Escribe Alejandro Lopez Accotto
Proyecto económico y coyuntura electoral
Quiero felicitar al compañero Alejandro Rofman por el aporte que hizo al debate que los socialistas debemos darnos. Creo firmemente que debe aprovecharse esta coyuntura para profundizar dicho debate y fortalecer el diseño de una propuesta económica socialista.
Efectivamente el discurso de Prat Gay es un discurso que recuerda las políticas neoliberales de la década de los 90 (incluida la Alianza) pero también lo hacen las declaraciones de la propia candidata a Presidenta Carrió así como ciertas posiciones y declaraciones asumidas en los últimos años por el candidato a vicepresidente, senador Giustiniani.
En el caso de Prat Gay nada debería llamarnos la atención ni preocuparnos porque se trata de un técnico que nunca comulgó con las ideas socialistas. Algo más podría llamarnos la atención la posición de la Sra. Carrió pues en algún momento compartió la fundación de una fuerza con el socialismo. Sin embargo, hace ya tiempo que sus posiciones en diferentes ámbitos la separan claramente del ideario socialista: su defensa de los sectores terratenientes, sus posiciones clericales, su negativa a la despenalización del aborto (que, realizado en la ilegalidad por cientos de miles de mujeres las somete a riesgos que podrían evitarse), el cuestionamiento a las retenciones a las exportaciones y, ahora, una tibia reivindicación de las fuerzas armadas
Sin embargo, lo más grave resulta para nosotros que el propio presidente de nuestro Partido se reivindique en contra de las retenciones ( a las que calificó como impuesto distorsivo, coincidiendo con toda la derecha y el establishment financiero) y que avale con su presencia y silencio las expresiones reaccionarias de sus compañeros de lista.
En estos días la Sra. Carrió ha vuelto a la carga con la idea de que estamos creciendo demasiado y planteando la cuestión de la inflación como un tema casi de vida o muerte para los argentinos.
Sobre esto último quería compartir algunas reflexiones que van en la línea de lo presentado por el compañero Rofman.
Está claro que la inflación no es deseable y que perjudica primordialmente a quienes tienen ingresos fijos, es decir los trabajadores. En ese sentido los socialistas no podemos sino preocuparnos por el fenómeno inflacionario. Sin embargo, es preciso no sólo contextualizar dicho proceso sino investigar sus causas y encausar su combate en el modelo de país que se busca. Por poner dos ejemplos digamos un país con una demanda interna vigorosa apoyada en la redistribución progresiva del ingreso y en su capacidad de crecimiento (sendero virtuoso que efectivamente no es fácil de sostener) o un país que poco a poco recupere la política del ajuste que se justifica en el combate a la inflación para lo cual hay que aumentar la tasa de interés y enfriar el crecimiento y, cuando esto no sea suficiente, abrir las fronteras a las importaciones y reemplazar con producción extranjera los miles de puestos de trabajo que hemos conseguido recuperar en los últimos años de política económica favorable a los intereses nacionales.
Es evidente que la primera alternativa implica llevar adelante una política económica de tipo keynesiano en las que el estado juega un papel primordial. En ese sentido la corrupción existente en el Estado constituye un escollo muy importante para la implementación de esta política económica. Al respecto quería hacer dos puntualizaciones:
La primera es que el carácter casi estructural de la corrupción estatal no puede ser atribuido al actual gobierno más allá de que nos hubiera gustado un firme combate de la misma por parte del peronismo kirchnerista. En segundo lugar el triunfo del socialismo en Santa Fe, saludado con entusiasmo por el peronismo kirchnerista, ofrece una posibilidad histórica para demostrar que la corrupción del Estado puede y debe ser combatida.
En esta segunda cuestión el aporte que los socialistas podemos hacer al proceso de transformaciones opuestas al neoliberalismo que el gobierno actual ha encarado puede resultar más que trascendente.
Desgraciadamente la presidencia nacional de nuestro partido ha optado, por razones que no resulta fácil comprender ni han sido presentadas y discutidas en forma sistemática y profunda, en participar en una de las alternativas de unión democrática fragmentada que intentan competir en las próximas elecciones. No creo equivocarme si afirmo que, desde el punto de vista del proyecto económico que sostiene, la propuesta de Lavagna es menos reaccionaria (es decir menos perjudicial para los intereses de los trabajadores y demás sectores postergados) que la de la Coalición Cívica.
Quienes afirman que no se debe seguir creciendo como se está creciendo son los mismos que en el gobierno de la alianza calculaban que sólo se podía llegar a una desocupación de un dígito en el año 2020, parecidos a los que vaticinaron un dólar de 8 o 9 pesos en el año 2002 y 2003 o los que ahora asustan con la amenaza de una inflación incontrolable que, a la que en realidad están llamando a gritos para desestabilizar a la actual política económica, sin medir las consecuencias de tal fenómeno sobre los sectores populares. Escribieron cientos de libros diciendo que la causa de la inflación era el déficit fiscal y, ahora que tenemos superávit fiscal, siguen igual con su amenaza apocaliptica. Se equivocaban antes y se equivocan ahora, desgraciadamente igual que algunos socialistas.
Creo que las ideas expresadas por el cro. Rofman, que intento acompañar, no sólo pueden sino que deben ser discutidas porque, seguramente, hay otros puntos de vista. El problema es que no ha habido espacio, ocasión o voluntad de discutir.
Espero que la conducción nacional del partido en vez de dedicarse a sancionar compañeros o plantear cuestiones en espacios judiciales, mientras convive armónicamente con la conducción napoleónica de la ciudad de Buenos Aires convoque a una discusión profunda de ideas, mecanismo básico de consolidación de un partido serio y democrático.
Quiero recordar dos hechos históricos que jalonan esta confusión de encuentros-desencuentros: Alfredo Palacios fue electo senador de la Nación por la Capital con los votos peronistas y el compañero Binner en las elecciones a gobernador de Santa Fe del año 2003 fue acompañado en la fórmula por un peronista (Paulón). Son ejemplos de coincidencia o encuentros peronistas-socialistas que muestran la necesidad de una discusión profunda sobre esta cuestión: peronismo-socialismo en Argentina.
Tal discusión no puede ser meramente económica. La relación traumática entre el peronismo y el socialismo debería ser encarada con una profundidad mayor que la de la supuesta “calidad institucional” que no termina de ser una hipocresía más: ¿quién eligió en realidad al Senador Giustiniani como candidato a vicepresidente de la Coalición Cívica? Fue la Sra. Carrió en una reunión muy civilizada con sus tres festejantes en la que dijo este sí, este no y este no. O ¿cómo fue el proceso de reemplazo del candidato a gobenador Raimundi por Stolbitzer?
jueves, 4 de octubre de 2007
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