Justo a tiempo
Por Juani Mareque*
En agosto de 1909, se terminaba de editar y salía a la calle la primera edición de Teoría y Práctica de la Historia, la obra cumbre del pensamiento del fundador del Partido Socialista en la Argentina y su constructor más consecuente, Juan B. Justo.
En sus más de quinientas páginas, producto de la compilación y ordenamiento de varios artículos que le fueron publicados en la revista del socialismo madrileño Nueva Era y a la que se sumaron una serie de conferencias dictadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, fijó posición sobre los temas que lo preocuparon durante toda su vida, el cooperativismo, la cuestión agraria, la lucha de clases, el desarrollo de la burguesía nacional, la democracia obrera y el rol de los trabajadores.
Juan B. Justo fue un personaje trascendente en la cultura política argentina, el más brillante defensor de la razón ser del socialismo en nuestro país, que –por ejemplo- polemizó en 1908 con la posición del sociólogo italiano Enrico Ferri (que terminaría sus días en las filas de Benito Mussolini) quien describía al socialismo en la Argentina como “una flor exótica”. Fue también el primer traductor de El Capital de Carlos Marx a la lengua española, traducción que fuera prologada por Pablo Iglesias que en ese mismo 1909 se convertiría en el primer diputado socialista de la península ibérica.
Justo, junto a José Carlos Mariátegui, serian los primeros dirigentes de la izquierda latinoamericana en debatir de igual a igual con sus pares europeos de la época. Uno de los grandes pensadores de la izquierda argentina, José Arico, lo definió como uno de los tres jefes de la democracia argentina, junto a Lisandro de la Torre e Hipólito Yrigoyen, agregando que Justo “fue la personalidad política e intelectual que más contribuyó a incorporar al ‘cerebro nacional’ la idea de justicia social y de emancipación de los trabajadores”.
Teoría y Practica de la Historia, no sólo fue el título de su libro más importante sino también una síntesis de su forma de encarar la vida. Más volcado a la acción que a las grandes discusiones teóricas a pesar de su fértil producción intelectual, el fundador de La Vanguardia y de la cooperativa El Hogar Obrero, entendía que muchas veces hombres y mujeres emparentados por los grandes ideales de la libertad y la igualdad terminaban enfrentados por “veleidades filosóficas”.
Para entender la importancia de esta obra hay que señalar que muchos de lo de debates de la Argentina actual se encuentran presentes en la tarea y la obra política de Justo. Para muestra dos botones:
En primer lugar la cuestión agraria, Justo fue el primer político y pensador de nuestro entorno en plantear seriamente el tema formulando una propuesta integral que el Partido Socialista incorporó a su programa mínimo a partir de 1901. Esta preocupación lo llevó a ser uno de los protagonistas políticos del “Grito de Alcorta”, cuando se hizo presente en el epicentro del conflicto y saludó desde La Vanguardia el nacimiento de la Federación Agraria, a la que veía “como un primer paso firme en la organización de los trabajadores del campo”. Sin embargo, cuando Justo propuso a la Federación como solución al conflicto la implementación del programa del Partido Socialista para el campo, que implicaba un nuevo paradigma de las relaciones de propiedad, se encontró con una dirigencia conservadora, que hasta expulsó de la novel entidad a varios socialistas.
En segundo término, ante las últimas declaraciones de la Iglesia Católica en materia de educación sexual, salud reproductiva, o los planes de estudios impulsados por esta institución en varias Provincias, vale la pena leer o releer el último capítulo de Teoría y Practica de la Historia donde el maestro Justo afirma que la función esencial de la Iglesia “es el engaño que amedrenta a los hombres, la fascinación que los entrega inermes a la voluntad ajena, para que sufran pacientes el despotismo y embaucarlos con promesas de ultratumba que los anestesien para los dolores de su miseria presente.”
En el prólogo a la primer edición, señala que el libro esta “hecho para el pueblo” pero que le gustaría que lo leyeran personas de todas la condiciones sociales, porque sostenía que “si Maquiavelo escribiendo para los príncipes enseñó al pueblo, ¡cuanto más no enseñaríamos a los príncipes los que escribimos para el pueblo, si se dignaran leernos!”
Ya no se consigue en las librerías, pero espera paciente la lectura del pueblo en las bibliotecas barriales.
*Ex miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PS. Coordinador de la Biblioteca Barrial “Maestro Alfredo Bravo” . Secretario de la Asociación Civil Carlos Sánchez Viamonte
Por Juani Mareque*
En agosto de 1909, se terminaba de editar y salía a la calle la primera edición de Teoría y Práctica de la Historia, la obra cumbre del pensamiento del fundador del Partido Socialista en la Argentina y su constructor más consecuente, Juan B. Justo.
En sus más de quinientas páginas, producto de la compilación y ordenamiento de varios artículos que le fueron publicados en la revista del socialismo madrileño Nueva Era y a la que se sumaron una serie de conferencias dictadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, fijó posición sobre los temas que lo preocuparon durante toda su vida, el cooperativismo, la cuestión agraria, la lucha de clases, el desarrollo de la burguesía nacional, la democracia obrera y el rol de los trabajadores.
Juan B. Justo fue un personaje trascendente en la cultura política argentina, el más brillante defensor de la razón ser del socialismo en nuestro país, que –por ejemplo- polemizó en 1908 con la posición del sociólogo italiano Enrico Ferri (que terminaría sus días en las filas de Benito Mussolini) quien describía al socialismo en la Argentina como “una flor exótica”. Fue también el primer traductor de El Capital de Carlos Marx a la lengua española, traducción que fuera prologada por Pablo Iglesias que en ese mismo 1909 se convertiría en el primer diputado socialista de la península ibérica.
Justo, junto a José Carlos Mariátegui, serian los primeros dirigentes de la izquierda latinoamericana en debatir de igual a igual con sus pares europeos de la época. Uno de los grandes pensadores de la izquierda argentina, José Arico, lo definió como uno de los tres jefes de la democracia argentina, junto a Lisandro de la Torre e Hipólito Yrigoyen, agregando que Justo “fue la personalidad política e intelectual que más contribuyó a incorporar al ‘cerebro nacional’ la idea de justicia social y de emancipación de los trabajadores”.
Teoría y Practica de la Historia, no sólo fue el título de su libro más importante sino también una síntesis de su forma de encarar la vida. Más volcado a la acción que a las grandes discusiones teóricas a pesar de su fértil producción intelectual, el fundador de La Vanguardia y de la cooperativa El Hogar Obrero, entendía que muchas veces hombres y mujeres emparentados por los grandes ideales de la libertad y la igualdad terminaban enfrentados por “veleidades filosóficas”.
Para entender la importancia de esta obra hay que señalar que muchos de lo de debates de la Argentina actual se encuentran presentes en la tarea y la obra política de Justo. Para muestra dos botones:
En primer lugar la cuestión agraria, Justo fue el primer político y pensador de nuestro entorno en plantear seriamente el tema formulando una propuesta integral que el Partido Socialista incorporó a su programa mínimo a partir de 1901. Esta preocupación lo llevó a ser uno de los protagonistas políticos del “Grito de Alcorta”, cuando se hizo presente en el epicentro del conflicto y saludó desde La Vanguardia el nacimiento de la Federación Agraria, a la que veía “como un primer paso firme en la organización de los trabajadores del campo”. Sin embargo, cuando Justo propuso a la Federación como solución al conflicto la implementación del programa del Partido Socialista para el campo, que implicaba un nuevo paradigma de las relaciones de propiedad, se encontró con una dirigencia conservadora, que hasta expulsó de la novel entidad a varios socialistas.
En segundo término, ante las últimas declaraciones de la Iglesia Católica en materia de educación sexual, salud reproductiva, o los planes de estudios impulsados por esta institución en varias Provincias, vale la pena leer o releer el último capítulo de Teoría y Practica de la Historia donde el maestro Justo afirma que la función esencial de la Iglesia “es el engaño que amedrenta a los hombres, la fascinación que los entrega inermes a la voluntad ajena, para que sufran pacientes el despotismo y embaucarlos con promesas de ultratumba que los anestesien para los dolores de su miseria presente.”
En el prólogo a la primer edición, señala que el libro esta “hecho para el pueblo” pero que le gustaría que lo leyeran personas de todas la condiciones sociales, porque sostenía que “si Maquiavelo escribiendo para los príncipes enseñó al pueblo, ¡cuanto más no enseñaríamos a los príncipes los que escribimos para el pueblo, si se dignaran leernos!”
Ya no se consigue en las librerías, pero espera paciente la lectura del pueblo en las bibliotecas barriales.
*Ex miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PS. Coordinador de la Biblioteca Barrial “Maestro Alfredo Bravo” . Secretario de la Asociación Civil Carlos Sánchez Viamonte
