Una parábola de las artimañas opositoras
Por Oscar González / Tiempo Argentino
El año parlamentario 2010 es una parábola que empieza y concluye con dos episodios que expresan las artimañas de las que se valió la oposición para perturbar la marcha del gobierno y erosionar la gobernabilidad.
Ese curso se inicia en la sesión preparatoria del 3 de diciembre de 2009, cuando las distintas oposiciones coaligadas, el Grupo A, dieron el zarpazo y se apoderaron del control de la mayoría de las comisiones legislativas.
Concluye en estos días, al finalizar el período de sesiones ordinarias, cuando esos mismos sectores le niegan al Poder Ejecutivo la posibilidad de disponer de un Presupuesto, que es el instrumento que expresa su plan de gobierno para el año que viene. De este modo, el balance del año legislativo es pobre gracias a la irresponsabilidad de la oposición. Si pueden mencionarse algunos hitos positivos (como la aprobación de la ley de matrimonio igualitario y la ley de salud mental, sancionada en la ultima sesión del Senado), es porque desde el gobierno nacional se han impulsado ese tipo de normas y se logró el concurso de al menos un segmento de la oposición.
El año parlamentario reveló, además de esa vocación obstruccionista de las bancadas opositoras, que era falaz la concepción de que tras las elecciones del 28 de junio de 2009 había nacido una “nueva mayoría” antigubernamental.
Lo demostraron los sucesivos fracasos del Grupo A, incapaz de imponer una agenda sesgada impuesta por los medios de comunicación hegemónicos (DNU, Consejo de la Magistratura, Indec) y concluye patéticamente en la sesión de Diputados y de la comisión de Asuntos Constitucionales de esa Cámara, donde quedan en evidencia las grietas, disputas y rivalidades que corroen a una oposición sin rumbo ni propuestas. Sólo cabe esperar que la oposición recapacite y asuma en 2011 el desafío de ejercer su rol con la responsabilidad y dignidad republicana que este año olvidó.
*Secretario de Relaciones Parlamentarias.
Jefatura de Gabinete.
Por Oscar González / Tiempo Argentino
El año parlamentario 2010 es una parábola que empieza y concluye con dos episodios que expresan las artimañas de las que se valió la oposición para perturbar la marcha del gobierno y erosionar la gobernabilidad.
Ese curso se inicia en la sesión preparatoria del 3 de diciembre de 2009, cuando las distintas oposiciones coaligadas, el Grupo A, dieron el zarpazo y se apoderaron del control de la mayoría de las comisiones legislativas.
Concluye en estos días, al finalizar el período de sesiones ordinarias, cuando esos mismos sectores le niegan al Poder Ejecutivo la posibilidad de disponer de un Presupuesto, que es el instrumento que expresa su plan de gobierno para el año que viene. De este modo, el balance del año legislativo es pobre gracias a la irresponsabilidad de la oposición. Si pueden mencionarse algunos hitos positivos (como la aprobación de la ley de matrimonio igualitario y la ley de salud mental, sancionada en la ultima sesión del Senado), es porque desde el gobierno nacional se han impulsado ese tipo de normas y se logró el concurso de al menos un segmento de la oposición.
El año parlamentario reveló, además de esa vocación obstruccionista de las bancadas opositoras, que era falaz la concepción de que tras las elecciones del 28 de junio de 2009 había nacido una “nueva mayoría” antigubernamental.
Lo demostraron los sucesivos fracasos del Grupo A, incapaz de imponer una agenda sesgada impuesta por los medios de comunicación hegemónicos (DNU, Consejo de la Magistratura, Indec) y concluye patéticamente en la sesión de Diputados y de la comisión de Asuntos Constitucionales de esa Cámara, donde quedan en evidencia las grietas, disputas y rivalidades que corroen a una oposición sin rumbo ni propuestas. Sólo cabe esperar que la oposición recapacite y asuma en 2011 el desafío de ejercer su rol con la responsabilidad y dignidad republicana que este año olvidó.
*Secretario de Relaciones Parlamentarias.
Jefatura de Gabinete.