El Congreso convirtió en ley el matrimonio igualitario
Tras 14 horas de deliberaciones, y a pesar del fuerte lobbydeia-iglesia, el Senado sancionó en particulary en general la norma. las modificaciones al Código Civil equiparan los derechos de-las personas sin distinción de su orientación sexual.
Si el debate fue extenso, el momento de la votación fue angustioso. Es que primero tuvo que votarse en contra del rechazo al proyecto que habilita el matrimonio entre personas del mismo sexo. Más tarde, en un segundo momento, se votó el respaldo a la media sanción que vino de Diputados. El resultado fue de 33 a 27, con 3 abstenciones Los rostros de alegría predominaban en el bloque del Frente para la Victoria, sobre el cual había recaído el mayor peso del trabajo para conseguir los votos necesarios. Pichetto sonreía, tal vez por primera vez desde que había comenzado el debate. Había visto cómo algunos de sus compañeros, siempre fieles en defensa de los proyectos que impulsa el gobierno nacional, esta vez hacían uso de la libertad de conciencia. Pero no era para tanto, no era suficiente como para provocar una crisis en la bancada.
Diferente era la situación entre los senadores radicales. Los cinco que respaldaron el proyecto dudaban todavía si intentarían modificar algunos artículos durante el debate en particular, que comenzaba al cierre de esta edición.
Poco antes del mediodía de ayer, una dura reunión se vivió en el bloque de la UCR. Lo~nadores que rechazaban el proyecto acusaron al presidente de la bancada, Gerardo Morales (Jujuy), Ernesto Sanz (Mendoza), Eugenio Artaza (Corrientes), Alfredo Martínez (Santa Cruz) y Oscar Castillo (Catamarca) de hacerle el juego al gobierno de Cristina Fernández. "Ustedes les garantizan un triunfo a los K", les endilgaron. Sin importar si el proyecto beneficiaba o no a la comunidad homosexual que reclama igualdad ante la ley.
Los cinco buscaron calmarlos con las modificaciones que quieren imponer. Si lo consiguen, el proyecto no será ley tendrá que regresar a Diputados para que se ratifiquen o se acepten las modificaciones realizadas.
Esa fue la razón que demoró el comienzo de la- esión, ya que este sector de los radicales se "atrincheró" en el despacho del pampeano Juan Carlos Marino a la espera de que los que respaldan la iniciativa consigan el quórum. Claro, no contaban con la aparición cuasi fantasmal del riojano Carlos Menem, quien se mostró unos minutos en el Senado, los suficientes para que sumara el número necesario. Poco a poco fueron bajando a sus bancas y, sin hacer mucho ruido, comenzaron las exposiciones.
La peronista conservadora Liliana Negre de Alonso fue la primera en hablar. Lo hacía como presiden ta de la Comisión de Legislación General. La reconocida numeraria del Opus Dei no tuvo empacho en reconocer que se oponía con el matrimonio igualitario. Sin embargo, a la hora de argumentar en contra, se respaldó en el testimonio de una abogada que asesora a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), quien si bien respaldaba el proyecto, se había quejado porque las modificaciones en el Código Civil hacían desaparecer las denominaciones femeninas que hoy tiene. "Es discriminatorio de la mujer", se espantó la puntana.
Similares argumentos utilizó la peronista conservadora Sonia Escudero. Sin perder su sonrisa perenne fruto de las ciencias médicas, llegó a afirmar que la discriminación a los heterosexuales llega incluso a la adopción, porque aseguró que deben esperar años para demostrar que no son fértiles. "En los homosexuales ese plazo no corre porque no pueden procrear".
"Hay mucha hipocresía", bramó el cordobés Luis Juez, pero para su sorpresa no obtuvo respuesta de Alonso y Escudero.
Indudablemente, el mejor discurso lo realizó la jujeña Liliana Fellner (FPV). Sin hesitar y con firmeza la senadora aseguró que lo que se está haciendo es modificar el matrimonio civil que forma parte de la legislación de un Estado laico y que no se "introduce en cuestiones religiosas". Lo dijo porque el matrimonio civil es "una construcción social, culturaly económica, en un determinado tiempo y espacio" con un carácter dinámico porque la so ciedad "es cambiante social y culturalmente". Mirando al frío recinto,porque la caldera se había apagado y no tenía calefacción, dijo que "la homosexualidad siempre existió, y este grupo necesita que se legisle y se concrete eso que dice que todos somos iguales ante la ley".
Un intento a la medianoche
Cerca de la medianoche, la delgada figura de la diputada Vilma Ibarra se vio en los pasillos del Senado. Ingresó derecho hacia la puerta del recinto por donde salen los senadores del radicalismo: Se encontró con el mendocino Ernesto Sanz. En voz baja buscaba convencer al legislador y presidente de la UCR para que desistiese de la intención de modificar el texto de la norma que se estaba porvotar. A Sanz no le gustaba que ojos y oídos indiscretos fueran testigos de la charla. Ambos se retiraron al despacho del legislador. La tarea de la integrante del bloque de Nuevo Encuentro se perfilaba complicada.
Mientras tanto, en el palcodel primer piso, el vicejefe de Gabinete, Oscar González, seguía el debate. Estaba en permanente contacto con su jefe directo, Aníbal Fernández. Una atmósfera más distendida se vivía en el despacho del senador radical Alfredo Martínez: sus colaboradores y familiares festejaban su cumpleaños. (Tiempo Argentino)
Tras 14 horas de deliberaciones, y a pesar del fuerte lobbydeia-iglesia, el Senado sancionó en particulary en general la norma. las modificaciones al Código Civil equiparan los derechos de-las personas sin distinción de su orientación sexual.
Si el debate fue extenso, el momento de la votación fue angustioso. Es que primero tuvo que votarse en contra del rechazo al proyecto que habilita el matrimonio entre personas del mismo sexo. Más tarde, en un segundo momento, se votó el respaldo a la media sanción que vino de Diputados. El resultado fue de 33 a 27, con 3 abstenciones Los rostros de alegría predominaban en el bloque del Frente para la Victoria, sobre el cual había recaído el mayor peso del trabajo para conseguir los votos necesarios. Pichetto sonreía, tal vez por primera vez desde que había comenzado el debate. Había visto cómo algunos de sus compañeros, siempre fieles en defensa de los proyectos que impulsa el gobierno nacional, esta vez hacían uso de la libertad de conciencia. Pero no era para tanto, no era suficiente como para provocar una crisis en la bancada.
Diferente era la situación entre los senadores radicales. Los cinco que respaldaron el proyecto dudaban todavía si intentarían modificar algunos artículos durante el debate en particular, que comenzaba al cierre de esta edición.
Poco antes del mediodía de ayer, una dura reunión se vivió en el bloque de la UCR. Lo~nadores que rechazaban el proyecto acusaron al presidente de la bancada, Gerardo Morales (Jujuy), Ernesto Sanz (Mendoza), Eugenio Artaza (Corrientes), Alfredo Martínez (Santa Cruz) y Oscar Castillo (Catamarca) de hacerle el juego al gobierno de Cristina Fernández. "Ustedes les garantizan un triunfo a los K", les endilgaron. Sin importar si el proyecto beneficiaba o no a la comunidad homosexual que reclama igualdad ante la ley.
Los cinco buscaron calmarlos con las modificaciones que quieren imponer. Si lo consiguen, el proyecto no será ley tendrá que regresar a Diputados para que se ratifiquen o se acepten las modificaciones realizadas.
Esa fue la razón que demoró el comienzo de la- esión, ya que este sector de los radicales se "atrincheró" en el despacho del pampeano Juan Carlos Marino a la espera de que los que respaldan la iniciativa consigan el quórum. Claro, no contaban con la aparición cuasi fantasmal del riojano Carlos Menem, quien se mostró unos minutos en el Senado, los suficientes para que sumara el número necesario. Poco a poco fueron bajando a sus bancas y, sin hacer mucho ruido, comenzaron las exposiciones.
La peronista conservadora Liliana Negre de Alonso fue la primera en hablar. Lo hacía como presiden ta de la Comisión de Legislación General. La reconocida numeraria del Opus Dei no tuvo empacho en reconocer que se oponía con el matrimonio igualitario. Sin embargo, a la hora de argumentar en contra, se respaldó en el testimonio de una abogada que asesora a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), quien si bien respaldaba el proyecto, se había quejado porque las modificaciones en el Código Civil hacían desaparecer las denominaciones femeninas que hoy tiene. "Es discriminatorio de la mujer", se espantó la puntana.
Similares argumentos utilizó la peronista conservadora Sonia Escudero. Sin perder su sonrisa perenne fruto de las ciencias médicas, llegó a afirmar que la discriminación a los heterosexuales llega incluso a la adopción, porque aseguró que deben esperar años para demostrar que no son fértiles. "En los homosexuales ese plazo no corre porque no pueden procrear".
"Hay mucha hipocresía", bramó el cordobés Luis Juez, pero para su sorpresa no obtuvo respuesta de Alonso y Escudero.
Indudablemente, el mejor discurso lo realizó la jujeña Liliana Fellner (FPV). Sin hesitar y con firmeza la senadora aseguró que lo que se está haciendo es modificar el matrimonio civil que forma parte de la legislación de un Estado laico y que no se "introduce en cuestiones religiosas". Lo dijo porque el matrimonio civil es "una construcción social, culturaly económica, en un determinado tiempo y espacio" con un carácter dinámico porque la so ciedad "es cambiante social y culturalmente". Mirando al frío recinto,
Un intento a la medianoche
Cerca de la medianoche, la delgada figura de la diputada Vilma Ibarra se vio en los pasillos del Senado. Ingresó derecho hacia la puerta del recinto por donde salen los senadores del radicalismo: Se encontró con el mendocino Ernesto Sanz. En voz baja buscaba convencer al legislador y presidente de la UCR para que desistiese de la intención de modificar el texto de la norma que se estaba porvotar. A Sanz no le gustaba que ojos y oídos indiscretos fueran testigos de la charla. Ambos se retiraron al despacho del legislador. La tarea de la integrante del bloque de Nuevo Encuentro se perfilaba complicada.
Mientras tanto, en el palcodel primer piso, el vicejefe de Gabinete, Oscar González, seguía el debate. Estaba en permanente contacto con su jefe directo, Aníbal Fernández. Una atmósfera más distendida se vivía en el despacho del senador radical Alfredo Martínez: sus colaboradores y familiares festejaban su cumpleaños. (Tiempo Argentino)