Oscar González:
"La unidad contra Macri se hará con o sin Ibarra"
Para el vicejefe de Gabinete nacional, el PS está desgarrado por culpa de la "mirada provincial, cuando no municipal" de Giustiniani, Binner y otros dirigentes socialistas.
Por Juan Salinas / Noticias Urbanas
Los socialistas K quedaron descolocados con la brusca e inesperada distancia puesta por Aníbal Ibarra con el Gobierno nacional. Hasta hace poco consideraban cerrado un acuerdo para integrar junto al ex jefe de Gobierno y las demás expresiones de centroizquierda un frente amplio de oposición al binomio Mauricio Macri-Gabriela Michetti. Sin embargo, reaccionaron con bastante rapidez, y con otras fuerzas y dirigentes del "arco progresista" -como Daniel Filmus (FPV), la ministra Nilda Garré (FG), el Partido Solidario de Carlos Heller y el Partido Humanista de Lía Méndez, entre otros- convocaron a la unidad contra un gobierno del PRO que juzgan catastrófico, puntualizando la necesidad de respaldar -al menos, en términos generales- a un Gobierno nacional al que consideran bajo fuego graneado a causa de sus aciertos y no de sus errores.
Además de dirigente del socialismo bonaerense, Oscar González es, como secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete, el segundo de Sergio Massa, como lo fue antes de Alberto Fernández. El funcionario y dirigente recibió a Noticias Urbanas en sus oficinas del noveno piso del edificio de largas vigas de acero que fuera de la desaparecida siderúrgica SOMISA.
Tras citar las declaraciones con las que Aníbal Ibarra se diferenció tajantemente del Gobierno nacional, González estimó que "lo que hay que discutir no es si Ibarra tiene o no que estar en una lista con otros referentes del progresismo porteño, ya que resulta obvio que cuanta mayor amplitud, mejor. Lo más importante es construir una oferta electoral plural donde convivan todas las tradiciones políticas populares -peronistas, radicales, socialistas, comunistas, intransigentes, etcétera- tras un desafío común: oponer una fuerza organizada a la derecha macrista y, a la vez, apoyar la profundización de las medidas positivas del Gobierno nacional. La pretensión de diferenciarse del macrismo sin advertir que su antagonista real no es una izquierda imaginaria sino un gobierno concreto, el de la presidenta Cristina Fernández, es una pretensión vana", dice en tono de reproche que, sin embargo, evita cerrarle las puertas a Ibarra en las narices, por si intentara un improbable regreso al redil que abandonó durante la crisis de la soja, casi en paralelo con el alejamiento de su aliado, Alberto Fernández, ambos nada dispuestos a romper lanzas con el Grupo Clarín.
González -quien durante años se desempeñó como periodista profesional en el exilio mexicano y también después de su regreso al país (fue secretario de redacción del semanario El Periodista)- enfatiza que "no hay que confundirse: quienes atacan al Gobierno nacional no lo hacen por sus errores o carencias sino por todo lo positivo que ha hecho, por la recuperación del sistema provisional y la línea de bandera, por la defensa de la autonomía nacional y la integración regional, por la independencia de la justicia y la redistribución del ingreso". Añade que ante "el tsunami de una crisis capitalista mundial sin precedentes, no es hora de privilegiar las críticas y las muchas cuestiones pendientes que, obviamente, restan resolver, sino la de privilegiar la unidad más amplia para resistir el avance de la derecha retrógrada, llámese Macri-Michetti o Bullrich-Prat Gay".
González destaca que se incorporó al PS siendo adolescente, hace 45 años. Y atribuye su expulsión y la de Ariel Basteiro del partido a "una pequeña secta de remotos orígenes maoístas de derecha (sic)". Luego comenta que, en cambio e insólitamente, no fue expulsado Jorge Rivas (a quien reemplazó como vicejefe de Gabinete luego de que éste fuera brutalmente agredido por delincuentes comunes) porque, más allá de los pretextos (la supuesta conducta violenta de Basteiro y González durante un frustrado congreso nacional convocado en el complejo Punta Carrasco) la expulsión fue adoptada por la negativa de los tres a dejar de apoyar activamente al Gobierno nacional. Pero González argumenta que un congreso del socialismo bonaerense, en el que participaron 400 delegados, aprobó por virtual unanimidad la alianza electoral con el Frente para la Victoria (FpV).
La conducción socialista, encabezada por el senador Rubén Giustiniani, decidió, según González, intervenir el PS bonaerense con el fin de "paralizarlo" y remover así el mayor obstáculo a su propósito de alinear al partido con una "oposición crispada, irracional y pendenciera".
"El Partido Socialista tendría que estar en la primera fila de las fuerzas progresistas que ponen el cuerpo a favor de las políticas públicas destinadas a reconstruir el Estado, a proteger el salario, a defender la producción y el empleo, a alinearnos con los procesos populares de otros países hermanos de América Latina. Nuestra participación en la gestión de gobierno es coherente con estos objetivos. No es posible ignorar lo que se ha logrado en los últimos seis años, ni el asedio de grupos poderosos de adentro y de afuera que no quieren un Estado activo y solidario", sostiene el vicejefe de Gabinete, para quien "el adelantamiento de las elecciones ha sido una medida muy sensata, un ejercicio de cordura y de responsabilidad: no hubiera sido razonable hacer como que no pasa nada en medio de los preparativos que hay que tomar diariamente para acotar el impacto de la crisis".
Para González, el socialismo argentino está desgarrado por un enfrentamiento entre el socialismo bonaerense y "el grupo santafesino que transitoriamente detenta el sello partidario" y que -afirma- no permite que se procese "un debate interno, tal como es tradición que ocurra en todos los partidos socialistas del mundo, debate que, de darse, sería muy esclarecedor". Aunque se cuida de decirlo, parece evidente que considera al socialismo porteño poco más que un satélite del socialismo santafesino.
"El Partido Socialista bonaerense fue fundado en 1908 y es más que centenario. El último congreso nos dio mandato de integrar el partido al FpV. Ese mandato nunca fue sustituido por otro y mientras el partido no revea esa posición, seguirá integrando el FpV. Lo hacemos desde una posición de autonomía. No nos subordinamos a ninguna otra organización que no sea la propia. Desde ahí aportamos a la construcción de un movimiento de naturaleza popular y democrática, que es lo que creemos que expresan tanto el gobierno de Cristina como el de su antecesor, Néstor Kirchner. Vemos que el lugar del socialismo es acompañar y sostener frente a los embates de la derecha no sólo a este gobierno sino también a un proceso continental del que la Argentina es parte y que incluye a los socialistas de Chile, Uruguay, Brasil, Venezuela y Ecuador. No puede ser que los socialistas de Argentina estemos a contramano de este proceso. En todos esos países los socialistas lo apoyan y apoyan a los gobiernos que lo impulsan. Pero en la Argentina, paradójicamente, quienes transitoriamente detentan el sello del partido, en su mayoría provenientes de una pequeña secta de raíz universitaria y remotos orígenes maoístas de derecha, lo sabotean", dispara González. Y añade respecto a sus adversarios: "Es gente que cree que el socialismo argentino tiene que desplegarse según los intereses municipales o provinciales del aparato santafesino. Y que aspira a tener delegaciones acríticas en los otros 23 distritos. Con ese objetivo, ese segmento de la burocracia partidaria de Santa Fe envió ya en los años '70 emisarios, casi siempre provenientes del movimiento estudiantil de Rosario, al resto del país. Hoy detentan la denominación partidaria en muchos distritos, desde Tucumán a Río Negro. Fueron inoculados en aquellos años a los efectos de una construcción partidaria, algo que era legítimo. Pero como casi sin excepción esa maniobra no fructificó en construcciones políticas representativas y perdurables, aquellos barones terminaron siendo una especie de embajadores del socialismo santafesino".