Un gallego en la corte Kirchner
Óscar González se encarga de las relaciones parlamentarias del Gobierno argentino
JOSÉ LUIS ESTÉVEZ - Buenos Aires - 20/10/2009
Óscar González, responsable de relaciones parlamentarias del Gobierno de Cristina Fernández, en Buenos Aires.- RICARDO CEPPI
"No soy hijo de gallegos, soy un gallego nacido en Buenos Aires". Para no dejar dudas sobre su origen así se presenta Óscar González, secretario de Relaciones Parlamentarias del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. La entrevista se celebra apenas 48 horas después de una votación clave en el Senado argentino para aprobar la controvertida Ley de Medios que ha levantado una gran tormenta política en el país austral. González ha desempeñado un papel importante en éste y otros asuntos en un momento en el que el Parlamento es un lugar de negociación permanente, donde el Gobierno tiene que ganarse voto a voto el apoyo a las normas que desea impulsar.
El interés por la política le viene de lejos aunque, antes de ser elegido diputado, González trabajó como periodista en distintos medios y aspira a ejercer de nuevo esta profesión porque está convencido de que es "el mejor oficio del mundo". Su trayectoria siempre ha estado vinculada al socialismo, una ideología que heredó por vía paterna y que le costó el exilio en México durante la dictadura militar argentina. Su padre, natural de Celanova, y su madre, de Xinzo de Limia, llegaron a Buenos Aires en 1929 y criaron a sus hijos en un ambiente en el que las costumbres de la tierra natal siempre estuvieron presentes. "Eso sí, cuando era niño a mis padres les escuchaba hablar en castellano. Cuando me hice mayor e iba a casa, resulta que conversaban en gallego. Es algo que tiene mucho que ver con la mejoría de la posición social de los gallegos en el país a lo largo de varias décadas", apunta González. Sus padres se identificaban con la causa republicana y ayudaron a recaudar fondos para el Gobierno legítimo durante la Guerra Civil.
En su opinión los gallegos de Argentina han visto muy mejorada su imagen y su propia autoestima en los últimos tiempos. "El origen social humilde de la mayoría de los emigrantes les llevaba muchas veces a estar a la defensiva. Ahora algunos ya parecen argentinos cuando presumen de ser gallegos", bromea González, quien no llegó a visitar Galicia hasta finales de los años 70, cuando conoció a muchos familiares que todavía vivían en Ourense.
Desde entonces ha vuelto en varias ocasiones, la última para participar en un congreso con empresarios gallegos del exterior. Confiesa que se sintió "impresionado" al conocer la importancia del empresariado gallego en Latinoamérica y cree que se están perdiendo oportunidades para hacer negocios entre dos territorios que tienen tantos lazos de sangre.
Recuerda que su padre fue uno de aquellos emprendedores gallegos que crearon las primeras líneas de autobuses en la ciudad de Buenos Aires, aunque luego fue expropiado por el acuerdo entre los gobiernos de Argentina e Inglaterra para que los ingleses se ocupasen de las empresas de transporte en el país austral. Como muchos otros gallegos, el padre de González tuvo que buscarse la vida y se puso a conducir un taxi. Más tarde abrió un restaurante y llegó a tener una posición desahogada.
González cree que fue muy acertada la idea de crear una delegación de la Xunta en Argentina y espera mantener con sus nuevos responsables las buenas relaciones. "Es importante no sólo atender socialmente a los emigrantes de mayor edad sino también hacer una política orientada hacia las generaciones posteriores", indica González, quien confiesa su preocupación por las noticias que en las últimas semanas apuntan a las dificultades que sufren algunos argentinos para poder entrar en España, incluso para los que viajan temporalmente por trabajo.
Pese a que muchos ven un negro panorama político para los Kirchner en Argentina, González está convencido de que la actual presidenta tiene recorrido político porque "la oposición no logra presentar un modelo alternativo". A su juicio, el país no tiene en la actualidad conflictos sociales graves que puedan llevar al caos que se vivió en 2001.
Defiende que el Gobierno ha apostado por los más desfavorecidos en conflictos como el que han mantenido los Kirchner con el sector rural y con poderosos grupos de comunicación. "El incremento del impuesto a la exportación de soja pretendía socializar un beneficio extraordinario que sólo llegaba a los productores, y la Ley de Medios trata de permitir el acceso al flujo informativo a colectivos que no lo tienen", explica González. Sus habilidades políticas se pondrán de nuevo a prueba a partir de diciembre, cuando los apoyos del Gobierno en el Parlamento se vean debilitados por la renovación de escaños que se producirá por las elecciones de junio. Su optimismo parece a prueba de bomba: "El Gobierno tiene la iniciativa y hasta los economistas de la derecha dicen que en la economía volveremos a tener el viento de cola".