LOS AUGURES ECONÓMICOS Y EL FUTURO DE LAS AFJP /
Escribe Humberto Zambón /
En el diario “Río Negro” del 27 de octubre pasado hay dos artículos destacados sobre el proyecto de estatización del sistema jubilatorio. El primero de ellos (página 2) es una entrevista al economista Jorge Ávila, de la Universidad CEMA, realizada por Claudio Rabinovich y que lleva como copete-resumen: “Ávila, del CEMA, habla de catástrofe: el fin de las AFJP”. El segundo, un artículo de opinión de Ricardo López Murphy en página 13, se titula “Crónica de un saqueo” en el que repite los argumentos respecto al sagrado derecho de la propiedad y asegura que esta medida “destruye el mercado de capitales locales y con ello la inversión futura, siendo la contrapartida el empeoramiento de la situación de los trabajadores”.
Para analizar que valor darle a estos augures es bueno recordar sus antecedentes.
Jorge Ávila, uno de los teóricos del liberalismo más ortodoxo, fue un defensor acérrimo del modelo menemista (aunque era partidario de una mayor profundización) y de su mantenimiento durante el gobierno de De La Rúa. El 19 de enero de 2001, el año de la crisis, escribía en “Ámbito Financiero”, adivinando el futuro inmediato: “Escenario propicio para una fuerte reactivación. Enero ha sido el piso de la caída. A partir de febrero debería verse una importante recuperación”. Estallada la crisis, en 2002 siguió adivinando: “No habrá moneda ni banca por dos generaciones; esto termina en una hiperinflación” (31-5-02 en “CitiEconomica.com”).
Según una encuesta publicada por “Cash” (suplemento de “Página 12” el 27 de octubre de 2002, de los pronósticos realizados por los principales 15 consultores económicos a principios de ese año sobre lo que iba a ocurrir en el futuro inmediato, sólo 3 se aproximaron a la realidad; entre los 12 que le erraron estaban Ricardo López Murphy, Jorge Ávila, Miguel Ángel Broda,…
Lógicamente, tanto Ávila como López Murphy, cuando se anunció la renegociación de la deuda externa con una importantísima quita, auguraron una catástrofe, con aislamiento argentino del mundo, sin inversión ni posibilidades de salida. Son los economistas que desde 2003 vienen anunciando el fin del crecimiento económico, aunque la economía (en un irreverente desconocimiento de los que dicen sus gurúes) se empeña en seguir creciendo al 8% anual.
López Murphy tuvo una oportunidad mayor que Ávila para aplicar sus ideas, ya que en marzo de 2001 fue nombrado Ministro de Economía. Propuso un plan de austeridad aprobado por el FMI, que incluía un recorte del gasto de 2.000 millones de pesos y la reforma del Estado; una de sus ideas fue la baja de salarios. Duró cuatro días en sus funciones.
En descargo de Ávila y López Murphy cabe señalar que el de ellos es un mal general. Como dice el historiador Eric Hobsbawm: “El éxito de los pronosticadores de los últimos treinta o cuarenta años, con independencia de sus aptitudes profesionales como profetas, ha sido tan espectacularmente bajo que sólo los gobiernos y los institutos de investigación económica siguen confiando en ellos, o aparentan hacerlo”. Y algunos diarios también.