domingo, 7 de octubre de 2007

Domingo 7 de octubre de 2007
Publicado en la Edición impresa









La entrevista
Jorge Rivas: "Este gobierno pulsea con la derecha"


No quiere que el socialismo vuelva a cometer el error de no saber entender al peronismo. Jorge Rivas, el dirigente socialista que hoy es vicejefe de Gabinete, acusa al presidente de su propia fuerza, Rubén Giustiniani, y a Elisa Carrió de favorecer a la derecha; explica por qué cree que el progresismo debe apoyar a este gobierno y admite que muchos de sus compañeros de lista del Frente para la Victoria son los que él mismo denunció por prácticas clientelares hace dos años

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Si a Jorge Rivas le hubieran dicho al inicio de la gestión de Néstor Kirchner que en 2007 iba a asumir como su vicejefe de Gabinete, lo hubiera tomado como una broma, incluso de mal gusto. Sin embargo, el 17 de julio último, este abogado marxista, egresado de la Universidad de La Plata y nacido en Témperley el 10 de octubre de 1961, juró en ese cargo en un colmado Salón Blanco de la Casa Rosada. Su mujer, sus dos hijos y un grupo de militantes socialistas se mezclaban en el lugar con los familiares del ministro de Economía, Miguel Peirano, que también asumió en ese acto.

La decisión de sumarse al oficialismo, tras muchos cabildeos, contrasta con la del presidente nacional del Partido Socialista, el senador Rubén Giustiniani, que secunda a Elisa Carrió en la fórmula de la Coalición Cívica. Y entre ambos hace equilibrio Hermes Binner, que acaba de ganar la gobernación de Santa Fe.

Como parte del acuerdo que habilitó su ingreso triunfal al kirchnerismo, Rivas ocupa el noveno lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales del Frente para la Victoria, de modo que volverá como oficialista al cuerpo donde, entre 1995 y 2003, se destacó por su elaborado discurso opositor. Con esa misma capacidad para la retórica, sostiene que los partidos de izquierda que no están con el gobierno "son funcionales al avance de la derecha", admite que su incorporación -es decir, el ingreso del socialismo- le permite al Gobierno mostrar una pátina de centroizquierda y argumenta que, en lugar de confrontar con una administración que cumple con su programa de mínima, su partido tiene que "aportar para profundizar los cambios".

-Usted augura un crecimiento de la gravitación política del Partido Socialista, ¿cómo se entiende eso en un partido fracturado entre kirchneristas y antikirchneristas?

-El partido está discutiendo, aunque es cierto que no de la manera adecuada, cómo debe intervenir políticamente en esta etapa. Está muy claro que hoy este Gobierno pulsea con la derecha. Nosotros intervenimos porque esta administración puede llevar adelante las reformas que pretendemos, independientemente de si lo está haciendo o no. Creemos objetivamente que el debilitamiento o retroceso del gobierno es funcional para el avance de la derecha

-¿Eso significa que Giustiniani está favoreciendo a la derecha?

-Absolutamente. Carrió es la articulación del centroderecha. Basta con ver a [Afonso] Prat Gay, quien sería su ministro de Economía, hablando de enfriar la economía, del riesgo de crecer al ocho por ciento, de ponerle freno a la demanda... toda esa filosofía monetaria que aplicaron en los 90. La otra cosa es que la decisión de Giustiniani no es del partido sino de Giustiniani y su sector interno.

-En la primera etapa del gobierno de Kirchner el espectro progresista se acercó, pero el socialismo se contuvo, y ahora, cuando hay más cuestionamientos, se acerca...

-Nuestro diagnóstico era que los segmentos medios y la clase trabajadora, a quienes los socialistas aspiramos a representar, no acompañan a este Gobierno porque confían o creen en él sino que lo hacen resignadamente porque no visualizan una alternativa política superadora, y trabajamos fuertemente para construir eso. Ese proceso culmina presentándonos a elecciones en 2005, con Encuentro Amplio, donde nos fue muy mal. A partir de ahí, una opción es que neguemos la realidad y descansemos nuestros errores en que la sociedad no nos entiende...

-La vanguardia esclarecida...

-Exacto. Y la otra es decir que la sociedad nos está enviando un mensaje: que es más inteligente apoyar críticamente al gobierno.

-¿No le recuerda al entrismo de los años 60 y 70?

-No, porque ninguno de nosotros pretende mimetizarse con nadie ni ser lo que no es. Al contrario, en esta convocatoria plural lo rico es que cada uno mantenga su identidad y espíritu crítico. Hay condiciones para eso no sólo por nuestra actitud sino porque el gobierno no exige ningún renunciamiento. El Partido Socialista ya cometió en el 46 el error de interpretar erróneamente lo que significaban el peronismo y el populismo, dejó de ser el partido de los trabajadores para convertirse en una patrulla perdida, y luego apoyó el golpe.

-Es el socialismo que desde entonces se declara profundamente "gorila", para usar una calificación del manual del peronismo...

-Algunos dirigentes... (se ríe)

-¿Pero cómo se siente usted compartiendo la lista de diputados con algunos dirigentes e intendentes justicialistas con los que confrontó siempre?

-Me debo de sentir tan incómodo como probablemente se deben de sentir ellos conmigo. Este proceso tiene también esas contradicciones y uno tiene que ver cómo las aborda políticamente para que no impidan avanzar en la dirección adecuada.

-La disputa entre Carrió y Kirchner por el Socialismo, ¿era porque con eso se adquiría la chapa de centroizquierda, de progresista?

-No, no. En nuestro caso, el canal de diálogo con el Gobierno tiene dos años. Carrió, una semana antes de cerrar los acuerdos, estaba tratando de acordar con López Murphy; se le cayó eso y lo fue a buscar a Giustiniani. Yo no veo que haya un tironeo acá, no veo cuál es la vinculación o el diálogo que se haya tenido con Carrió en ese tiempo.

-Bueno, Giustiniani preside el Partido Socialista...

-Mire, cuando el ARI se formó, en diciembre de 2000, yo redacté el documento fundacional. En aquella etapa Carrió simbolizaba la coherencia frente a la traición de la propuesta programática que la Alianza había hecho para ganar las elecciones. Luego el contacto se terminó y a partir de ese momento ella fue derechizando su posición, inteligentemente, porque el espacio de izquierda, de 2003 en adelante, era fuertemente colonizado por el Gobierno, y una forma de mantener caudal político era tratando de representar otra expresión política y social. Al que no lo veo demasiado es a Giustiniani. O sí, porque en definitiva, mientras nosotros en el 2000 hacíamos el ARI, él era el brazo parlamentario y encabezó la lista diputados de la Alianza en el 2001.

-Un partido que está partido... ¿Cómo se soluciona esta crisis?

-Con debate. Con un presidente que no convoque a los congresos para sancionar a los que piensan distinto, sino que se anime a debatir políticamente.

-¿Qué gana el kirchnerismo incorporando a un partido que tiene 29.000 afiliados, que es nada al lado de la monstruosa estructura del PJ?

-El resultado electoral no depende de que nosotros estemos o no. Es un factor influyente en el perfil de la propuesta política que se pretende transmitir.

-¿Aunque en la misma lista lleve a dirigentes del ex duhaldismo?

-... Y sí, es el peronismo. Se trata no de involucrarnos en cuestiones que no nos son propias, sino de ver cómo se gravita. Mucho de lo que hay no se reemplaza por decisión divina, sino en la medida en que haya masa crítica de recambio. Hay muchos distritos en los que la centroizquierda, en los últimos 20 años, ha sido extraordinaria en sus opiniones políticas, pero no construyó políticamente fuerza, desarrollo territorial.

-¿No le da temor el recuerdo del PI y la UCeDé, dos fuerzas que fueron fagocitadas por el peronismo?

-No, ésta es una etapa distinta. En esta etapa, recompuesta la autoridad presidencial, la asignatura pendiente es construir la intermediación entre la sociedad civil y la política. Cuando Cristina [Kirchner] plantea la necesidad de mejorar las instituciones, eso tiene que ver con cómo construimos instituciones políticas previsibles, como en las democracias avanzadas, donde la centroderecha y la centroizquierda se alternan no traumáticamente en el gobierno. El socialismo no puede no ser parte del bloque de la centroizquierda. Y en esa construcción, creo que el kirchnerismo, con todas sus contradicciones, es expresión de la centroizquierda en Argentina.

-¿Ese debate pendiente en el Partido Socialista puede derivar en una nueva fractura?

-Creo que no. Si cometemos los mismos errores del pasado vamos a tener los mismos efectos o consecuencias. En los años 50 se dio un debate muy interesante en el socialismo. Julio V. González planteaba que el partido no podía confrontar con el peronismo, fundamentalmente porque el peronismo le había arrebatado el sujeto social, que era la clase trabajadora. Esa posición se traducía en proponer que reconociéramos que lo que el peronismo estaba llevando adelante era el programa de mínima y que viéramos cómo cabalgar, profundizar, para llegar al programa de máxima. Américo Gioldi, que ganó el debate, se aferró a la idea de que había que confrontar desde la defensa de la democracia procedimental. Hoy, en un contexto diferente y con actores diferentes, creo que estamos en un debate con características similares. Entonces, lo que hay que evaluar es si este gobierno perjudica o beneficia a la clase que el partido pretende representar. Creo que hoy, comparativamente, el crecimiento económico, el proceso de inclusión social y la baja en el índice de desocupación son condiciones por las que uno no puede negar que efectivamente hay un proceso de mejoramiento, aunque cuestione el ritmo, la calidad...

-En la campaña de 2005 hizo una denuncia contra el Gobierno por clientelismo, debido al reparto de lavarropas durante la campaña a senadora de Cristina...

-Sí, y fue justamente a partir de una denuncia periodística de LA NACION.

-¿Y ahora qué va a hacer? Porque muchos de sus compañeros de lista son los que denunció por entregar esos lavarropas, le guste o no.

-Sí, pero lo que yo hice fue una denuncia a partir de una nota periodística para que se investigara lo que decía un diario, para ver si formaba parte de un dispositivo de "cohecho electoral". La Justicia dijo que no, que lo que había era un programa de asistencia que se superponía en el tiempo pero que de ninguna manera podía asociarse con lo electoral. Podrá decirme si le creo o no a la Justicia, pero no puedo denunciar por burguesa a la justicia si no resolvió lo que yo quiero que resuelva.

Por Daniel Casas
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El perfil


Años de formación


A punto de cumplir 46 años, Jorge Rivas comenzó a militar en la Facultad de Abogacía de La Plata, donde se recibió de abogado en 1989 y donde fue profesor de Derecho Constitucional.

Carrera intensa


Fue secretario general de la Juventud Carlos Marx, de La Plata, y luego de la Federación Juvenil del PSD y miembro de la mesa nacional de la Juventud, hasta llegar a ser secretario general del socialismo bonaerense y miembro de la conducción nacional de la fuerza. En 1995 ingresó a la Cámara de Diputados y revalidó títulos en 1999, en su paso por la Alianza. En las próximas elecciones va en el puesto 9 de la lista kirchnerista.

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