Entrevista con Hermes Binner
Enemigo de los excesos, el primer gobernador socialista de la Argentina es una rara avis en la política nacional. Se opone al Gobierno, pero rescata algunas de sus políticas; marca la diferencia con el resto de la oposición, pero evita críticas directas. Quién es y cómo piensa uno de los dirigentes con mejor imagen y más futuro de todo el país
Ricardo Carpena/La Nacion
Parece un político europeo. Salido de esos países estables, civilizados, profundamente democráticos, en los cuales los oficialistas gobiernan sin despedazar a sus rivales y los opositores proponen alternativas sin agraviar, y hasta entre ambos pueden acordar políticas de Estado que se mantienen inalterables, sin esas oscilaciones pendulares que en la Argentina parecen detenernos, como en una maldición, siempre en el mismo sitio.
También parece un político de los de antes, medido, prolijo, tolerante, austero, enemigo de los excesos, de los agravios y de los permanentes vaticinios apocalípticos a los que se acostumbró nuestra sociedad, como si la crispación y la exterminación del contrario fueran las reglas del dirigente contemporáneo.
Tan en otra dimensión parece estar Hermes Binner, el gobernador de Santa Fe, el primer mandatario provincial de la historia que proviene del Partido Socialista y uno de los dirigentes con mejor imagen y más futuro de todo el país, que hasta parece natural que eluda sistemáticamente cualquier definición tajante.
Se opone al gobierno de Cristina Kirchner, pero sólo le reprocha "la falta de diálogo" e incluso elogia medidas oficiales como la disolución de las AFPJ o el plan de repatriación de capitales. Al mismo tiempo, elogia la "valentía" y la "actitud" de Elisa Carrió, pero admite que tiene muchas diferencias con ella y hasta la cuestiona, en forma elíptica, cuando afirma que "hay tiempos para la protesta y tiempos para la propuesta, y éste es un tiempo fundamentalmente para la propuesta".
No hace falta ser psicólogo para darse cuenta enseguida de que este médico anestesiólogo de 65 años, un geminiano oriundo de Rafaela y descendiente de suizos, es un caso extraño dentro de la política argentina.
Hasta tal punto llega su discreción que durante la entrevista de poco más de una hora que mantuvo con Enfoques, en la Casa de la Provincia de Santa Fe, en plena City porteña, la única pregunta que lo descolocó fue, acaso, la más ingenua: "¿Qué hace en su tiempo libre?".
"Hago lo mismo", insistía una y otra vez, hasta que los sugestivos silencios lo llevaron a rogarle a su vocero: "Ayudame". "Camina", le soplaron al ex intendente de Rosario, que, obviamente, sabe qué hace en su tiempo libre. Pero es evidente que, en sus códigos tan estrictos, la vida privada es privadísima.
Ese preciso mecanismo de relojería suiza que es su ánimo no se altera ni siquiera cuando se intenta que defina con quién piensa aliarse para enfrentar en las urnas al kirchnerismo o se le pregunta si finalmente se convertirá en candidato a presidente para las elecciones de 2011.
Sólo hay atisbos de indignación cuando se le menciona el bloqueo que el Senado de su provincia, con mayoría peronista, les impuso a medidas que él había impulsado, como una reforma tributaria y la designación de un juez para los tribunales de Venado Tuerto.
-¿Por qué es tan renuente a sumarse al acuerdo opositor que lograron Elisa Carrió y el radicalismo?
-No somos renuentes, sino realistas en función de lo que sucede en nuestra provincia. En Santa Fe hemos logrado la conformación del Frente Progresista Cívico y Social, donde están la UCR, el socialismo, la democracia progresista, el SI, el ARI, Encuentro Popular, el partido de (Martín) Sabbatella. Es una cuestión natural de trabajar en la que hemos vencido una vieja cultura, que es la cultura de la disidencia, y la hemos transformado en la cultura de coincidencias.
-No es la primera vez que se diferencia de Carrió. ¿Cuál es realmente el problema que tiene con ella?
-Ninguno. Valoro muchísimo su valentía, su actitud, pero bueno... tenemos formas de construir... Está el resultado en la provincia de Santa Fe, que es a lo que aspiramos.
-Pero, ¿qué lo diferencia de Carrió?
- Bueno, muchas cosas, obviamente. Formaciones, historias... Mi preocupación no es diferenciar sino acercar y buscar en el terreno donde están las lógicas que permitan una mirada común sobre la educación, la salud, la vivienda, el trabajo. Hay tiempos para la protesta y tiempos para la propuesta. Y creemos que éste es un tiempo para la propuesta.
-El socialismo, a nivel nacional, apoya el acuerdo entre Carrió y la UCR, pero a usted lo veo muy cauteloso...
-No es un problema de cautela, sino de realidad: ¿qué se elige el año que viene? Diputados y senadores por varias provincias, algunas intendencias, todos los cargos de las comunas. Tenemos que trabajar para esto. Además, hay que levantar la mirada. No sólo estar siempre pendiente de las próximas elecciones. Eso es lo que nos paraliza permanentemente. La gente se da cuenta y se pregunta cuándo van a gobernar.
La población nos ha dado esta responsabilidad en Santa Fe. Estamos cumpliendo un año. Bueno, nos quedan tres años por delante para demostrar que nuestros programas tienen que ver con lo que estamos haciendo. Nuestra forma de ver la política es así. A partir de la realidad, tratar de mejorarla y de construir consensos.
-De todas formas, en las elecciones del año próximo se juega mucho porque estará en juego la relación de fuerzas en el Congreso y, además, será una señal concreta de cómo quedará el poder del kirchnerismo. ¿Esto no lo obliga a tomar una definición de aliarse o sumarse a una propuesta opositora?
-Obviamente, vamos a trabajar para tener más representantes de Santa Fe que defiendan los intereses de la provincia. La prueba se dio hace pocos días con la sanción del impuesto al cheque. ¿Dónde está la razón por la cual ese impuesto no pueda ser coparticipado a las provincias? El 70% de ese impuesto se lo queda el Estado y sólo el 30% se coparticipa, y de ese 30% el Estado hace una segunda imposición que llega al 42%...
-Sigo obsesionado con el tema de Carrió y el radicalismo. ¿Ve imposible entonces un acuerdo con ellos?
-Hay que construir sobre la base de la realidad, y la construcción tiene que ver con las provincias en las que estamos. La que viene no será una elección a nivel nacional. Tenemos que fomentar que las opiniones que van a llevar adelante nuestros diputados y senadores defiendan los intereses de Santa Fe. Esto lo hemos vivido con el tema del campo. Lamentablemente, muchos legisladores no han defendido los intereses de los productores, de los trabajadores del sector agroindustrial, y hoy estamos viendo las consecuencias.
-¿No cree que la gente percibe que la única forma de ganarle al kirchnerismo es juntándose, aliándose?
-El problema no es ganarle al otro, sino proponer una alternativa. Y esto significa tener un proyecto de Nación. Hace 100 años, cuando se celebraba el centenario, la Argentina tenía un proyecto de Nación. Hoy, en el Bicentenario, no lo tenemos. Es nuestro peor problema. Tenemos que salir de esta situación con un proyecto en el cual nos todos nos sintamos partícipes.
-Tener un proyecto de Nación es loable y necesario, pero si le frustran sus propuestas en el Senado, como le pasa a usted en Santa Fe, está en problemas...
-Claro, obviamente, pero el que impide hoy llevar adelante el programa del partido que ganó, que se haga cargo ante la población de por qué se opuso... Tiene que ver con una vieja política, y nosotros llevamos adelante una nueva política. Que tiene que ver con la descentralización de la provincia, con la generación de planes estratégicos de cada una de las regiones.
-¿Está la mano del gobierno nacional detrás del Senado que le bloquea a usted algunas de sus medidas?
-Ellos no se resignan porque han perdido las elecciones después de gobernar la provincia un cuarto de siglo, ley de lemas mediante. Creen que pueden seguir nombrando jueces de un signo político, como lo han hecho en toda su historia. Tiene que haber un consejo de la magistratura, que provea de mejores jueces. Y el tribunal de cuentas no tiene que ser de mi partido, sino que tiene que surgir de concursos. Eso es lo que vamos a implementar. Es necesario generar una nueva forma de gobernar. Para que la gente vuelva a creer. Si no, no hay posibilidad de que la situación se transforme.
-Usted tiene un estilo moderado, pero un sector de la sociedad exige definiciones drásticas a la oposición. ¿Cómo se define? ¿Oficialista crítico? ¿Crítico oficialista?
-La mejor definición es a través de la actitud que uno toma. Nuestra postura en el tema de las AFJP, por ejemplo, no ha sido entendida. Históricamente hemos estado a favor del sistema de reparto. La ley de [Domingo] Cavallo se mofaba de la Constitución...
-¿Lo conforma cómo quedó la ley que derogó el sistema de las AFJP?
-Hay muchos signos de interrogación, pero en líneas generales estamos de acuerdo en pasar del sistema de capitalización al de reparto. No somos oposición por la oposición misma. En otras cosas tenemos posiciones diferentes. La necesidad de trabajar por un país normal, que tenga una prospectiva, es una construcción colectiva en la que el diálogo tiene que ser la base fundamental y la concertación, la forma de arribar a ese objetivo común.
-Usted tiene fama de buen administrador, de honesto, pero también de ser tibio. ¿Cómo se lleva con esa fama?
-No, al contrario, hemos tenido una posición muy fuerte sobre el campo, por ejemplo. La única provincia argentina que elaboró una propuesta para el campo es Santa Fe.
-Es que tiene un estilo que lo hace parecer un dirigente europeo...
-Somos argentinos...
-¿Cuáles son sus diferencias con el gobierno nacional? ¿Qué le critica?
-La falta de diálogo.
-¿Le molesta la gran influencia que tiene Néstor Kirchner sobre la Presidenta?
-No le hace bien a Cristina. Pero bueno... tampoco uno puede decirle con quién tiene que... En fin. Es mucho mas constructivo para la Nación y para ella misma tener una mayor independencia, pero bueno...
-Usted elogió el plan anticrisis del Gobierno, que incluye el proyecto de repatriación de capitales, polémico por el riesgo de que facilite el lavado de dinero...
-Es polémico si los capitales que se fueron del país para engrosar las arcas de algún paraíso fiscal no vuelven. Ojalá pudiésemos repatriar esos capitales argentinos. El peligro son los otros capitales, esos que llamaban golondrina, aunque había quienes vestían a las golondrinas de buitres (se ríe).
-¿Los anuncios pueden mitigar la crisis? ¿Están en la senda correcta?
-(Piensa) Traer capitales me parece bueno, por eso apoyamos esta medida.
-Usted se queja de que el gobierno nacional no le gira los fondos necesarios...
-No recibimos lo que nos corresponde. Además, por ejemplo, si el dinero de las AFJP vuelve ahora a la Anses, ¿qué sentido tiene que a las provincias se les descuente el 15% para sustentar el fondo de la Anses?
-¿Lo pudo hablar con alguien del gobierno nacional?
-Sí, obviamente. Son 2142 millones de pesos para el año en curso. No es poco dinero. Esa ley de emergencia es injusta, y esta quita de lo que nos corresponde, también. En nuestra provincia, el 50% de la población no tiene cloacas, la provisión de agua potable está restringida a 15 ciudades, todo el Centro Oeste toma agua con arsénico, tiene un sistema de salud que es muy débil. Y ahora, con el secundario obligatorio, hay un déficit de escuelas muy importante. No le sobra dinero a Santa Fe. Los necesita para hacer obras.
-¿Cuál es la prioridad?
-Lo social.
-¿Mejoraron los índices de pobreza?
-No, empeoraron. De hecho, el año pasado aumentó la mortalidad infantil. Esta es la segunda provincia argentina. Estamos exportando soja, comida, carne, a todo el mundo...
-¿Cómo afronta eso con semejantes dificultades económicas?
-Con políticas. A través de políticas se puede lograr educación de calidad, salud como corresponde, una jubilación digna, un hábitat saludable. Estas cuestiones tienen que estar en la agenda social en forma permanente.
-Estas políticas deben chocar con un Senado hostil. Ya le frenó la reforma impositiva, que afectó las finanzas provinciales...
-Tenemos la obligación de gobernar. Si lo hacemos con pocos recursos, nivelamos hacia abajo. Gobernar con más recursos permite hacer más hospitales, más escuelas, mejores comunicaciones. No queríamos un impuestazo. Era una reforma muy racional que salía de las pautas neoliberales, donde el que menos tiene más paga, como el caso del IVA, por ejemplo. Una peluquería, por ejemplo, paga ingresos brutos; una petrolera no los paga. Una verdulería paga ingresos brutos; una fábrica de autos no los paga. Algo no funciona bien, entonces. Como decía Juan B. Justo, el impuesto es la base de la democracia.
-¿En qué le gustaría que lo escuchara el gobierno nacional?
-En la realidad de Santa Fe. Venimos de una provincia ampliamente fragmentada por políticas a las que le interesaban esta fragmentación. Precisamente, el jueves 11, cuando se cumple un año de nuestra gestión, vamos a presentar el plan estratégico, elaborado con los planes estratégidos de las cinco regiones en que hemos subdividido la provincia. Hubo un debate previo en cuatro asambleas, en las que hubo más de mil personas en cada una...
-¿A qué apunta este plan?
-A saber hacia dónde irá la provincia en los próximos años. Tiene que ver con lo fisicoambiental, lo económico-productivo y lo socioproductivo. Esto ya lo hicimos en Rosario.
-¿Y esto tiene que pasar por qué instancias para aplicarse?
- Es un compromiso de gobierno. Un compromiso nuestro con la gente. Hay lugares en los que hay que instalar fábricas, caminos, puentes, obras de contención para las inundaciones... En la medida en que tengamos los recursos, vamos a ir avanzando en cada tema.
-¿Cómo se resuelve el problema de la inseguridad? ¿Cómo se vive en Santa Fe?
-Es un problema complejo en todo el país. Hoy, es la principal preocupación de la gente. Pero hay que abordarlo desde los dos puntos de vista. Por un lado, la seguridad concreta, con medidas que permitan evitar el delito. Y el otro, trabajar sobre las condiciones de vida de nuestra comunidad. Cuando uno escucha al gobernador bonaerense decir que en la provincia de Buenos Aires hay 400.000 jóvenes que no estudian ni trabajan, estamos hablando de 400.000 argentinos que tienen un futuro incierto. Tenemos que ser duros con el delito, pero mucho más con las causas que llevan al delito.
-¿Está de acuerdo con bajar la edad de imputabilidad de los menores?
-No. Tiene que haber una justicia penal juvenil, una serie de tratamientos de encierro semiabiertos y medidas socioeducativas. Y, además, tenemos que hacernos cargo de que esos chicos sean así. Algo tuvimos que ver: por mirar hacia otro lado o por no haber actuado.
-En su provincia, los graves enfrentamientos entre dos facciones del gremio de la industria láctea ocasionaron hace apenas dos días otro muerto. ¿Cómo lo evalúa?
-Fue una disputa gremial que no se puede dar en estos términos. Repudiamos la violencia.
-¿La policía actuó adecuadamente?
-Nos enteramos de la asamblea el día anterior, en que había una sospecha de que podía darse un enfrentamiento. La policía actuó adecuadamente. Hubo 70 uniformados. Se requisaron los ómnibus y no se halló nada. Recién después se encontraron las armas de fuego. Y el homicidio se produjo a 200 metros del lugar de la asamblea.
-¿Tuvo que ver Hugo Moyano en esto?
-No, en absoluto.
-¿Piensa que fue todo orquestado para "tirarle" un muerto a usted?
-No.
-¿Cuál es su postura sobre el aborto? Porque a principios de mes hubo una dura polémica entre el arzobispo de Santa Fe y su ministro de Salud, que había dicho que los médicos "no tienen ninguna obligación" de denunciar a las mujeres que llegan a los hospitales con un aborto incompleto.
-El ministro (Miguel Angel Capiello) fue muy claro. El es médico, como yo, y los médicos estamos a favor de la vida. Por eso compartí la posición de Tabaré [Vázquez, el presidente de Uruguay]. Estamos absolutamente definidos por la vida.
-¿Fue sólo un malentendido?
-Lo que está mal entendido es la forma en la cual se interpretan las medidas que están planteadas como excepciones por el Código Penal. La mejor forma de prevenir los embarazos indeseados es la educación. La mujer, y el hombre también, tiene que tener acceso a la información. Después, que decida por su vida.
-¿En qué lo ayudó en la política su condición de médico?
-Nunca lo pensé (se ríe). Me gusta la medicina y la ejercí siempre con mucha pasión.
-¿Por qué decidió participar en política?
-Siempre participé. Como estudiante, graduado, en las asociaciones gremiales médicas...
-¿Y por qué el socialismo?
-Me interesó siempre la solidaridad y la participación. Estudié en una escuela primaria de los Hermanos Maristas, donde el fundador fue Marcelino Champagnat, un socialista utópico, y allí los curas nos enseñaban que había que hacer algo por la sociedad. Recuerdo algo muy trascedente. Estaba en cuarto grado y uno de mis compañeros contrajo leucemia. Durante dos o tres meses teníamos la obligación de turnarnos para estudiar con él, leerle cuentos. Esta solidaridad de grupo me dejó marcado.
-¿Qué es hoy el socialismo?
-Priorizar lo colectivo sobre lo individual.
-¿Cuál experiencia socialista le parece positiva y cuál negativa en el mundo?
-Nunca compartimos el socialismo soviético. Ahora, con la crisis, reverdeció la idea de por que cayó el otro modelo. Pensar en un Estado sin mercado fue tan grave como pensar en un mercado sin Estado. Ambos extremos han demostrado su inviabilidad. Una sociedad que no se funda en los derechos fundamentales de la gente, tarde o temprano, cae.
-¿Y una experiencia positiva?
-Las de Ricardo Lagos, Lula y Tabaré. Son casos emblemáticos en una sociedad latinoamericana que siempre postergó a los gobiernos progresistas.
-¿Le gusta Hugo Chávez?
-Poco.
-¿Y qué es lo que le gusta, dentro de lo poco que le gusta?
-No, no, la verdad que hay situaciones que uno no comparte. Es una sociedad que está fragmentada, dividida, en blanco y negro, y la prioridad no es ni lo uno ni lo otro.
-¿Esa es su principal crítica?
-Y... no es poco.
-Me olvidaba una pregunta que usted nunca contesta: ¿quiere ser presidente?
-(Silencio)
-Presidente de la Nación...
-No...
-No quiere o...
-No, pero es que no está (se molesta)...
-No se ve...
-Claro, estamos gobernando Santa Fe.
-Pero cuando usted sueña en cómo sigue su carrera política, ¿no se imagina como presidente?
-No, eso...
-¿No le gustaría llevar el modelo que aplica en Santa Fe a toda la Argentina?
-Primero tenemos que mostrar el modelo de Santa Fe. Hace un año que estamos y no pudimos corregir las barbaridades que se hicieron desde hace 24 años...
-Pero si su gestión es exitosa, ¿no le gustaría trasladar eso al plano nacional?
-Bueno, obviamente, si podemos contribuir a alguna propuesta colectiva. Pero toda ilusión, sola, termina siendo una ilusión. En la construcción del país hace falta mucha masa crítica. Pensar en productores, en estudiantes, en trabajadores, en artistas...
-Para que la ilusión tenga forma tiene que corporizarse en alguien. Y los candidatos presidenciables son puntos de referencia...
-Hay un tango que dice: "Vos tenés el mate lleno de infelices ilusiones" (risas).
-¿Y a quién ve como aliado de su proyecto? ¿Julio Cobos qué le parece?
-Es una persona que ha tenido un acto de valentía muy grande. Pero primero hay que demostrar, en el lugar donde uno está, que responde a las necesidades de la gente. Hay que subir un escalón pensando en el otro.
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