernos. Frente a esa implacable realidad se estrella la prefabricada demonización del ex mandatario.
No obstante, los analistas de los medios hegemónicos, los mismos que venían construyendo un escenario político de aislamiento y pérdida de poder del ex presidente, se han lanzado ahora a una verdadera operación de chantaje basado en la pretensión de que la Presidenta, para sostener la gobernabilidad democrática, debe abjurar de las políticas que signan su mandato y, antes, el de su esposo. Así, el famoso pliego de condiciones de la derecha que Kirchner rechazó cuando asumió en 2003, regresa hoy disfrazado con frases ampulosas como “conciliación nacional”, "desmontar la crispación” y otras mistificaciones que no alcanzan a ocultar que lo que se quiere es la capitulación y vuelta atrás en todo lo alcanzado hasta el presente en materia de soberanía política y económica, redistribución del ingreso y valoración del trabajo y la producción como motor del desarrollo nacional. Varios dirigentes políticos, marionetas que abrevan en los editoriales de los diarios del monopolio , repiten esas falacias y casi sin disimulo lo enuncian como condición para apoyar a la Presidenta, a quien se esfuerzan por presentar en una situación de fragilidad, como si algun peligro amenazase su mandato democrático. “Caranchos”, los llamó Cristina.
Pero tal manipulación canallesca no alcanza a esconder la centralidad política del apoyo popular, que las movilizaciones de estos días han puesto en primer plano. La comprensión y la tangibilidad de las políticas que disminuyeron la pobreza extrema, como la asignación universal por hijo y las que mejoraron sustancialmente el ingreso de los jubilados, que permitieron crecer sostenidamente los salarios y mejorar las condiciones de trabajo, ya son derechos adquiridos que serán defendidos como tales y que ningún pacto o coalición de la derecha económica y política podrá abolir. Por el contrario, la fortaleza de la Presidenta radica no solamente en su potente personalidad y empuje cívico sino básicamente en esas políticas, que son la piedra angular de la gobernabilidad democrática junto con otras decisiones, como la erradicación de la represión a la protesta social, herramienta violenta de la que no prescindió ninguno de los gobiernos que sucedieron a la última dictadura militar.
Si la derecha cree o pretende hacer creer que con la ausencia física de Néstor Kirchner ha de cesar el impulso renovador de la política, la economía y la sociedad, desplegado primero por Kirchner y ahora con Cristina, ignora que el legado del ex presidente no es pasado sino presente vivo, asumido en los corazones y los cuerpos de millones de hombres, mujeres y niños a los que se les devolvió una dignidad que les fuera arrebatada, precisamente, por la misma amalgama de intereses que acecha a la Presidenta.
Es obvio que el deceso de Kirchner deja un vacío enorme pero también plantea el desafío de perfeccionar el rumbo con proyectos cada vez más transformadores, como la participación de los trabajadores en las ganancias empresarias, el mejoramiento de la legislación laboral, la aplicación definitiva de la ley de medios, la sanción de normas tributarias mas progresivas y un sistema financiero que abandone la especulación y esté al servicio del desarrollo productivo. Ese modelo es el mandato de Kirchner y el destino de la nación.
*Dirigente socialista. Secretario de Relaciones Parlamentarias del gobienro nacional.
Por Oscar González* / El Argentino
Las emocionadas presencias de los mandatarios sudamericanos acompañando a la presidenta Cristina Fernández durante el velatorio de Néstor Kirchner, dan cuenta del reconocimientointernacional logrado por quien sobresalió a los ojos del mundo por el coraje y la determinación para librar a la Argentina del peso aplastante de la deuda pública, por el enérgico rechazo al Alca en la ya famosa cumbre de Mar del Plata y por su papel, durante y después de su mandato, en la preservación de la democracia y la soberanía en los países de América del Sur. Esa realidad demostró la ridiculez del discurso de la derecha local, empeñada en imaginar un gobierno segregado del mundo. Tampoco pueden ocultar ahora que Néstor Kirchner fue, además, profeta en su tierra: las multitudinarias manifestaciones de dolor por su muerte y de apoyo a la Presidenta permiten visibilizar hasta dónde han calado en el sentimiento popular las reformas progresistas de ambos gobiernos. Frente a esa implacable realidad se estrella la prefabricada demonización del ex mandatario.
No obstante, los analistas de los medios hegemónicos, los mismos que venían construyendo un escenario político de aislamiento y pérdida de poder del ex presidente, se han lanzado ahora a una verdadera operación de chantaje basado en la pretensión de que la Presidenta, para sostener la gobernabilidad democrática, debe abjurar de las políticas que signan su mandato y, antes, el de su esposo. Así, el famoso pliego de condiciones de la derecha que Kirchner rechazó cuando asumió en 2003, regresa hoy disfrazado con frases ampulosas como “conciliación nacional”, "desmontar la crispación” y otras mistificaciones que no alcanzan a ocultar que lo que se quiere es la capitulación y vuelta atrás en todo lo alcanzado hasta el presente en materia de soberanía política y económica, redistribución del ingreso y valoración del trabajo y la producción como motor del desarrollo nacional. Varios dirigentes políticos, marionetas que abrevan en los editoriales de los diarios del monopolio , repiten esas falacias y casi sin disimulo lo enuncian como condición para apoyar a la Presidenta, a quien se esfuerzan por presentar en una situación de fragilidad, como si algun peligro amenazase su mandato democrático. “Caranchos”, los llamó Cristina.
Pero tal manipulación canallesca no alcanza a esconder la centralidad política del apoyo popular, que las movilizaciones de estos días han puesto en primer plano. La comprensión y la tangibilidad de las políticas que disminuyeron la pobreza extrema, como la asignación universal por hijo y las que mejoraron sustancialmente el ingreso de los jubilados, que permitieron crecer sostenidamente los salarios y mejorar las condiciones de trabajo, ya son derechos adquiridos que serán defendidos como tales y que ningún pacto o coalición de la derecha económica y política podrá abolir. Por el contrario, la fortaleza de la Presidenta radica no solamente en su potente personalidad y empuje cívico sino básicamente en esas políticas, que son la piedra angular de la gobernabilidad democrática junto con otras decisiones, como la erradicación de la represión a la protesta social, herramienta violenta de la que no prescindió ninguno de los gobiernos que sucedieron a la última dictadura militar.
Si la derecha cree o pretende hacer creer que con la ausencia física de Néstor Kirchner ha de cesar el impulso renovador de la política, la economía y la sociedad, desplegado primero por Kirchner y ahora con Cristina, ignora que el legado del ex presidente no es pasado sino presente vivo, asumido en los corazones y los cuerpos de millones de hombres, mujeres y niños a los que se les devolvió una dignidad que les fuera arrebatada, precisamente, por la misma amalgama de intereses que acecha a la Presidenta.
Es obvio que el deceso de Kirchner deja un vacío enorme pero también plantea el desafío de perfeccionar el rumbo con proyectos cada vez más transformadores, como la participación de los trabajadores en las ganancias empresarias, el mejoramiento de la legislación laboral, la aplicación definitiva de la ley de medios, la sanción de normas tributarias mas progresivas y un sistema financiero que abandone la especulación y esté al servicio del desarrollo productivo. Ese modelo es el mandato de Kirchner y el destino de la nación.
*Dirigente socialista. Secretario de Relaciones Parlamentarias del gobienro nacional.