Los golpes de la política
Por María José Sánchez
Eventos pugilísticos en el Congreso, eran los de antes, como cuando en 1917, en el recinto, el Diputado Radical Oyhanarte le tiró una carpeta al Socialista Juan B. Justo en un frustrado intento por silenciar sus palabras, el problema fue cuando erró el tiro, golpeó a otro Diputado, y una sucesión de hechos bochornosos terminó en trifulca.
Las escenas dignas de un Ring que hemos visto en las últimas horas, están malinterpretadas. La Diputada Camaño no dedica las horas de ocio a practicar boxeo, ni Kunkel dedica su tiempo libre a hacer de puching ball. Lo que aquí sucedió, no se debió a la efervescencia producto de una discusión acalorada, o a la impulsividad de la Diputada, o a la falta de reflejos del Diputado Kunkel, sino que ésto fue una certera desviación del eje de la discusión, y muy efectiva, por cierto.
Hasta ese momento, se estaban discutiendo cosas muchos más importantes y de mayor envergadura que un cachetazo sorpresivo. Se estaban discutiendo las supuestas presiones recibidas en la última sesión sobre el Presupuesto 2011 por la ultrarreligiosa Diputada Cyntia Hotton, es más, se estaba por proceder a la votación sobre ese tema y la oposición tenía algo claro: perdía esa contienda. Ese ya famoso bofetón, logró obturar que la mayoría de los Diputados presentes en la Comisión de Asuntos Constitucionales (que la Diputada ‘propinante’ preside) manifestara su vocación de que las denuncias fueran desestimadas por falta de pruebas y pasaran a archivo.
En pocas palabras, Graciela Camaño, se inmoló al mejor estilo Bonzo y se llevó en sus espaldas todo el peso del escándalo, pero logró su cometido original: evitar esa votación. A todo esto, surgen quienes se burlan de estos hechos de pugilato, quienes se indignan por ellos y hasta quienes los justifican. Ahora bien, la oposición durante todo el debate el la Cámara de Diputados y hasta en dicha comisión, adujo en reiteradas oportunidades que el oficialismo ‘no quería discutir el Presupuesto’, resulta cuando menos llamativo como esa misma oposición zanja las diluciones cuando no las puede ganar.
Pero algo resulta aún más inquietante, si éste es el sistema que algunos que pretenden ser gobierno (otra vez) atinan utilizar para resolver los conflictos y, por sobre todas las cosas, si la violencia explícita es la carta a jugar en situaciones donde las discusiones se pierden, entonces es hora de ir a los botes salvavidas, con premura, porque nos ha tapado, finalmente, el agua. Y aquí no pierden sólo los Diputados o la política, sino que perdemos todos.
Por María José Sánchez
Eventos pugilísticos en el Congreso, eran los de antes, como cuando en 1917, en el recinto, el Diputado Radical Oyhanarte le tiró una carpeta al Socialista Juan B. Justo en un frustrado intento por silenciar sus palabras, el problema fue cuando erró el tiro, golpeó a otro Diputado, y una sucesión de hechos bochornosos terminó en trifulca.
Las escenas dignas de un Ring que hemos visto en las últimas horas, están malinterpretadas. La Diputada Camaño no dedica las horas de ocio a practicar boxeo, ni Kunkel dedica su tiempo libre a hacer de puching ball. Lo que aquí sucedió, no se debió a la efervescencia producto de una discusión acalorada, o a la impulsividad de la Diputada, o a la falta de reflejos del Diputado Kunkel, sino que ésto fue una certera desviación del eje de la discusión, y muy efectiva, por cierto.
Hasta ese momento, se estaban discutiendo cosas muchos más importantes y de mayor envergadura que un cachetazo sorpresivo. Se estaban discutiendo las supuestas presiones recibidas en la última sesión sobre el Presupuesto 2011 por la ultrarreligiosa Diputada Cyntia Hotton, es más, se estaba por proceder a la votación sobre ese tema y la oposición tenía algo claro: perdía esa contienda. Ese ya famoso bofetón, logró obturar que la mayoría de los Diputados presentes en la Comisión de Asuntos Constitucionales (que la Diputada ‘propinante’ preside) manifestara su vocación de que las denuncias fueran desestimadas por falta de pruebas y pasaran a archivo.
En pocas palabras, Graciela Camaño, se inmoló al mejor estilo Bonzo y se llevó en sus espaldas todo el peso del escándalo, pero logró su cometido original: evitar esa votación. A todo esto, surgen quienes se burlan de estos hechos de pugilato, quienes se indignan por ellos y hasta quienes los justifican. Ahora bien, la oposición durante todo el debate el la Cámara de Diputados y hasta en dicha comisión, adujo en reiteradas oportunidades que el oficialismo ‘no quería discutir el Presupuesto’, resulta cuando menos llamativo como esa misma oposición zanja las diluciones cuando no las puede ganar.
Pero algo resulta aún más inquietante, si éste es el sistema que algunos que pretenden ser gobierno (otra vez) atinan utilizar para resolver los conflictos y, por sobre todas las cosas, si la violencia explícita es la carta a jugar en situaciones donde las discusiones se pierden, entonces es hora de ir a los botes salvavidas, con premura, porque nos ha tapado, finalmente, el agua. Y aquí no pierden sólo los Diputados o la política, sino que perdemos todos.