A cuatro meses de su renuncia a la Secretaría de Cultura, José Pepe Nun reafirma su fe kirchnerista
Micaela Pérez
José “Pepe” Nun llega a la redacción de El Cronista Comercial a la hora pautada para la entrevista, sorprendido y divertido a la vez. Camino al diario, se cruzó con una protesta callejera que incluyó desnudos en plena vía pública y revolucionó el centro porteño. “Manden un fotógrafo, es una nota imperdible”, asegura, riéndose. Es que en el caso de Nun, su condición de intelectual y politólogo serio y de renombre, no le impide ser dueño de un envidiable sentido del humor. A cuatro meses de haber dejado su puesto como secretario de Cultura de la Nación, se lo nota relajado. “Llevaba casi 5 años en el cargo, me pareció que se había cumplido un ciclo y yo deseaba volver a la vida académica”, cuenta, sobre los motivos de su renuncia. Cordial, Nun aclara que concede el reportaje con el fin de repasar su gestión en Cultura (ver recuadro), aunque el entusiasmo con que responde a cada una de las preguntas sobre el kirchnerismo y la dinámica política argentina, parece desmentirlo.
Su simpatía por los Kirchner sigue intacta. Nun admite que el país vive en un estado constante de crispación, pero niega que el estilo confrontativo del matrimonio presidencial sea el único responsable de esa situación. En cambio, le apunta a la oposición: “Cuando uno no quiere, dos no pelean”, dice. Sin nombrarla, también le dedica una filosa ironía a Lilita Carrió, de quien fue hombre de consulta, allá por 2002. También cuestiona el rol de los medios: “Hay una campaña incesante” para desprestigiar al Gobierno, afirma. Y sostiene que la administración de Cristina Kirchner debería avanzar hacia “un presidencialismo de coalición” para gobernar sin sobresaltos a partir del 10 de diciembre, cuando el oficialismo pierda la mayoría en el Congreso.
l ¿Cómo ve a la Argentina de cara al Bicentenario?
- Voy a llamar en mi ayuda a un gran argentino, Joaquín V. González. En 1910, año del Centenario, advirtió en un artículo que publicó el diario La Nación que la lección que nos dejaba el siglo transcurrido era que Argentina era un país con unas potencias increíbles, tierras feraces, minería, ríos, costas maravillosas, tenía todo para ser un país extremadamente rico, pero que tenía un problema de tal gravedad que se atrevía a darle el carácter de ley histórica de la Argentina, la ley histórica de la discordia argentina, del desencuentro entre los argentinos. Esta tradición parece estar en el ADN argentino. Lo que yo me proponía en Cultura con una conceptualización del Bicentenario como momento catártico, era revisar todo esto que nos ha llevado a una visión amigo-enemigo en vez de a una visión de adversarios. A la política concebida como juego suma cero.
l La Argentina vive hoy en estado de crispación constante. ¿No es el estilo confrontativo del Gobierno el que genera este clima?
- Le contestaría con algo que me decía mi mamá cuando era chico: “Cuando uno no quiere, dos no pelean”. Es muy cómodo endilgarle al ex presidente o a la Presidenta la responsabilidad en un país donde del otro lado hay personas iluminadas que han hablado con Dios y por lo tanto saben por dónde debe encaminarse el país. Eso nos enfrenta con una situación que hace que el diálogo se haga imposible. Es cierto que la política argentina es una política de la crispación, del enfrentamiento, pero eso está provocado por todos los que hacen política en la Argentina. En Argentina y, particularmente, en los medios, todos el mundo se conduele por la suerte de los pobres, sea de derecha, de centro o de izquierda. Todos sufren por los pobres. Ahora, yo diría que el problema de la Argentina no son los pobres, son los ricos, no todos. Sí los ricos que evaden, que no invierten, que tienen a su personal en negro...
l Convengamos que el que gobierna tiene una responsabilidad primaria con los pobres...
- Sin duda que tiene una enorme responsabilidad, pero si hubiera una opinión pública alimentada por los medios que estuviera mostrando eso, el poder que tienen los lobbies en la Argentina, mostrando por qué los bancos, grandes responsables de la crisis de 2001, el año pasado fueron el sector que más ganó en la Argentina, con tasas de retorno del 80%, pero no hay ningún programa dedicado a eso.
l ¿Está de acuerdo con la Presidenta cuando dice que es obsceno que los medios muestren a los pobres?
- No dijo eso. Dijo que le parecía obsceno que los medios mostraran benévolamente y condoliéndose a los pobres cuando estaban solos, a un indigente o a un bebito enfermo, pero que, en cambio, cuando los pobres se juntan para reclamar por sus derechos, entonces se los estigmatiza, se los trata de presentar como criminales. Eso le parecía obsceno.
l ¿No es obsceno que a los pobres se los barra bajo la alfombra cuando se manipulan las cifras del Indec o no se las publica?
- Yo estoy de acuerdo con que eso es muy grave y que tiene que corregirse urgentemente. Esa manipulación de los índices le hace un daño muy terrible al país porque este es un país que necesita más que nunca confianza, credibilidad, instituciones transparentes.
l ¿Por qué el Gobierno persiste en ese error?
- Es una discrepancia grave que tengo con el Gobierno. Se la expresé personalmente a la Presidenta. Puedo dar fe que en 2007, 2008 no se han publicado estadísticas oficiales sobre distribución del ingreso y eso me parece lamentable porque la distribución del ingreso es seguramente mejor de lo que de esta manera se fomenta que se crea.
l Hay especialistas que dicen que desde que se dejaron de publicar las cifras la pobreza aumentó y que la distribución del ingreso es más desigual que en los ‘90.
-El tema es un trabajo de adivinanzas, esos índices a los que usted alude son sumamente precarios y manipulables. Lo grave es que si la inflación es del 15% y se dice que es del 10%, y se sabe que se están falseando las cifras, es seguro que la oposición va a decir que es del 20 o del 25%. Entonces se hace un flaco servicio no diciendo la verdad.
l ¿Cambió su mirada sobre el Gobierno ahora que está afuera de la gestión?
- Realmente no, en el sentido de que siempre he sido bastante independiente en mi forma de ver la realidad. Creo que se han cometido errores importantes, que se han tratado de corregir, y que se han tomado medidas muy significativas en los últimos tiempos como la asignación universal por hijo, que es un cambio histórico.
l ¿Le parece bien que el dinero de la Anses, de los jubilados, vaya a financiar el programa?
- En realidad, lo que va a cubrir eso son los intereses que cobra la Anses por sus inversiones para defender el capital de los beneficiarios del sistema jubilatario. Hay otro aspecto, y es si eso no debería ser reforzado. Por ejemplo, me parece que es urgente gravar la renta financiera.
l ¿Por qué el Gobierno no lo hace?
- Hay un pretexto, que yo creo que no sirve, que es para no crear nuevos impuestos y en realidad acá no se trata de crear nuevos impuestos sino de eliminar una exención, la que exime a los particulares de pagar intereses por las rentas financieras, que data de 1977, la época de Martínez de Hoz. De esa época data también la eliminación de un impuesto que me parece de estricta justicia, que es el impuesto a la herencia. Argentina es uno de los pocos países en el mundo que no lo tiene. Un impuesto a la herencia cuyo producido yo pedía se dedicara a Cultura, pero se podría dedicar a varias cosas, a la asignación universal por hijo, a ir preparando el camino para una renta básica universal... A lo que apunto es a que hay otras fuentes de financiamiento a las que también se debería apelar. El Gobierno todavía tiene tiempo de implementarlas. Hacer esto supone enfrentarse con enemigos terriblemente poderosos. Esto los medios tampoco lo ponen de manifiesto.
l ¿A quiénes se refiere?
- Basta pedir la lista de invitados a las recepciones de la Cancillería en los últimos 20 años y usted va a ver la presencia de los más poderosos empresarios de la Argentina en todo tipo de evento. Tienen un poder de sanción muy fuerte. Tradicionalmente, en los buenos años, el obrero era alguien que tenía empleo estable, buen salario y medidas de seguridad social que lo protegían. Cuando quería protestar para reclamar un derecho, la forma natural de protesta era la huelga. Como esto perjudicaba a sus patrones, se negociaba. Los patrones tienen una forma similar de protestar que es el lock out, dejar de producir. Los desocupados y subocupados, trabajadores informales, ésos no tienen poder de sanción y la única forma de hacerse visibles es cortando rutas y calles.
l ¿Justifica los cortes?
- Me parece lamentable que en las proximidades del Bicentenario estemos en una situación en que los cortes de ruta que hicieron los productores agropecuarios, que tenían la posibilidad de dejar de producir, parecieran virtuosos a los medios y recibieran un lugar expectable. Ahora, cuando los cortes los hacen lo que ahora se ha vuelto a llamar “la negrada” o “los cabecitas” es intolerable, eso es “la violencia en la calle”. Ésta es una desigualdad con la que entramos al Bicentenario que tiene que ser denunciada.
l ¿Está de acuerdo con la reforma política que impulsa el Gobierno?
- Es un proyecto interesante, enmendable, porque me parece que tiene que haber una cota mucho más favorable para que los pequeños o medianos partidos no desaparezcan.
l Tal como está, consagra el bipartidismo...
- Consagra el bipartidismo si es que mantiene exigencias tan altas para que un partido tercero pueda existir. Son las reformas que hay que hacer. Me parece muy bien que el Senado trate el proyecto con la nueva conformación que tendrá después del 10 de diciembre.
l ¿Qué le parece la decisión de Kirchner de volver a presidir el PJ?
- Como no soy miembro del Partido Justicialista no tengo opinión. Son decisiones tácticas, un político hace apuestas que salen bien o salen mal. Hay que estar dispuesto a corregir.
l Se dice de Kirchner que es un pragmático. ¿Hay límites para el pragmatismo o en política vale todo?
- No. Alguien una vez dijo de Lenin que era un oportunista con principios. Y yo creo que es una buena definición de un político en actividad. Tiene que ser un oportunista con principios, un pragmático con principios.
l ¿Kirchner mantiene sus principios?
- Los ha ido modificando porque en los años ‘90 apoyó a Menem...
l ¿Y los principios con lo que llegó al Gobierno? Apostó a la transversalidad, después a la Concertación Plural y al final se abrazó a los intendentes del conurbano...
-Tácticamente. Ahora la noticia es que quiere que vaya en una fórmula con él Hermes Binner. Hay constantes. Hay jueces muy duros de la acción política que son las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo que apoyan a este Gobierno. El principio de defensa a ultranza de los derechos humanos es un principio al que este Gobierno adhiere por más pragmático que sea. El principio que lo llevó a reconstruir la Corte es un principio de Justicia que es importante que se profundice. El de igualdad, elevar el nivel de vida de los que menos tienen, existe. Lo que creo es que hay un problema serio y es la inexistencia de partidos políticos orgánicos que serían los que deberían dirigir la movilización en apoyo de la concreción de ese tipo de principios.
l Este Gobierno debilitó a los partidos...
- ¿Entonces cómo Cobos es vicepresidente? La UCR tiene gobernadores en varias provincias y que han sido reelectos. No es verdad que el Gobierno se haya propuesto destruir a la UCR, ni siquiera le convenía. Tenemos por desgracia un régimen presidencialista, yo preferiría uno parlamentarista. El régimen presidencialista puede ser de dos tipos: un presidencialismo de mayorías o de coaliciones. Los brasileños se caracterizan por un presidencialismo de coaliciones. Nosotros, desgraciadamente, tenemos una tradición de presidencialismo de mayorías y nos encontramos muy incómodos cuando se trata de instalar un presidencialismo de coaliciones. La tranversalidad fue esa.
l ¿Y por qué fracasó?
- Porque los hábitos del corazón de la Argentina tienen que ver con un presidencialismo de mayoría. En los primeros años del gobierno de Kirchner anduvo muy bien. Lo real es que era una transversalidad apoyada en un presidencialismo fuerte.
l ¿No lo vive como una traición que Kirchner haya virado hacia el PJ ?
- Usted elige el término traición. Yo hubiera dicho esa táctica. No traicionó nada. Hoy mismo, nadie puede afirmar que una candidatura Kirchner-Binner sea ciencia ficción, tampoco que sea realidad, pero sí está en la agenda discutiéndose.
l Para los socialistas eso no tiene asidero.
- Falta mucho. Pero hablemos de la oposición, de cómo se fraccionan y no pueden convivir, cómo Stolbizer ya se separó de Carrió, y como Solá no quiere estar en un acto con Macri, y como De Narváez no quiere estar con ninguno de los otros dos. ¿Por qué no hablamos de la Argentina? Todo aparece focalizado.
l ¿Coincide con Cristina en que los medios demonizan a su Gobierno?
- Yo creo que en buena parte es así.
l Pero Kirchner pasó de un gran apoyo a tener un fuerte rechazo de la opinión pública. Eso no es una construcción mediática. ¿Qué pasó?
- Creo que tuvo que ver con una crisis que no es nacional, es internacional.
l Empezó antes, con la crisis del campo.
- Empezó simultáneamente. Por un lado, creo que fue la crisis. Por otro, una campaña incesante. Yo he vivido en varios países; nunca en mi vida he visto que los principales canales de TV tuvieran todos los días a las mismas figuras políticas. ¡Y diciendo las mismas cosas! Poner un canal de televisión significa ver a Felipe Solá, a De Narváez...
l Pero nunca se los ve en el canal oficial.
- No veo el canal oficial para responderle.
l ¿Qué opina de la ley de Medios?
- Estoy de acuerdo con sus lineamientos generales. La oposición cometió errores gravísimos. Si no se hubiera retirado del debate en Diputados, la famosa cláusula dando un año a las empresas para ajustarse a la ley se podría haber modificado. Es un plazo demasiado corto. Personalmente, creo que hubiera sido meor que la tratara el próximo Congreso.
l ¿Qué piensa del bloqueo a la distribución de los diarios que llevó adelante Moyano?
- Si es como aparece descripto en los medios, me parece un tema desgraciado. Hay otras formas de acción que no son bloquear la salida de los diarios. No creo que el Gobierno esté detrás, ni creo que le convenga que Moyano adquiera tanto predicamento.
l ¿Hoy la base de sustentación del Gobierno está en la CGT de Moyano?
- Es muchísimo más amplia que eso. Creo que está en el sindicalismo. Yo desearía fervientemente que se reconozca a la CTA porque el Gobierno tendría entonces un apoyo más amplio, tanto el de la CGT como CTA.
l No se la reconoce por presión de Moyano.
- Pero yo creo que está inscripto en la lógica de los hechos que la CTA sea reconocida. Más con la composición que va a tener el Congreso después del 10 de diciembre. El Gobierno necesita ampliar su base de sustentación.
l ¿Cómo imagina que se va a parar el Gobierno frente al nuevo Congreso?
- Si pudiera hacer alguna sugerencia como politólogo, diría que se va a parar girando más hacia un presidencialismo de coalición y abandonando la idea de un presidencialismo de mayorías porque no va a tener mucha alternativa. Eso se puede hacer bien o mal. Yo tengo altísima confianza de que lo haga bien. Particularmente, porque tiene aliados potenciales, como el socialismo, que tiene una gran amplitud y está dispuesto a apoyar todo lo que el Gobierno haga bien.
Su paso por la Secretaría de Cultura
José Nun asegura que el recorte de presupuesto que sufrió la Secretaría de Cultura (y que afectó a casi todas las áreas de Gobierno) no fue impedimento para llevar adelante una gestión rica en emprendimientos culturales, que se enfocó en tres objetivos centrales: la construcción de ciudadanía, la inclusión social y el federalismo. Apenas asumió en 2004, el ahora ex secretario buscó torcer la visión elitista según la cual la Cultura se agota en el campo de las Bellas Artes. Puso en marcha el programa Libros y Casas, que después copiaron países como México, Cuba y España. En 2005, creó el ciclo Cafés Cultura Nación, dedicado a promover charlas-debate en todo el país, incluso en cárceles y cuarteles militares. Una de sus primeras medidas fue la creación del SINCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina), con la más completa información sobre la cultura del país en formato electrónico. Durante su gestión, la Secretaría promovió la Campaña contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales y organizó los dos primeros Congresos Argentinos de Cultura ( 2006 y 2008). También impulsó el proyecto de Ley Federal de Cultura y consiguió el financiamiento del gobierno español para crear la Casa del Bicentenario, en pleno centro porteño. En el marco de los próximos festejos, impulsó los Debates de Mayo y los Foros del Bicentenario, que reúnen a especialistas argentinos y latinoamericanos y luego son publicados en forma de libros.
Micaela Pérez
José “Pepe” Nun llega a la redacción de El Cronista Comercial a la hora pautada para la entrevista, sorprendido y divertido a la vez. Camino al diario, se cruzó con una protesta callejera que incluyó desnudos en plena vía pública y revolucionó el centro porteño. “Manden un fotógrafo, es una nota imperdible”, asegura, riéndose. Es que en el caso de Nun, su condición de intelectual y politólogo serio y de renombre, no le impide ser dueño de un envidiable sentido del humor. A cuatro meses de haber dejado su puesto como secretario de Cultura de la Nación, se lo nota relajado. “Llevaba casi 5 años en el cargo, me pareció que se había cumplido un ciclo y yo deseaba volver a la vida académica”, cuenta, sobre los motivos de su renuncia. Cordial, Nun aclara que concede el reportaje con el fin de repasar su gestión en Cultura (ver recuadro), aunque el entusiasmo con que responde a cada una de las preguntas sobre el kirchnerismo y la dinámica política argentina, parece desmentirlo.
Su simpatía por los Kirchner sigue intacta. Nun admite que el país vive en un estado constante de crispación, pero niega que el estilo confrontativo del matrimonio presidencial sea el único responsable de esa situación. En cambio, le apunta a la oposición: “Cuando uno no quiere, dos no pelean”, dice. Sin nombrarla, también le dedica una filosa ironía a Lilita Carrió, de quien fue hombre de consulta, allá por 2002. También cuestiona el rol de los medios: “Hay una campaña incesante” para desprestigiar al Gobierno, afirma. Y sostiene que la administración de Cristina Kirchner debería avanzar hacia “un presidencialismo de coalición” para gobernar sin sobresaltos a partir del 10 de diciembre, cuando el oficialismo pierda la mayoría en el Congreso.
l ¿Cómo ve a la Argentina de cara al Bicentenario?
- Voy a llamar en mi ayuda a un gran argentino, Joaquín V. González. En 1910, año del Centenario, advirtió en un artículo que publicó el diario La Nación que la lección que nos dejaba el siglo transcurrido era que Argentina era un país con unas potencias increíbles, tierras feraces, minería, ríos, costas maravillosas, tenía todo para ser un país extremadamente rico, pero que tenía un problema de tal gravedad que se atrevía a darle el carácter de ley histórica de la Argentina, la ley histórica de la discordia argentina, del desencuentro entre los argentinos. Esta tradición parece estar en el ADN argentino. Lo que yo me proponía en Cultura con una conceptualización del Bicentenario como momento catártico, era revisar todo esto que nos ha llevado a una visión amigo-enemigo en vez de a una visión de adversarios. A la política concebida como juego suma cero.
l La Argentina vive hoy en estado de crispación constante. ¿No es el estilo confrontativo del Gobierno el que genera este clima?
- Le contestaría con algo que me decía mi mamá cuando era chico: “Cuando uno no quiere, dos no pelean”. Es muy cómodo endilgarle al ex presidente o a la Presidenta la responsabilidad en un país donde del otro lado hay personas iluminadas que han hablado con Dios y por lo tanto saben por dónde debe encaminarse el país. Eso nos enfrenta con una situación que hace que el diálogo se haga imposible. Es cierto que la política argentina es una política de la crispación, del enfrentamiento, pero eso está provocado por todos los que hacen política en la Argentina. En Argentina y, particularmente, en los medios, todos el mundo se conduele por la suerte de los pobres, sea de derecha, de centro o de izquierda. Todos sufren por los pobres. Ahora, yo diría que el problema de la Argentina no son los pobres, son los ricos, no todos. Sí los ricos que evaden, que no invierten, que tienen a su personal en negro...
l Convengamos que el que gobierna tiene una responsabilidad primaria con los pobres...
- Sin duda que tiene una enorme responsabilidad, pero si hubiera una opinión pública alimentada por los medios que estuviera mostrando eso, el poder que tienen los lobbies en la Argentina, mostrando por qué los bancos, grandes responsables de la crisis de 2001, el año pasado fueron el sector que más ganó en la Argentina, con tasas de retorno del 80%, pero no hay ningún programa dedicado a eso.
l ¿Está de acuerdo con la Presidenta cuando dice que es obsceno que los medios muestren a los pobres?
- No dijo eso. Dijo que le parecía obsceno que los medios mostraran benévolamente y condoliéndose a los pobres cuando estaban solos, a un indigente o a un bebito enfermo, pero que, en cambio, cuando los pobres se juntan para reclamar por sus derechos, entonces se los estigmatiza, se los trata de presentar como criminales. Eso le parecía obsceno.
l ¿No es obsceno que a los pobres se los barra bajo la alfombra cuando se manipulan las cifras del Indec o no se las publica?
- Yo estoy de acuerdo con que eso es muy grave y que tiene que corregirse urgentemente. Esa manipulación de los índices le hace un daño muy terrible al país porque este es un país que necesita más que nunca confianza, credibilidad, instituciones transparentes.
l ¿Por qué el Gobierno persiste en ese error?
- Es una discrepancia grave que tengo con el Gobierno. Se la expresé personalmente a la Presidenta. Puedo dar fe que en 2007, 2008 no se han publicado estadísticas oficiales sobre distribución del ingreso y eso me parece lamentable porque la distribución del ingreso es seguramente mejor de lo que de esta manera se fomenta que se crea.
l Hay especialistas que dicen que desde que se dejaron de publicar las cifras la pobreza aumentó y que la distribución del ingreso es más desigual que en los ‘90.
-El tema es un trabajo de adivinanzas, esos índices a los que usted alude son sumamente precarios y manipulables. Lo grave es que si la inflación es del 15% y se dice que es del 10%, y se sabe que se están falseando las cifras, es seguro que la oposición va a decir que es del 20 o del 25%. Entonces se hace un flaco servicio no diciendo la verdad.
l ¿Cambió su mirada sobre el Gobierno ahora que está afuera de la gestión?
- Realmente no, en el sentido de que siempre he sido bastante independiente en mi forma de ver la realidad. Creo que se han cometido errores importantes, que se han tratado de corregir, y que se han tomado medidas muy significativas en los últimos tiempos como la asignación universal por hijo, que es un cambio histórico.
l ¿Le parece bien que el dinero de la Anses, de los jubilados, vaya a financiar el programa?
- En realidad, lo que va a cubrir eso son los intereses que cobra la Anses por sus inversiones para defender el capital de los beneficiarios del sistema jubilatario. Hay otro aspecto, y es si eso no debería ser reforzado. Por ejemplo, me parece que es urgente gravar la renta financiera.
l ¿Por qué el Gobierno no lo hace?
- Hay un pretexto, que yo creo que no sirve, que es para no crear nuevos impuestos y en realidad acá no se trata de crear nuevos impuestos sino de eliminar una exención, la que exime a los particulares de pagar intereses por las rentas financieras, que data de 1977, la época de Martínez de Hoz. De esa época data también la eliminación de un impuesto que me parece de estricta justicia, que es el impuesto a la herencia. Argentina es uno de los pocos países en el mundo que no lo tiene. Un impuesto a la herencia cuyo producido yo pedía se dedicara a Cultura, pero se podría dedicar a varias cosas, a la asignación universal por hijo, a ir preparando el camino para una renta básica universal... A lo que apunto es a que hay otras fuentes de financiamiento a las que también se debería apelar. El Gobierno todavía tiene tiempo de implementarlas. Hacer esto supone enfrentarse con enemigos terriblemente poderosos. Esto los medios tampoco lo ponen de manifiesto.
l ¿A quiénes se refiere?
- Basta pedir la lista de invitados a las recepciones de la Cancillería en los últimos 20 años y usted va a ver la presencia de los más poderosos empresarios de la Argentina en todo tipo de evento. Tienen un poder de sanción muy fuerte. Tradicionalmente, en los buenos años, el obrero era alguien que tenía empleo estable, buen salario y medidas de seguridad social que lo protegían. Cuando quería protestar para reclamar un derecho, la forma natural de protesta era la huelga. Como esto perjudicaba a sus patrones, se negociaba. Los patrones tienen una forma similar de protestar que es el lock out, dejar de producir. Los desocupados y subocupados, trabajadores informales, ésos no tienen poder de sanción y la única forma de hacerse visibles es cortando rutas y calles.
l ¿Justifica los cortes?
- Me parece lamentable que en las proximidades del Bicentenario estemos en una situación en que los cortes de ruta que hicieron los productores agropecuarios, que tenían la posibilidad de dejar de producir, parecieran virtuosos a los medios y recibieran un lugar expectable. Ahora, cuando los cortes los hacen lo que ahora se ha vuelto a llamar “la negrada” o “los cabecitas” es intolerable, eso es “la violencia en la calle”. Ésta es una desigualdad con la que entramos al Bicentenario que tiene que ser denunciada.
l ¿Está de acuerdo con la reforma política que impulsa el Gobierno?
- Es un proyecto interesante, enmendable, porque me parece que tiene que haber una cota mucho más favorable para que los pequeños o medianos partidos no desaparezcan.
l Tal como está, consagra el bipartidismo...
- Consagra el bipartidismo si es que mantiene exigencias tan altas para que un partido tercero pueda existir. Son las reformas que hay que hacer. Me parece muy bien que el Senado trate el proyecto con la nueva conformación que tendrá después del 10 de diciembre.
l ¿Qué le parece la decisión de Kirchner de volver a presidir el PJ?
- Como no soy miembro del Partido Justicialista no tengo opinión. Son decisiones tácticas, un político hace apuestas que salen bien o salen mal. Hay que estar dispuesto a corregir.
l Se dice de Kirchner que es un pragmático. ¿Hay límites para el pragmatismo o en política vale todo?
- No. Alguien una vez dijo de Lenin que era un oportunista con principios. Y yo creo que es una buena definición de un político en actividad. Tiene que ser un oportunista con principios, un pragmático con principios.
l ¿Kirchner mantiene sus principios?
- Los ha ido modificando porque en los años ‘90 apoyó a Menem...
l ¿Y los principios con lo que llegó al Gobierno? Apostó a la transversalidad, después a la Concertación Plural y al final se abrazó a los intendentes del conurbano...
-Tácticamente. Ahora la noticia es que quiere que vaya en una fórmula con él Hermes Binner. Hay constantes. Hay jueces muy duros de la acción política que son las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo que apoyan a este Gobierno. El principio de defensa a ultranza de los derechos humanos es un principio al que este Gobierno adhiere por más pragmático que sea. El principio que lo llevó a reconstruir la Corte es un principio de Justicia que es importante que se profundice. El de igualdad, elevar el nivel de vida de los que menos tienen, existe. Lo que creo es que hay un problema serio y es la inexistencia de partidos políticos orgánicos que serían los que deberían dirigir la movilización en apoyo de la concreción de ese tipo de principios.
l Este Gobierno debilitó a los partidos...
- ¿Entonces cómo Cobos es vicepresidente? La UCR tiene gobernadores en varias provincias y que han sido reelectos. No es verdad que el Gobierno se haya propuesto destruir a la UCR, ni siquiera le convenía. Tenemos por desgracia un régimen presidencialista, yo preferiría uno parlamentarista. El régimen presidencialista puede ser de dos tipos: un presidencialismo de mayorías o de coaliciones. Los brasileños se caracterizan por un presidencialismo de coaliciones. Nosotros, desgraciadamente, tenemos una tradición de presidencialismo de mayorías y nos encontramos muy incómodos cuando se trata de instalar un presidencialismo de coaliciones. La tranversalidad fue esa.
l ¿Y por qué fracasó?
- Porque los hábitos del corazón de la Argentina tienen que ver con un presidencialismo de mayoría. En los primeros años del gobierno de Kirchner anduvo muy bien. Lo real es que era una transversalidad apoyada en un presidencialismo fuerte.
l ¿No lo vive como una traición que Kirchner haya virado hacia el PJ ?
- Usted elige el término traición. Yo hubiera dicho esa táctica. No traicionó nada. Hoy mismo, nadie puede afirmar que una candidatura Kirchner-Binner sea ciencia ficción, tampoco que sea realidad, pero sí está en la agenda discutiéndose.
l Para los socialistas eso no tiene asidero.
- Falta mucho. Pero hablemos de la oposición, de cómo se fraccionan y no pueden convivir, cómo Stolbizer ya se separó de Carrió, y como Solá no quiere estar en un acto con Macri, y como De Narváez no quiere estar con ninguno de los otros dos. ¿Por qué no hablamos de la Argentina? Todo aparece focalizado.
l ¿Coincide con Cristina en que los medios demonizan a su Gobierno?
- Yo creo que en buena parte es así.
l Pero Kirchner pasó de un gran apoyo a tener un fuerte rechazo de la opinión pública. Eso no es una construcción mediática. ¿Qué pasó?
- Creo que tuvo que ver con una crisis que no es nacional, es internacional.
l Empezó antes, con la crisis del campo.
- Empezó simultáneamente. Por un lado, creo que fue la crisis. Por otro, una campaña incesante. Yo he vivido en varios países; nunca en mi vida he visto que los principales canales de TV tuvieran todos los días a las mismas figuras políticas. ¡Y diciendo las mismas cosas! Poner un canal de televisión significa ver a Felipe Solá, a De Narváez...
l Pero nunca se los ve en el canal oficial.
- No veo el canal oficial para responderle.
l ¿Qué opina de la ley de Medios?
- Estoy de acuerdo con sus lineamientos generales. La oposición cometió errores gravísimos. Si no se hubiera retirado del debate en Diputados, la famosa cláusula dando un año a las empresas para ajustarse a la ley se podría haber modificado. Es un plazo demasiado corto. Personalmente, creo que hubiera sido meor que la tratara el próximo Congreso.
l ¿Qué piensa del bloqueo a la distribución de los diarios que llevó adelante Moyano?
- Si es como aparece descripto en los medios, me parece un tema desgraciado. Hay otras formas de acción que no son bloquear la salida de los diarios. No creo que el Gobierno esté detrás, ni creo que le convenga que Moyano adquiera tanto predicamento.
l ¿Hoy la base de sustentación del Gobierno está en la CGT de Moyano?
- Es muchísimo más amplia que eso. Creo que está en el sindicalismo. Yo desearía fervientemente que se reconozca a la CTA porque el Gobierno tendría entonces un apoyo más amplio, tanto el de la CGT como CTA.
l No se la reconoce por presión de Moyano.
- Pero yo creo que está inscripto en la lógica de los hechos que la CTA sea reconocida. Más con la composición que va a tener el Congreso después del 10 de diciembre. El Gobierno necesita ampliar su base de sustentación.
l ¿Cómo imagina que se va a parar el Gobierno frente al nuevo Congreso?
- Si pudiera hacer alguna sugerencia como politólogo, diría que se va a parar girando más hacia un presidencialismo de coalición y abandonando la idea de un presidencialismo de mayorías porque no va a tener mucha alternativa. Eso se puede hacer bien o mal. Yo tengo altísima confianza de que lo haga bien. Particularmente, porque tiene aliados potenciales, como el socialismo, que tiene una gran amplitud y está dispuesto a apoyar todo lo que el Gobierno haga bien.
Su paso por la Secretaría de Cultura
José Nun asegura que el recorte de presupuesto que sufrió la Secretaría de Cultura (y que afectó a casi todas las áreas de Gobierno) no fue impedimento para llevar adelante una gestión rica en emprendimientos culturales, que se enfocó en tres objetivos centrales: la construcción de ciudadanía, la inclusión social y el federalismo. Apenas asumió en 2004, el ahora ex secretario buscó torcer la visión elitista según la cual la Cultura se agota en el campo de las Bellas Artes. Puso en marcha el programa Libros y Casas, que después copiaron países como México, Cuba y España. En 2005, creó el ciclo Cafés Cultura Nación, dedicado a promover charlas-debate en todo el país, incluso en cárceles y cuarteles militares. Una de sus primeras medidas fue la creación del SINCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina), con la más completa información sobre la cultura del país en formato electrónico. Durante su gestión, la Secretaría promovió la Campaña contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales y organizó los dos primeros Congresos Argentinos de Cultura ( 2006 y 2008). También impulsó el proyecto de Ley Federal de Cultura y consiguió el financiamiento del gobierno español para crear la Casa del Bicentenario, en pleno centro porteño. En el marco de los próximos festejos, impulsó los Debates de Mayo y los Foros del Bicentenario, que reúnen a especialistas argentinos y latinoamericanos y luego son publicados en forma de libros.