La izquierda entre la protesta y el compromiso
en el gobierno del Uruguay
en el gobierno del Uruguay
Por Constanza Moreira *
Este es el título que lleva el último libro de Constanza Moreira, publicado por Trilce y que se encuentra desde hoy en librerías. En su habitual columna de los lunes, hemos optado por incluir un adelanto, reproduciendo parte de su introducción
El libro "Entre la protesta y el compromiso: la izquierda en el gobierno en Uruguay y América Latina", tuvo como objetivo realizar un análisis de los impactos de la llegada del Frente Amplio al gobierno nacional en Uruguay, pero reflexionando desde los procesos de gobiernos de izquierda en América Latina.
Está guiado por algunas proposiciones centrales, que se estructuran a lo largo de los tres capítulos que lo organizan.
La primera proposición es que, los procesos del giro a la izquierda que se viven hoy, no son completamente nuevos sino que asientan sus raíces en las izquierdas de la "segunda ola" de la democracia (el período, que según Huntington, va desde la postguerra hasta los autoritarismos que emergieron a fines de los sesenta e inicios de los setenta). En algunos casos, las izquierdas que hoy llegan al gobierno, son mutaciones en las cuales es difícil reconocer los antiguos orígenes (como el trabalhismo de Vargas en el PT de Lula, o las luchas
de los mineros bolivianos en el indigenismo de Evo Morales). En otros (el justicialismo argentino o la propia izquierda uruguaya), la continuidad de los procesos resulta más o menos visible. La ideologización de la política de masas, es un fenómeno que se consolida en la segunda ola de la democracia, pero que se ve interrumpido por los golpes de Estado y procesos autoritarios que se dan en casi todos los países de la región. El fin de la guerra fría, lejos de eliminar la política de "izquierdas y derechas", al abrir la oportunidad de una competencia ideológica pacífica, tendió a reforzarla. Finalmente, el efecto de difusión de ideas, prácticas y discursos desde la izquierda, se expandió a lo largo y a lo ancho del continente.
El Uruguay no fue ajeno a estos procesos, aunque su política, y especialmente sus partidos, sean de cosecha propia. Pero mientras en los años sesenta, se tendía a concebir el proceso uruguayo en el marco de los otros procesos latinoamericanos, como una parte de la acumulación de fuerzas de toda la región, en los ochenta y noventa, primó la idea de una salida "a la uruguaya", y de unos partidos políticos peculiares, excepcionales, así como de una suerte de democracia "ejemplar". Buena parte del proceso uruguayo distó, sin embargo, de ser ejemplar; como lo ejemplifica el tratamiento dado a los derechos humanos, y el retraso con el que el cambio político se verifica en nuestro país, al menos si es comparado con otros. Pero la autocomplacencia política (y también politológica) duró, al menos, hasta que el Uruguay enfrenta la crisis de 2002. Aún la salida de la crisis fue para muchos un ejemplo de una "salida a la uruguaya". Pero ésta, y el triunfo del Frente Amplio dos años después, vinieron a dibujar un nuevo mapa político en la realidad uruguaya: Nuevos actores, nuevos modos de hacer política, nuevos (y viejos) problemas. Y como una parte de los méritos de los gobiernos de izquierda no es solucionar los problemas de la sociedad, sino hacerlos visibles, con el gobierno de izquierda, muchos de los malestares de la sociedad uruguaya se hicieron más visibles que con gobiernos anteriores.
El libro comienza relatando, a modo de descripción, lo que pasó desde que el Frente Amplio asumiera el gobierno en 2005: El propio armado del gobierno, los temas que tuvieron más importancia en la agenda, los principales debates que se produjeron al interior mismo de la izquierda devenida gobierno, y los hitos que marcaron un período que será reconocido en la historia uruguaya, como uno de los más productivos y removedores de la historia reciente. Se seleccionaron y analizaron, en particular, dos temas de agenda: los temas de género, y las políticas sociales. Los temas de género aluden a lo que se hizo, que fue mucho, pero también a la enorme deuda que tiene la política uruguaya para con las mujeres. Del mismo modo, la "agenda social" del gobierno muestra, a partir de todo el conjunto de iniciativas desplegadas, las enormes dificultades que experimentamos, para realizar transformaciones sustantivas en los niveles de bienestar de buena parte de la población uruguaya.
En relación con esto, el libro hace un recorrido a las políticas implementadas por los gobiernos de izquierda en otros países: Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia, Chile. El estudio del impacto distributivo de los gobiernos de izquierda ayuda a entender las limitaciones y desafíos que enfrentan los procesos de cambio en nuestros países. En particular, muestra que existe una ecuación política muy delicada entre los apoyos "populares" y el compromiso de los intereses económicamente dominantes. Las elites más poderosas tienen capacidad para frenar o bloquear iniciativas de redistribución, aún cuando éstas sean muy modestas, como lo evidencian los múltiples conflictos que se han producido en varios de estos países. Al mismo tiempo, sin estas iniciativas no podrán cumplirse las expectativas de las masas populares, de cuyo apoyo dependen los gobiernos de izquierda. Y todo debe hacerse sin menguar la gobernabilidad, porque sin ésta, se abre una ventana de oportunidad para crisis políticas, que no sólo pueden poner en riesgo todo lo conquistado, sino representar un retroceso al punto de partida, o peor aún, instalar una nueva matriz de concentración económica y exclusión política.
La segunda proposición que guió el libro es que la cultura política, y las instituciones políticas, son hasta cierto punto, determinantes del grado de consolidación que puedan tener las transformaciones que se están dando en los países de la región. La existencia de partidos de izquierda, el vínculo entre esos países y los movimientos sociales, así como la consistencia actitudinal e ideológica de sus líderes, son dimensiones imprescindibles a tomar en cuenta en el análisis tanto de los procesos latinoamericanos, como en el propio. La cultura política de las elites de izquierda en América Latina, parece bastante consistente en temas relativos a la participación del Estado en la economía, las bondades de las políticas redistributivas, o la importancia de la integración latinoamericana. En cambio, en los llamados temas de la agenda "secular", como los derechos de las minorías, o la agenda de la igualdad de género, la izquierda evidencia un rezago considerable. La participación, en nuestras élites de izquierda, de valores "religiosos" por oposición a los valores "seculares", colabora con este retraso, como lo evidencia la propia discusión sobre la despenalización del aborto en nuestro país.
La cultura política de la opinión pública, asimismo, genera límites al proceso de transformaciones. En particular, el libro analiza cómo la llegada del Frente Amplio al gobierno alteró una ecuación básica de la cultura política uruguaya; al transformar en gobierno a la oposición, alteró las preferencias y percepciones de los habitualmente más descontentos de la opinión pública. Antes, los más desconformes eran de izquierda, montevideanos, y con educación terciaria. Aunque manifestaban disconformidad con el funcionamiento del sistema político, generaban por sus mismas actitudes, un efecto de legitimación de todo el sistema. Hoy, en cambio, los disconformes están repartidos a lo largo del espectro político, pero especialmente, entre aquéllos que se declaran más a la derecha.
La tercera proposición que estructuró el libro, es que buena parte del proceso político de nuestros países está guiado por las preferencias y orientaciones de sus líderes. En casi todos los países, las elites de izquierda representan más verosímilmente a "los de abajo": los trabajadores, las personas de menor educación relativa, y de orígenes más humildes. Esta "circulación de las elites", fue especialmente significativa en el caso uruguayo, ya que de todos los cambios que el país procesó en el último medio siglo, ninguno es comparable como el desplazamiento de las viejas elites (blanca, colorada) del gobierno por parte del "intruso". Es la evolución y dinámica de esta nueva "clase política" la que determinará, en buena medida, la evolución futura del sistema de partidos, y de la propia democracia uruguaya."
* Politóloga uruguaya. Profesora de la Universidad de la República, de Montevideo. Editado por el diario "La República" de Montevideo, el 5 de Octubre de 2009.
Este es el título que lleva el último libro de Constanza Moreira, publicado por Trilce y que se encuentra desde hoy en librerías. En su habitual columna de los lunes, hemos optado por incluir un adelanto, reproduciendo parte de su introducción
El libro "Entre la protesta y el compromiso: la izquierda en el gobierno en Uruguay y América Latina", tuvo como objetivo realizar un análisis de los impactos de la llegada del Frente Amplio al gobierno nacional en Uruguay, pero reflexionando desde los procesos de gobiernos de izquierda en América Latina.
Está guiado por algunas proposiciones centrales, que se estructuran a lo largo de los tres capítulos que lo organizan.
La primera proposición es que, los procesos del giro a la izquierda que se viven hoy, no son completamente nuevos sino que asientan sus raíces en las izquierdas de la "segunda ola" de la democracia (el período, que según Huntington, va desde la postguerra hasta los autoritarismos que emergieron a fines de los sesenta e inicios de los setenta). En algunos casos, las izquierdas que hoy llegan al gobierno, son mutaciones en las cuales es difícil reconocer los antiguos orígenes (como el trabalhismo de Vargas en el PT de Lula, o las luchas
de los mineros bolivianos en el indigenismo de Evo Morales). En otros (el justicialismo argentino o la propia izquierda uruguaya), la continuidad de los procesos resulta más o menos visible. La ideologización de la política de masas, es un fenómeno que se consolida en la segunda ola de la democracia, pero que se ve interrumpido por los golpes de Estado y procesos autoritarios que se dan en casi todos los países de la región. El fin de la guerra fría, lejos de eliminar la política de "izquierdas y derechas", al abrir la oportunidad de una competencia ideológica pacífica, tendió a reforzarla. Finalmente, el efecto de difusión de ideas, prácticas y discursos desde la izquierda, se expandió a lo largo y a lo ancho del continente.
El Uruguay no fue ajeno a estos procesos, aunque su política, y especialmente sus partidos, sean de cosecha propia. Pero mientras en los años sesenta, se tendía a concebir el proceso uruguayo en el marco de los otros procesos latinoamericanos, como una parte de la acumulación de fuerzas de toda la región, en los ochenta y noventa, primó la idea de una salida "a la uruguaya", y de unos partidos políticos peculiares, excepcionales, así como de una suerte de democracia "ejemplar". Buena parte del proceso uruguayo distó, sin embargo, de ser ejemplar; como lo ejemplifica el tratamiento dado a los derechos humanos, y el retraso con el que el cambio político se verifica en nuestro país, al menos si es comparado con otros. Pero la autocomplacencia política (y también politológica) duró, al menos, hasta que el Uruguay enfrenta la crisis de 2002. Aún la salida de la crisis fue para muchos un ejemplo de una "salida a la uruguaya". Pero ésta, y el triunfo del Frente Amplio dos años después, vinieron a dibujar un nuevo mapa político en la realidad uruguaya: Nuevos actores, nuevos modos de hacer política, nuevos (y viejos) problemas. Y como una parte de los méritos de los gobiernos de izquierda no es solucionar los problemas de la sociedad, sino hacerlos visibles, con el gobierno de izquierda, muchos de los malestares de la sociedad uruguaya se hicieron más visibles que con gobiernos anteriores.
El libro comienza relatando, a modo de descripción, lo que pasó desde que el Frente Amplio asumiera el gobierno en 2005: El propio armado del gobierno, los temas que tuvieron más importancia en la agenda, los principales debates que se produjeron al interior mismo de la izquierda devenida gobierno, y los hitos que marcaron un período que será reconocido en la historia uruguaya, como uno de los más productivos y removedores de la historia reciente. Se seleccionaron y analizaron, en particular, dos temas de agenda: los temas de género, y las políticas sociales. Los temas de género aluden a lo que se hizo, que fue mucho, pero también a la enorme deuda que tiene la política uruguaya para con las mujeres. Del mismo modo, la "agenda social" del gobierno muestra, a partir de todo el conjunto de iniciativas desplegadas, las enormes dificultades que experimentamos, para realizar transformaciones sustantivas en los niveles de bienestar de buena parte de la población uruguaya.
En relación con esto, el libro hace un recorrido a las políticas implementadas por los gobiernos de izquierda en otros países: Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia, Chile. El estudio del impacto distributivo de los gobiernos de izquierda ayuda a entender las limitaciones y desafíos que enfrentan los procesos de cambio en nuestros países. En particular, muestra que existe una ecuación política muy delicada entre los apoyos "populares" y el compromiso de los intereses económicamente dominantes. Las elites más poderosas tienen capacidad para frenar o bloquear iniciativas de redistribución, aún cuando éstas sean muy modestas, como lo evidencian los múltiples conflictos que se han producido en varios de estos países. Al mismo tiempo, sin estas iniciativas no podrán cumplirse las expectativas de las masas populares, de cuyo apoyo dependen los gobiernos de izquierda. Y todo debe hacerse sin menguar la gobernabilidad, porque sin ésta, se abre una ventana de oportunidad para crisis políticas, que no sólo pueden poner en riesgo todo lo conquistado, sino representar un retroceso al punto de partida, o peor aún, instalar una nueva matriz de concentración económica y exclusión política.
La segunda proposición que guió el libro es que la cultura política, y las instituciones políticas, son hasta cierto punto, determinantes del grado de consolidación que puedan tener las transformaciones que se están dando en los países de la región. La existencia de partidos de izquierda, el vínculo entre esos países y los movimientos sociales, así como la consistencia actitudinal e ideológica de sus líderes, son dimensiones imprescindibles a tomar en cuenta en el análisis tanto de los procesos latinoamericanos, como en el propio. La cultura política de las elites de izquierda en América Latina, parece bastante consistente en temas relativos a la participación del Estado en la economía, las bondades de las políticas redistributivas, o la importancia de la integración latinoamericana. En cambio, en los llamados temas de la agenda "secular", como los derechos de las minorías, o la agenda de la igualdad de género, la izquierda evidencia un rezago considerable. La participación, en nuestras élites de izquierda, de valores "religiosos" por oposición a los valores "seculares", colabora con este retraso, como lo evidencia la propia discusión sobre la despenalización del aborto en nuestro país.
La cultura política de la opinión pública, asimismo, genera límites al proceso de transformaciones. En particular, el libro analiza cómo la llegada del Frente Amplio al gobierno alteró una ecuación básica de la cultura política uruguaya; al transformar en gobierno a la oposición, alteró las preferencias y percepciones de los habitualmente más descontentos de la opinión pública. Antes, los más desconformes eran de izquierda, montevideanos, y con educación terciaria. Aunque manifestaban disconformidad con el funcionamiento del sistema político, generaban por sus mismas actitudes, un efecto de legitimación de todo el sistema. Hoy, en cambio, los disconformes están repartidos a lo largo del espectro político, pero especialmente, entre aquéllos que se declaran más a la derecha.
La tercera proposición que estructuró el libro, es que buena parte del proceso político de nuestros países está guiado por las preferencias y orientaciones de sus líderes. En casi todos los países, las elites de izquierda representan más verosímilmente a "los de abajo": los trabajadores, las personas de menor educación relativa, y de orígenes más humildes. Esta "circulación de las elites", fue especialmente significativa en el caso uruguayo, ya que de todos los cambios que el país procesó en el último medio siglo, ninguno es comparable como el desplazamiento de las viejas elites (blanca, colorada) del gobierno por parte del "intruso". Es la evolución y dinámica de esta nueva "clase política" la que determinará, en buena medida, la evolución futura del sistema de partidos, y de la propia democracia uruguaya."
* Politóloga uruguaya. Profesora de la Universidad de la República, de Montevideo. Editado por el diario "La República" de Montevideo, el 5 de Octubre de 2009.