Sincericidio sojero
Por Oscar R. Gonzalez*
El presidente de la Federación Agraria de Entre Ríos, Alfredo de Angelis, acaba de recomendar que la democracia argentina regrese a los tiempos en que los patrones de estancia mandaban al capataz a incautar las libretas de enrolamiento para votar por tal o cual candidato Sólo falta que a sus peones -que seguramente están en negro- les pague sus salarios con vales.
Hasta 1912, cuando se sancionó la Ley Sáenz Peña que estableció el sufragio universal masculino, secreto y obligatorio, el país estaba en manos de una minoría ilustrada que concebía la Nación como una gran estancia y se creía la única capaz de gobernar. El desprecio por la democracia y las mayorías, a las que se consideraba sin discernimiento para elegir, se traducía en la quema de urnas y padrones, la exclusión electoral de la oposición mediante la violencia. La nueva ley posibilitó el triunfo de Hipólito Yrigoyen y el crecimiento electoral del socialismo. Pero luego del derrocamiento del Peludo, el fraude volvió con Uriburu y Justo.
Ese mismo desprecio por el pueblo llano es lo que expresa ahora brutalmente De Angelis, que aconseja que los patrones carguen los peones en las camionetas y los lleven a votar por los candidatos que ellos indiquen, como si nada hubiera cambiado desde los tiempos en que gobernaba la oligarquía, cuando a los trabajadores rurales se los consideraba una mera extensión de la propiedad sobre la tierra.
Algunos de los más destacados dirigentes de la patronal agropecuaria, presentes cuando De Angelis lanzó su propuesta, no han dicho una palabra y hasta se trasluce una cierta simpatía por la extrema “sinceridad” del sojero entrerriano. Otros, han tomado distancia, seguramente temerosos por los efectos en la opinión pública.
Pero, en rigor, no se trata del exabrupto de un paisano impulsivo, imagen que se ha intentado construir mediáticamente, sino de la visión retrógrada de la democracia y la sociedad de un segmento económico y social que envilece la palabra patria porque, a lo largo del conflicto por las retenciones, al igual que las dictaduras militares, ha intentado identificarla con sus propiedades y sus intereses sectoriales.
Lo que De Angelis dice de manera elemental y sin ropajes ideológicos es lo mismo que actúa el resto de las patronales agropecuarias, incapaces de aceptar que la construcción de un país más justo, más equitativo y más democrático, requiere del respeto a los derechos políticos y sociales de los trabajadores y de todos los ciudadanos.
Los que quieren regresar al voto calificado tendrán que aceptarlo porque ya no hay “salvadores de la patria” que imponían gobiernos y leyes, y hoy las propuestas las valida la voluntad de todos los ciudadanos y no una elite privilegiada, por más poder económico que detente.
*Dirigente socialista. Secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete.
HOMENAJE A NÉSTOR KIRCHNER
