RENTA RURAL
LOS PROPIETARIOS MAS RICOS PAGAN IMPUESTOS QUE DAN RISA
(Por eLeVE)
María del Carmen vive en un departamento de 58 metros cuadrados, de 40 años de antigüedad, sobre la calle Moldes. En la última boleta bimestral de ABL pagó 138 pesos: 150% más de lo que abonaba antes de que Macri aplicara el revalúo inmobiliario en la Ciudad. Luciano Miguens, titular de la Sociedad Rural, posee 2.219 hectáreas de campo en Salto, en la franja más rica de la provincia, con una valuación de mercado superior a los 40 millones de pesos. Paga apenas 78 pesos anuales (sí, al año) por hectárea en concepto del impuesto inmobiliario rural. Carlos Blaquier, dueño del ingenio más grande del país, y Luis Otero Monsegur, ex dueño del Banco Francés, tributan un poquito menos: alrededor de 50 pesos anuales por hectárea. Manuel Anchorena, con campos en Chascomús, abona todavía menos: sólo 8 pesos al año. La valuación fiscal de esas tierras jamás se actualizó, mientras la valuación de mercado de los campos alcanzó niveles récord en dólares.
En 2005, el gobierno de la provincia de Buenos Aires gastó millones en un relevamiento catastral para readecuar los valores fiscales, sobre los cuales Rentas cobra el impuesto inmobiliario. Pero el lobby rural se hizo sentir en la legislatura bonaerense. Y el revalúo en la provincia sólo se instrumentó en los centros urbanos, donde el aumento del impuesto inmobiliario fue incluso mayor al ABL porteño.
Los valores fiscales de las tierras en la provincia de Buenos Aires corresponden a la década del 80, veinte años atrás. En base a esos importes se sigue recolectando el impuesto inmobiliario rural. Hace tres años, el gobernador Felipe Solá encargó un estudio para revaluar fiscalmente las tierras. Pero en 2006, la medida no prosperó en la Legislatura provincial por la presión que ejercieron las entidades del agro, lideradas por Carbap. “El lobby de las entidades del campo fue muy fuerte y organizado”, recuerda un legislador que impulsaba el revalúo rural. “Nos dimos cuenta de que hasta en el propio Ministerio de Asuntos Agrarios jugaban en contra”, agrega.
Como resultado, el revalúo de los campos quedó archivado. Sólo se aplicó un aumento de las alícuotas, pero que como éstos se recaudan sobre una valuación fiscal de dos décadas atrás el impacto en la carga tributaria fue irrisorio. Para colmo, el afán recaudatorio de la provincia sí prosperó en las ciudades, donde en los últimos dos años se aplicó el revalúo inmobiliario.
La injusticia de la actualización inmobiliaria sólo en las ciudades es todavía mayor si se tiene en cuenta que, en los últimos años, los precios de los campos en dólares subieron, a la par de la cotización de los granos en el mercado internacional, mucho más que las propiedades en los centros urbanos.
Hoy, en los campos de la provincia de Buenos Aires se pagan en promedio sólo 14 pesos anuales por hectárea en concepto de inmobiliario rural. Si fuera por el valor fiscal, cualquier familia con un sueldo mínimo podría acceder al sueño del campito propio. Así, algunas de las personas más ricas de la Argentina pagan de impuesto inmobiliario sumas insignificantes. Algunos ejemplos:
Carlos Blaquier, dueño del ingenio y papelera Ledesma, posee 8.900 hectáreas en Pehuajó. Allí, en promedio, el precio de mercado de la hectárea ronda los 5.000 dólares, pero el valor fiscal es de sólo 1.076 pesos por hectárea, unas 15 veces menos. Por eso, por el impuesto inmobiliario paga apenas 52 pesos anuales por hectárea.
Cresud, la empresa agrícola del Grupo Elsztain, explota 6.092 hectáreas en Trenque Lauquen. A valor fiscal, esos campos cuestan 9 millones de pesos, frente a los 56 millones que arroja una tasación de mercado de hace dos años. Tributa al fisco provincial 170 pesos al año por hectárea.
Luciano Miguens, el titular de la Sociedad Rural, suma 2.219 hectáreas en Salto. En esa zona, una de las más prósperas de la provincia, el valor de mercado de la tierra promedia los 11 mil dólares, aunque por estos días se escuchan ofertas que trepan a los 15 mil dólares la hectárea. El valor fiscal por hectárea es de sólo 2.638 pesos. Y paga apenas 78 pesos anuales por hectárea. Para el fisco, los campos de Miguens están tasados en 5,8 millones de pesos; pero la estimación más conservadora –por la que le lloverían ofertas– arroja una cotización de mercado superior a los 40,5 millones; 7 veces más.
Luis Otero Monsegur, ex dueño del Banco Francés, posee campos en Pehuajó por los que paga 45 pesos anuales de inmobiliario rural por hectárea.
Josefina Bemberg, en San Miguel del Monte, tributa todavía menos: 29,5 pesos por hectárea. Para el estado provincial, su campo registra una valuación de 1,3 millones de pesos; pero en la estimación de mercado más conservadora es 9 veces mayor. Matilde Noble Mitre de Saguier, intregrante del directorio del diario La Nación, tributa sólo 57 pesos por hectárea por su campo en Salto, donde el valor real de la hectárea ronda entre los 8 mil y los 11 mil dólares.
El campo de Manuel Anchorena en Chascomús, para Rentas está registrado a 519 pesos la hectárea. Y contribuye con la ridícula suma de 8,4 pesos por hectárea. Lo que paga de ABL en un bimestre María del Carmen, por su dos ambientes en Belgrano, es equivalente al impuesto que le cobra el fisco de la provincia de Buenos Aires a Anchorena por 16 hectáreas durante todo un año.
La concentración de la tierra
Los registros muestran que la tierra en la provincia de Buenos Aires continúa concentrada en pocas manos, un rasgo que no parece haberse modificado sustancialmente en 200 años de historia. Del último Censo Agropecuario Nacional se desprende que el 5% de las explotaciones más importantes (más de 2.000 hectáreas) concentran casi el 40% de la superficie total relevada. Otro 20% de la superficie estaba en poder de sólo 7% empresas y/o personas físicas, con campos de más de 1.000 hectáreas. En el otro extremo, el 35% de los chacareros con extensiones inferiores a las 100 hectáreas representan apenas el 3% de la superficie rural. En los registros catastrales la subdivisión es mayor debido a que las grandes explotaciones suelen fraccionarse como una forma de eludir la carga impositiva nacional y provincial. En la actualidad, toda la provincia de Buenos Aires está valuada fiscalmente en 27.000 millones de pesos ($ 890 por hectárea), cuando estimaciones conservadoras hablan de un valor de mercado superior a los 140.000 millones. (CRÍTICA DIGITAL)