Oscar González
Periodista. Dirigente de Socialismo para la Victoria.
"Entre los que confeccionan los diarios burgueses hay hombres inteligentes e instruidos, que conocen las leyes sociales y económicas, pero que ponen incondicionalmente toda su fuerza intelectual al servicio de la clase capitalista, de la que ya forman parte, o en la que aspiran a entrar. Esos son nuestros mayores enemigos, los que aparentarán ignorar lo que bien saben, los que mentirán a sabiendas para desacreditarnos, los que con más insistencia reclamarán contra nosotros medidas violentas de represión, el día que nuestra propaganda tenga éxito”. La cita corresponde a un artículo publicado en el primer número del periódico La Vanguardia, aparecido hace exactamente 118 años, el 7 de abril de 1894, donde el órgano socialista anticipa cuál ha de ser su relación con los demás medios de prensa, “obreros y burgueses”.
A pesar del tiempo transcurrido, es imposible soslayar la analogía entre aquella “prensa burguesa” y la que hoy hostiga al gobierno nacional. Hay, claro, una diferencia notable: los diarios que combatían al naciente socialismo expresaban posiciones políticas explícitas y no invocaban, como ahora, un falaz periodismo independiente.
Desde aquel lejano 1894, la acción de movimientos sociales y partidos populares logró correr hacia la izquierda los límites de lo permitido, no sin tropiezos, sangre y represión. Sin embargo, como en el siglo XIX, cierta prensa sigue creyendo que entre sus potestades se encuentra la de dictaminar quién está capacitado para gobernar el país y quién no.
Los medios hegemónicos cuentan, hoy como entonces, con el concurso de “hombres inteligentes e instruidos”. El problema es que algunos de esos profesionales viven obnubilados por ingresar en el Olimpo de las personas respetables, categoría que incluye a genocidas, apologistas del terrorismo de Estado, evasores, extorsionadores seriales y, sobre todo, conversos de los más diversos orígenes. Esos periodistas harían bien en dejar de “ignorar lo que bien saben” y de “mentir a sabiendas”, porque de ciertas complicidades es muy difícil volver.
Publicado por Tiempo Argentino, Argentina, pág. 2, el 10 de abril de 2012