"Pese a las presiones externas e internas, la economía y la politica argentina resistieron las tensiones sin estallar".
Por Randy Stagnaro
Aldo Ferrer, ex ministro de Economía e impulsor del Plan Fénix, sostiene que el país está frente a una oportunidad histórica. La recuperación posterior a la crisis de 2001-2002, se ha logrado, dice, sobre una nueva base que se demuestra en hechos concretos, como que la economía ha soportado la reversión del esquema de crecimiento de 2003-2008 y ha logrado alcanzar la otra orilla de un mar turbulento: crisis financiera internacional y, en el nivel local, fuga de capitales y deterioro de las variables macro.
Ferrer observa el mismo comportamiento en el plano político, en el que el enfrentamiento no ha derivado en una crisis de régimen. Sobre esta base, señala Ferrer, se puede construir una política económica que impulse el crecimiento, la inversión y la equidad social. Y, en ese sentido, considera auspiciosa la llegada de Mercedes Marcó del Pont a la presidencia del Banco Central. Pero, observa, existen tendencias que deben clarificarse, como la que se expresa en la frase “el regreso a los mercados”, que considera poco feliz y que –asegura- expresa el dominio ideológico de las finanzas y la especulación financiera sobre el desarrollo de la economía. Propone, en ese terreno, un ajuste de la regulación sobre el ingreso de capitales especulativos y la fuga de divisas comerciales, necesarias para financiar el desarrollo. “Los recursos están dentro del país”, afirma.
Pregunta.- ¿Qué evaluación hace del nombramiento de Mercedes Marcó del Pont en la presidencia del Banco Central?
Respuesta.- En su nueva función, Mercedes Marcó del Pont seguramente va a poner de relieve tanto lo que ha sido su faceta en el área académica como su actuación en el Banco Nación, actividades en las que se ha manifestado claramente en favor del financiamiento del desarrollo, de la inversión, del empleo, de la movilización de los recursos del país. Creo que hay que esperar de parte de ella iniciativas que apunten a fortalecer el proceso de crecimiento, de mejora de la competitividad y de las condiciones de desarrollo.
P.- La política del Central es parte de una orientación más general que lleva adelante el Gobierno nacional. ¿No se podía llevara cabo con Martín Redrado?
R.- Ahora hay que hablar del futuro más que del pasado, hay que mirar hacia el futuro en los términos de un cambio más general. Esta década, que en parte corresponde a las presidencias del doctor Kirchner y de la doctora Fernández de Kirchner, marca un cambio de época que tiene varias etapas. Empezó con la debacle económica y social de 2001. Luego de la profunda crisis, que marcó el resto de la etapa, vino el ordenamiento de la deuda pública y privada, se logró la fortaleza fiscal y el tipo de cambio competitivo, junto con un clima de inversiones y de crecimiento. Todo ello formó parte de un proceso que provocó un aumento del Producto Bruto Interno de un 60% entre 2002 y 2008. Después comenzaron a presentarse una serie de problemas en el frente interno y externo. Y ahora, ante un nuevo ciclo alcista, vemos que tanto la economía como la política resistieron las tensiones sin estallar.
P.- ¿El cambio estaría en una nueva capacidad de resistencia político-económica sin romper las reglas de juego?
R.- Superamos grandes apuros. En el frente interno, vivimos el conflicto del campo, el crecimiento del enfrenamiento político, a los que se sumaron ya en el terreno económico el debilitamiento de algunos elementos del modelo expansivo, con una fuerte apreciación del tipo de cambio y un deterioro progresivo de la situación fiscal. En el frente externo, está la crisis económica mundial. Este deterioro de las variables macro, más otras circunstancias, llevaron a que cambiara la tendencia de las variables económicas del crecimiento a fines de 2008 y 2009. Ahora comienza un cierto repunte, otra vez provocado por una combinación de factores, en alguna medida por una cierta recuperación de la crisis mundial y, a nivel local, del tipo de cambio. Esto ha puesto en evidencia de que la economía argentina tiene una fuerte capacidad de resistencia. Han mejorado las expectativas de los mercados, se han resistido incluso los acontecimientos políticos de los últimos tiempos, el del Banco Central y otros. Tanto la política como la economía revelan que las tensiones se resuelven con las reglas de la Constitución y ya no estallan ni la una ni la otra.
P.- ¿Qué tareas se desprenden para esta etapa?
R.- Se ha configurado un nuevo cuadro respecto de la experiencia histórica y sobre ese cuadro hay que trabajar para consolidar los elementos que estuvieron presentes en la recuperación argentina, que se basó esencialmente en los recursos internos y en el ordenamiento macroeconómico. Con esto, hay que realizar una cierta mejora del cuadro social a través del repunte del empleo y alguna mejora del salario. Hay que fortalecer los elementos que permitieron desplegar el potencial argentino. Argentina es un país con muchos recursos, tiene una tasa de ahorro del orden del 30% del PBI, tiene un fuerte superávit de la balanza de pagos, por lo tanto los recursos están; lo que falta aquí es juntar todo esto a través de las políticas que incentiven la inversión y el empleo.
P.- ¿Cuál cree que es límite que puede soportar la economía antes de estallar por sus contradicciones?
R.- El proceso económico es acumulativo. Si es virtuoso, se producen círculos de más inversión, de más empleo, de mejores expectativas y de mejores oportunidades. En el sentido contrario, cuando se dan los círculos viciosos de la contracción y del desorden económico, como pasó tantas veces, los procesos son también acumulativos. Lo que tenemos que hacer, entonces, es darle una fisonomía de largo plazo a un proceso acumulativo de inversión, de cambios técnicos, de crecimiento.
P.- ¿Si el Banco Central va a estrenar una nueva política hacia el desarrollo, no es contradictoria con el énfasis por el endeudamiento que también manifiesta el Gobierno?
R.- La frase “volver a los mercados” es poco feliz, en los mercados ya estuvimos y nos fue muy mal. El país tiene que volver a pensar en sí mismo, volver a vivir con sus recursos financieros sin pensar que necesita de las finanzas internacionales. En la medida que logremos retener el ahorro interno, los excedentes de los pagos internacionales del propio circuito productivo, ahí están los recursos para financiar al sector privado y al sector público. Y eso se logra si se tiene en claro que el país salió porque puso como prioridad la movilización de los recursos propios y si esto se fortalece, lo de afuera viene solo. Pero si se pone como prioridad lo de afuera, se pierde la prioridad, que es lo de adentro. Ese es el riesgo que surge del debate que se ha dado en los últimos tiempos, incluso en la atención que los medios dispensan a los temas que se discuten hoy, porque son el canje de deuda o la autonomía del Banco Central.
P.- ¿Guiños dirigidos al mercado?
R.- En el fondo subsiste la idea de que a los mercados se los puede convencer y eso es erróneo, no funciona así porque los mercados se mueven con bastante irracionalidad. Esa fantasía de que los mercados tienen una racionalidad superior lleva a la suplantación del Estado porque el mercado sabe más. La verdad es que a los mercados les hacen falta los Estados. La última crisis mundial ha revelado que los Estados nacionales han debido intervenir de manera coordinada para salvar a los mercados. Hay que apostar al desarrollo, al cambio social, al crecimiento a la democracia.
P.- ¿Por qué cree que los mercados siguen teniendo esa supremacía ideológica, a pesar de la realidad?
R.- La dimensión financiera y especulativa ha alcanzado un desarrollo relativo tal que ahora en las ideas económicas tiene un peso extraordinario. Es un crecimiento constante de los últimos 40 años, a tal punto que hoy un tercio de las ganancias que se producen en los países desarrollados vienen por la actividad financiera, mientras que hace 20 años no llegaba al 5%.
P.- En su plan, las divisas comerciales deben quedarse en el país, sin embargo venimos de una furiosa fuga de capitales en los últimos dos años. ¿Cómo evitarla en el futuro?
R.- Logrando que la gente se convenza de que el lugar más seguro y rentable para invertir es en la economía argentina. Y eso es una tarea de la política, de la economía y de la política económica. Cuanto más sólidas sean las señales, más sólidas las políticas macroeconómicas, más sólida la política social, más consistente el diálogo, más se desarrollará la confianza en el país. Hay que fortalecer la confianza en la capacidad del país para desarrollarse con sus fuerzas internas. En un país que ha sido tan inestable política y económicamente durante tanto tiempo, las reacciones son casi inmediatas ante la incertidumbre. Hay que romper con esa experiencia histórica apelando a la estabilidad, la solvencia, el crecimiento.
P.- ¿Cree en la efectividad de medidas que regulen el egreso de capitales?
R.- Desde luego que hay que poner medidas que regulen el movimiento del capital especulativo, con medidas que restrinjan los capitales de corto plazo que ingresen al país. Hay que controlar a los capitales especulativos y hay que regular la salida de capitales que no están justificadas. El marco regulatorio es muy importante.
P.- ¿Acuerda con la idea de modificar la ley de entidades financieras y la Carta Orgánica del Banco Central?
R.- Es importante contar con buena legislación, pero es más importante contar con buenas políticas. Con una legislación pobre se pueden hacer buenas políticas y, a la inversa, con una muy buena legislación se pueden hacer malas políticas. El marco regulatorio es importante pero lo fundamental es el rumbo en el que está inmerso el poder político.
P.- Usted fundó el Banco Nacional de Desarrollo. ¿Ve posibilidades de crear una entidad similar ahora?
R.- Un banco de desarrollo es necesario, pero no hay que hacerse ilusiones. Crear una institución comparable al Banco Nacional de Desemvolvimento de Brasil lleva mucho tiempo. Entonces, más que pensar en términos de un instrumento o un banco, hay que hacerlo en la función de la banca de desarrollo, en el financiamiento de largo plazo y en el sistema financiero argentino. Podemos pensar un esquema sobre la base de una concertación de la que participen el Banco Central, el Ministerio de Economía y los bancos públicos y privados, por el que se desenvuelvan líneas de créditos especiales a través de los bancos y que éstos se interesen en abrir carteras de largo plazo.
P.- ¿Cómo pesa el hecho de que el país todavía no ha resuelto problemas como el financiamiento a la producción o el fondeo de largo plazo para los bancos?
R.- Son lo problemas a resolver, también en qué moneda se presta, cómo se establecen las tasas de interés para que sean atractivas para el inversor y aceptables para el que toma el préstamo. Nada de ello es fácil en un país como el nuestro, con una historia económica mala. Estos problemas no se resuelven de la noche a la mañana. Pero un hecho fundamental en materia de financiamiento es la reforma del sistema previsional, por el cual se canaliza un tercio del ahorro nacional, al menos. La canalización de ese ahorro en el crecimiento y la inversión es una fuente fundamental para cualquier función de desarrollo y la bancarización.
P.- ¿Cuál sería el rol de la banca privada?
R.- Tiene que haber incentivos. Los bancos tienen otros negocios más rentables y la banca de desarrollo es un negocio de largo plazo. Se pueden generar instrumentos entre el Banco Central, el Ministerio de Economía, la banca pública y la banca comercial que establezcan la función de desarrollo en la banca comercial. Si los incentivos son los adecuados, se podría movilizar la capacidad operativa que tiene el sistema bancario comercial para abrir carteras de inversión. (Buenos Aires Económico)