martes, 17 de agosto de 2010

EL ANALISIS DE JULIO GODIO

¿Somos todos Kirchneristas?

Estamos frente a un fenómeno político-cultural de movilización de fuerzas renovadoras dentro del peronismo. No es la primera vez que esto ocurre. En los últimos 40 años ya ocurrió dos veces.

El peronismo, que refundó en 1946 el Estado-nación, es la gran matriz por la que han pasado en estos últimos 60 años los debates más profundos sobre el destino de la Argentina. Hoy nuevamente es el principal lugar para debatir el curso político del país. Este debate incluye como actores a la CGT, un sector de la CTA, los movimientos sociales, corrientes dentro de las Fuerzas Armadas y en las Iglesias, la gerencia de las grandes empresas nacionales y extranjeras, etc. La inteligente idea de Perón de que “todos somos peronistas” toma nuevos bríos en el PJ, en medio de una lucha frontal entre el pasado neoliberal que intenta volver y la firme decisión de profundizar el curso nacionalista-neodesarrollista vigente desde 2003.

La segunda vez fue la irrupción masiva de muchachos y muchachas que reorganizan entre 1969 y 1973 la Juventud Peronista. También esa experiencia se sustentaba entre los trabajadores sindicalizados peronistas, pero ahora el gran motor movilizador eran esos jóvenes que soñaban que el regreso de Perón fuese el inicio de una revolución popular profunda. El mito movilizador de esos jóvenes era la realización del “socialismo nacional”. Miles de jóvenes de las clases medias, influidos por las ideas que guiaban a los procesos revolucionarios en Cuba, Vietnam, Argelia, y los sucesos del mayo francés de 1968, fueron ahora el actor central. Se sumaron nuevamente delegados de fábricas, cuya simbología movilizadora consistía en subsumir en la figura de Perón las ricas y heterogéneas experiencias revolucionarias tercermundistas.

Esos jóvenes carecían del aplomo y la serenidad de la clase obrera industrial. El corazón los impulsó ingenuamente a creer que existía una situación revolucionaria en Argentina. Se lanzaron a una lucha irracional y criminal dentro del propio peronismo. No tuvieron tiempo de experimentaron derrotas políticas que les hubiesen permitido entender mejor a este país. Terminaron suicidándose colectivamente, al practicar el terrorismo urbano, lo que favoreció el golpe de Estado de 1976 y el plan genocida de la derecha política militar en el poder. Entre los asesinados fríamente, la mayoría eran jóvenes peronistas. Pero había también de organizaciones guevaristas-marxistas.

En los años 1976-1983, la evidencia de que sólo se podía derrotar a la dictadura militar creando condiciones políticas favorables permite revalorar el papel de la democracia política pluralista. Esta conclusión no sólo sería válida en esos años para Argentina, sino para la mayoría de los países de América Latina que experimentaron dictaduras militares.

La dictadura militar argentina cayó de la peor forma. Acumulaba erosiones desde 1979 por la incipiente resistencia sindical y la emergencia de los movimientos de Madres de Plaza de Mayo. La irracional operación militar en las Islas Malvinas y la consiguiente derrota pusieron al desnudo a la dictadura militar terrorista. Renació la democracia política pluralista, sin exclusiones. Por fin había sido el pueblo argentino quien se hacía cargo del valor de la democracia política, la vieja bandera liberal bastardeada por la aristocracia terrateniente conservadora.

Ahora creo que estamos viviendo una tercera versión de la capacidad del peronismo de recrearse a sí mismo para afrontar el desafío de instalar en Argentina una auténtica democracia económica, política y social. El fenómeno, sin duda, es una consecuencia del proceso de transformaciones iniciado por el kirchnerismo a partir de 2003.

Ha sido el gobierno de Kirchner el que, concretando una “revolución desde arriba” decisionista durante 2003-2007, continuada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, ha creado las condiciones para resolver el gran problema político que tiene pendiente: crear la organización político-social que represente y organice a una enorme fuerza sociopolítica que encuentre su cemento político-cultural en el peronismo-kirchnerismo.

En efecto, la resistencia feroz de las derechas (liberal y peronista) al kirchnerismo ha terminado por producir una reacción espontánea en la militancia política. La reacción se sintetiza en una demanda desde debajo de dotar al kirchnerismo de una herramienta político-partidaria apta para enfrentar el desafío de triunfar en las elecciones presidenciales de 2011. Miles de militantes, la mayoría peronistas, pero también independientes, provenientes de partidos de izquierda, han concluido que la contradicción no pasa por la lucha estéril entre “pejotistas” y “no-pejotistas”. Esta diferencia luce como anticuada e inconducente.

Un clima “gramsciano” pro-kirchnerista comienza a recorrer las bases del peronismo. El peronismo es hoy un gran espacio en el que se debate hacia dónde ir. Jóvenes, y también viejos, se plantan la idea de Gramsci de que la verdad en política es siempre colectiva y que —con rigor historicista— se debe entender que una estrategia de superación siempre incluye una asimilación y reformulación de las grandes tradiciones nacionales. En este caso del peronismo. Kirchner ha captado la nueva situación, llamando en estos días a los jóvenes a ingresar al PJ y renovarlo “desde adentro”.

Es cierto que el peronismo-kirchnerista no puede gobernar solo. Necesita aliados. Estos aliados, potenciales o ya reales, aspiran con razón a elaborar plataformas y organización política propia. Está bien. El próximo gobierno necesitará formar mayorías parlamentarias. El transversalismo es una experiencia pasada y no-repetible.

La primera fue entre 1956 y 1959, cuando el peronismo, acorralado y perseguido, se reconstituyó desde las comisiones y cuerpos de delegados, resistió y construyó una “línea Maginot” frente a la ofensiva militar oligárquico-liberal, que había usurpado el poder con el golpe de Estado de septiembre de 1955. Fue una resistencia cuyo núcleo duro fue la clase obrera industrial. Miles de cuadros sindicales, hombres y mujeres del pueblo, se organizaron para construir una pared defensiva dentro de las fábricas. Los sindicatos peronistas sobrevivieron. El Partido Justicialista (PJ) se reorganizó. La gran consigna movilizadora entonces fue el derecho de Perón a regresar al país. La gran línea de fuerza que dio soporte a este renacimiento del peronismo era la defensa del nacionalismo laborista dominante en el poder político durante 1945-55.

HOMENAJE A NÉSTOR KIRCHNER

Jorge Rivas, entrevistado por Ernesto Tenembaum

ELLOS TIENEN UN PLAN, ¡Y QUÉ PLAN!

La Marcha de la Oposición - Ignacio Copani

TN - Asunción de Jorge Rivas como diputado

AMÉRICA 24 - Rivas jura como diputado

C5N - Rivas jura como diputado

TELENOCHE - Informe sobre la recuperción de Jorge Rivas

Jorge Rivas - Documental sobre su rehabilitación - Gentileza de HadaSoft

OSCAR GONZÁLEZ EN LA CUMBRE DE LÍDERES PROGRESISTAS JUNTO A CFK- Canal 7

OSCAR GONZÁLEZ OPINA SOBRE LA CRISIS ECONÓMICA INTERNACIONAL - Telesur 12/08

EL SOCIALISTA OSCAR GONZÁLEZ OPINA SOBRE LA REESTATIZACIÓN DE LAS JUBILACIONES

Canal 13 - Gustavo Silvestre califica de "vergüenza" el intervencionismo de Giustiniani