Por Daniel Muchnik
La Reserva Federal de los Estados Unidos y varios bancos centrales anunciaron una "ayuda extraordinaria" a los bancos y corredores de bonos que atraviesan, desde hace ya varios meses, una dura situación de liquidez y solvencia. La decisión provocó de inmediato una euforia en los mercados bursátiles de todo el mundo. La Reserva Federal permitirá a los corredores de bonos utilizar valores respaldados por hipotecas como garantía para conseguir hasta 200.000 millones de dólares en valores del Tesoro, a 28 días. También abrió líneas de crédito en dólares que otros bancos centrales pueden usar para prestar a sus instituciones financieras. Con esta actuación, la Reserva Federal se convierte en el acreedor de hipotecas insolventes. Se trata de una maniobra más que controvertida porque la insolvencia bancaria se ha trasladado ahora a los propios bancos centrales. Sus activos van a estar constituidos por papeles privados "basura" que no podrán realizar ni sacar provecho. La prensa de concepción liberal (en el sentido más amplio del término, no en el específicamente norteamericano donde "liberal" es sinónimo de progresista anticonservador) calificó las medidas como una intervención quirúrgica para restaurar la normalidad a esos mercados y hacer que sus recortes de tasas surtan un mayor efecto. No es así. Más bien lo contrario. La "normalidad de los mercados" sería que los bancos centrales no intervengan y que la "mano invisible" ejecute el saneamiento necesario. Esta vez, como se trata de bancos y de grandes inversores, la "biblioteca liberal" no la calificó de intervencionismo estatal. Los llamados "liberales" se han convertido en "estatistas" cuando sus negocios están en peligro y son "privatistas" cuando las ganancias fluyen sin obstáculos ni observaciones indiscretas. De esta manera su signo es socializar las pérdidas y privatizar las ganancias. A pesar del rescate, el de la Reserva Federal es un analgésico para un enfermo grave en terapia intensiva. Es que con la caída de los valores de la propiedad, esas hipotecas valen la mitad o menos de sus valores originales. Además, Estados Unidos está en recesión y próximamente — todo lo sugiere— también Europa sufrirá una importante caída en sus actividades económicas. En España el sistema financiero ha acusado recibo y el universo inmobiliario , que tuvo su momento de euforia, ingresó en una etapa de seria preocupación. Es Estados Unidos, empero, el centro de la inquietud internacional. En febrero se destruyeron 63.000 empleos (el 80 por ciento de esos fueron en la industria). La burbuja inmobiliaria, desde setiembre de 2006, ha destrozado más de 330.000 puestos de trabajo en tanto la tasa de desempleo ya llega al 5%. Para aumentar la sensación de inestabilidad general el dólar se derrumba mientras el euro alcanza máximos históricos. El dólar sigue siendo dominante en el mercado de divisas pero nadie sabe hasta cuándo conservará el cetro. En el último año el dólar ha perdido casi un 19 por ciento del valor con relación al yen japonés y más de 13 por ciento respecto del euro. Ahora, la nueva pulseada pasará por la tasa de interés (¿Otra rebaja más antes del 18 de marzo?), por rescates directos a los fondos insolventes y hasta por la compra de hipotecas. ¿Bastarán los nuevos salvatajes?
HOMENAJE A NÉSTOR KIRCHNER
