Horacio Giberti: El gobierno tiene que ir a fondo en sus decisiones con el campo.
El año pasado, en lo más álgido del lock-out ruralista contra las retenciones, Horacio Giberti iba más allá del impuesto y reclamaba casi en soledad la nacionalización del comercio exterior agropecuario, para que el fisco redistribuyera la renta extraordinaria del sector y limitara el poder de las multinacionales acopiadoras. El secretario de Agricultura del ex presidente Héctor Cámpora ahora castiga a los Kirchner por haber amagado con concretarla para luego echarse atrás. Ante Crítica de la Argentina, el profesor honorario de la UBA y presidente del INTA en los años 50 cuestionó la actitud “vacilante” del Gobierno durante todo el conflicto. Y también los permanentes ataques de las entidades del campo, que a su juicio “no representan a casi nadie” y “nunca dejaron de quejarse”.
–¿Qué piensa de los acuerdos que logró el Gobierno con las entidades sobre leche, carnes y granos? ¿Ahora sí se encauzó el diálogo?
–Me parece que sigue habiendo una deficiencia fundamental: se estudian medidas aisladas y no se encara la planificación y realización de una política agropecuaria global. Si no se define si los precios van a quedar librados al arbitrio del mercado o si van a estar regulados por el Estado, no se encuentran las soluciones a los problemas. Lo mismo con la concentración de la tierra: si no hacemos algo para frenarla, avanza más.
–¿Pero el conflicto puede terminar?
–El Gobierno y las entidades del agro cometieron errores garrafales. El Gobierno no fundamentó sus medidas, no las defendió ante la sociedad, y después se avino a discutir con un solo sector, como si ese sector pudiera gobernar junto con las autoridades democráticas. Además les cedió a las entidades una representatividad que no tienen. Hoy sólo representan a una minoría de los productores. Y por eso los piquetes de autoconvocados tienen tanto poder.
–¿Cómo evalúa la última reunión y que haya ido personalmente la Presidenta?
–Me parece un paso positivo porque termina con una fase de agresiones mutuas que no llevaban a ningún lado. Se abundó en calificativos y no se discutió nada durante un año. Y si uno estudia cómo se movió el Gobierno hasta ahora, se encuentra con una actitud vacilante. En algunos casos manifiesta un interés redistributivo y en otros no.
–¿Técnicamente sirven las ayudas que prometieron para la carne, la leche y el trigo?
–No sé si esto resuelve todo, pero sí va en ese sentido. Los productores siempre están insatisfechos. Yo tengo 60 años analizando el sector y la economía y no recuerdo que nunca hayan dicho estar en una situación holgada. Sin distinción de tamaños.
–Ahora que se desplomaron a la mitad los precios internacionales ¿Habría que revisar el esquema de retenciones?
–Las retenciones hay que analizarlas desde el conjunto de la economía. Si se eliminaran las retenciones habría soja hasta en los balcones de las casas. Yo no demonizo a la soja, pero pienso que avanzamos hacia un monocultivo muy peligroso, tanto desde lo técnico y ecológico como desde lo económico.
–¿Hay margen para seguir discutiendo la nacionalización del comercio de granos?
–La Presidenta dijo que cualquier medida de ese tipo se enviará al Congreso y eso me parece bien. Lamentablemente ahora ya dicen que no está en agenda.
–¿Y usted cómo recomendaría instrumentarla?
–En términos generales yo soy partidario de una comercialización centralizada por parte del Estado, donde se puedan regular los precios internos y desvincularlos de las fluctuaciones internacionales. Eso incluso eliminaría la necesidad de retenciones, porque el Estado se apropiaría de una parte de la renta mediante la simple compraventa, con un margen.
–¿Pero para eso alcanza una agencia estatal que sólo fije precios testigo y trabaje a la par de las acopiadoras privadas?
–Una Junta de Granos como yo la concibo tiene que ser necesariamente monopólica, porque si no, no podría pagar precios inferiores a los de las demás competidoras. Pero es cierto que una agencia testigo puede servir para recuperar injerencia en un precio clave. Lo seguro es que hay que incluirla en un esquema global de política agropecuaria.
–¿Se puede generar el consenso político para avanzar con una medida así?
–Yo no digo que va a ser fácil hacerlo de un día al otro. Hace falta una estructura técnica y un consenso social más firme. Cuando se afectan intereses grandes hay que generar consensos importantes.
HOMENAJE A NÉSTOR KIRCHNER
